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lunes, 27 de mayo de 2013

Debemos entrenar nuestra mente para la felicidad.



Y cuál es el propósito de la vida?

“La felicidad es un arte que exige voluntad y práctica”. (Dalai Lama)

“El propósito fundamental de  nuestra vida es buscar la felicidad.” Y ese propósito no está relacionado con las creencias religiosas ni con el dinero, ni mucho menos con el sexo; pues para alcanzar la felicidad necesitamos es entrenar nuestra mente, es decir, nuestro espíritu.

Y si es un entrenamiento es necesario imponer una disciplina para experimentar una transformación en nuestra actitud.

Todo entrenamiento es un proceso, entonces es necesario comenzar por identificar los factores que nos llevan al sufrimiento y los factores que nos conducen a la felicidad.

Identificados con objetividad los factores de sufrimiento, el proceso es empezar a eliminarlos poco a poco con paciencia y persistencia, e irlos reemplazando. Para lograr suplirlos, es necesario haber identificado  los factores que nos generan felicidad, y asumirlos con consciencia, pues al hacerlo hemos encontrado ya las fuentes de la felicidad.

La felicidad está determinada más por el estado mental que por factores externos. “Según el análisis budista, felicidad es un factor mental, en otras palabras, es un tipo de actividad mental con la cual somos conscientes de un objeto en una cierta forma. Es una parte de un factor mental más amplio llamado “sensación” (tshor-ba, sct.vedana), que cubre un espectro que abarca una amplia gama, desde completamente feliz a completamente infeliz”.

“¿Cuál es la definición de “sensación”? Sensación es el factor mental que tiene la naturaleza de experimentar (myong-ba)”.

“Es la actividad mental de experimentar un objeto o situación de una forma tal que en realidad lo hace una experiencia de tal objeto o situación. Sin una sensación en algún lugar del espectro entre felicidad e infelicidad, no experimentaremos realmente un objeto o una situación. Una computadora asimila y procesa datos, pero una computadora no siente felicidad o infelicidad haciendo esto, una computadora no experimenta los datos. Esta es la diferencia entre una computadora y una mente”.

¿Qué significa sentir comodidad con un objeto? Cuando estamos cómodos con un objeto, lo aceptamos tal como es, sin ser ingenuos, y sin exagerar o negar sus buenas cualidades o sus defectos. Este punto nos trae a la discusión las emociones perturbadoras (nyon-rmongs, sct. klesha; emociones aflictivas) y su relación con si experimentamos un objeto con felicidad o infelicidad.
Una serie de emociones perturbadoras son el deseo, apego y codicia. Con las tres, exageramos las buenas cualidades de un objeto. Con el deseo, queremos conseguir el objeto si no lo tenemos. Con el apego, no queremos perderlo cuando lo tenemos; y con la codicia, queremos más incluso cuando lo tenemos.
Con estas emociones perturbadoras, tendemos a ignorar los defectos del objeto. Estos no son estados felices de la mente, debido a que no encontramos el objeto satisfactorio. Esto significa que no estamos satisfechos con el objeto. No lo aceptamos tal y como es.
Por ejemplo, cuando vemos a nuestra novia o novio al cual estamos muy apegados, podemos experimentar la visión con felicidad. Estamos satisfechos con ver a esa persona; lo encontramos satisfactorio. Pero tan pronto como nuestro apego surge en la medida en la que exageramos las buenas cualidades de la persona y de estar con él o ella, y exageramos las cualidades negativas de estar sin esta persona, entonces nos sentimos insatisfechos e infelices.
No aceptamos la situación de ver la persona ahora y simplemente disfrutar del momento, sino que queremos más y tememos que él o ella se vayan. Consecuentemente, de repente, experimentamos el ver a nuestro amor con descontento, intranquilidad e infelicidad.
Otra serie de emociones perturbadoras son la aversión, el enojo y el odio. Con estas, exageramos los defectos o cualidades negativas del objeto y queremos evitarlo si no lo tenemos; queremos deshacernos de él cuando lo tenemos; y cuando cesa, no queremos que se repita. Estas tres emociones perturbadoras están normalmente mezcladas con miedo. Tampoco son estados felices de la mente, debido a que no estamos satisfechos con el objeto. No lo aceptamos tal y como es.
Por todo lo anterior, debemos entrenar nuestra mente para la felicidad. Y en ese proceso de entrenamiento debemos recuperar nuestro estado innato de felicidad, que es aceptar que la naturaleza básica de la humanidad es compasiva.
Claro, para recuperar ese estado innato de felicidad debemos superar las influencias del pensador Thomas Hobbes, quien mostró y predicó una visión bastante pesimista de la especie humana, a la que consideró violenta y competitiva y que vivía en continuo conflicto, pues estaba solamente interesada en el interés propio. Hobbes descartó cualquier atisbo de bondad humana. Afirmaba que el comportamiento violento de los humanos estaba influido por factores biológicos, sociales, situacionales, incluso, ambientales.
Entonces, si desechamos la visión de Hobbes, de que la naturaleza humana es agresiva, y asumimos  que la naturaleza básica de la humanidad es compasiva; nuestra relación con el mundo que nos rodea, cambia inmediatamente.
Si aceptamos que la naturaleza humana es compasiva y que la felicidad es un factor mental con el cual somos conscientes de un objeto en una forma, le encontramos sentido y propósito a la vida…..la felicidad.



1 comentario:

  1. Que título más acertado y sugestivo. Pienso la felicidad se consigue con inteligencia , humildad y mansedumbre, siendo compasivo consigo mismo y con el prójimo. Buena reflexión y toma de conciencia.Gracias. Bendiciones.

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Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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