Y cuál es el propósito de la vida?
“La felicidad es un
arte que exige voluntad y práctica”. (Dalai Lama)
“El
propósito fundamental de nuestra vida es
buscar la felicidad.” Y ese propósito no está relacionado con las creencias religiosas
ni con el dinero, ni mucho menos con el sexo; pues para alcanzar la felicidad
necesitamos es entrenar nuestra mente, es decir, nuestro espíritu.
Y si es un entrenamiento es necesario imponer
una disciplina para experimentar una transformación en nuestra actitud.
Todo entrenamiento es un proceso, entonces es
necesario comenzar por identificar los factores que nos llevan al sufrimiento y
los factores que nos conducen a la felicidad.
Identificados con objetividad los factores de
sufrimiento, el proceso es empezar a eliminarlos poco a poco con paciencia y
persistencia, e irlos reemplazando. Para lograr suplirlos, es necesario haber
identificado los factores que nos
generan felicidad, y asumirlos con consciencia, pues al hacerlo hemos
encontrado ya las fuentes de la felicidad.
La felicidad está determinada más por el
estado mental que por factores externos. “Según
el análisis budista, felicidad es un factor mental, en otras palabras, es un
tipo de actividad mental con la cual somos conscientes de un objeto en una
cierta forma. Es una parte de un factor mental más amplio llamado “sensación” (tshor-ba,
sct.vedana), que cubre un espectro que abarca una amplia gama, desde
completamente feliz a completamente infeliz”.
“¿Cuál
es la definición de “sensación”? Sensación es el factor mental que tiene la
naturaleza de experimentar (myong-ba)”.
“Es
la actividad mental de experimentar un objeto o situación de una forma tal que
en realidad lo hace una experiencia de tal objeto o situación. Sin una
sensación en algún lugar del espectro entre felicidad e infelicidad, no experimentaremos realmente un
objeto o una situación. Una computadora asimila y procesa datos, pero una
computadora no siente felicidad o infelicidad haciendo esto, una computadora no
experimenta los datos. Esta es la diferencia entre una computadora y una mente”.
¿Qué significa sentir comodidad con
un objeto? Cuando estamos cómodos con un objeto, lo aceptamos tal como es, sin
ser ingenuos, y sin exagerar o negar sus buenas cualidades o sus defectos. Este
punto nos trae a la discusión las emociones perturbadoras (nyon-rmongs,
sct. klesha; emociones
aflictivas) y su relación con si experimentamos un objeto con felicidad o infelicidad.
Una serie de emociones perturbadoras
son el deseo, apego y codicia. Con las tres, exageramos las buenas cualidades
de un objeto. Con el deseo, queremos conseguir el objeto si no lo tenemos. Con
el apego, no queremos perderlo cuando lo tenemos; y con la codicia, queremos
más incluso cuando lo tenemos.
Con estas emociones perturbadoras,
tendemos a ignorar los defectos del objeto. Estos no son estados felices de la
mente, debido a que no encontramos el objeto satisfactorio. Esto significa que
no estamos satisfechos con el objeto. No lo aceptamos tal y como es.
Por ejemplo, cuando vemos a nuestra
novia o novio al cual estamos muy apegados, podemos experimentar la visión con felicidad.
Estamos satisfechos con ver a esa persona; lo encontramos satisfactorio. Pero
tan pronto como nuestro apego surge en la medida en la que exageramos las
buenas cualidades de la persona y de estar con él o ella, y exageramos las
cualidades negativas de estar sin esta persona, entonces nos sentimos
insatisfechos e infelices.
No aceptamos la situación de ver la
persona ahora y simplemente disfrutar del momento, sino que queremos más y
tememos que él o ella se vayan. Consecuentemente, de repente, experimentamos el
ver a nuestro amor con descontento, intranquilidad e infelicidad.
Otra serie de emociones
perturbadoras son la aversión, el enojo y el odio. Con estas, exageramos los
defectos o cualidades negativas del objeto y queremos evitarlo si no lo
tenemos; queremos deshacernos de él cuando lo tenemos; y cuando cesa, no
queremos que se repita. Estas tres emociones perturbadoras están normalmente
mezcladas con miedo. Tampoco son estados felices de la mente, debido a que no
estamos satisfechos con el objeto. No lo aceptamos tal y como es.
Por todo lo anterior, debemos entrenar nuestra mente para la
felicidad. Y en ese proceso de entrenamiento debemos recuperar nuestro estado
innato de felicidad, que es aceptar que la naturaleza básica de la humanidad es
compasiva.
Claro, para recuperar ese estado
innato de felicidad debemos superar las influencias del pensador Thomas Hobbes,
quien mostró y predicó una visión bastante pesimista de la especie humana, a la
que consideró violenta y competitiva y que vivía en continuo conflicto, pues
estaba solamente interesada en el interés propio. Hobbes descartó cualquier
atisbo de bondad humana. Afirmaba que el comportamiento violento de los humanos
estaba influido por factores biológicos, sociales, situacionales, incluso,
ambientales.
Entonces, si desechamos la visión de
Hobbes, de que la naturaleza humana es agresiva, y asumimos que la naturaleza básica de la humanidad es
compasiva; nuestra relación con el mundo que nos rodea, cambia inmediatamente.
Si aceptamos que la naturaleza
humana es compasiva y que la felicidad es un factor mental con el cual somos conscientes
de un objeto en una forma, le encontramos sentido y propósito a la vida…..la
felicidad.