SI QUIERE QUE SUS HIJOS SEAN MUY RICOS,
INVIERTALES EN EDUCACION Y EL DESARROLLO DE LOS TALENTOS.
Está demostrado históricamente que
invertir en educación y en el desarrollo de los talentos es la actividad más
rentable que existe.
El economista George Pscharopoulos ha
demostrado que invertir en educación genera beneficios anuales entre el 10% y
25%. Art. Rolnick y Rob Grunewald, del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, han evaluado el
retorno de la inversión en desarrollo del
talento en el 16% anual, lo que significa en la práctica que por cada peso ($1.00)
invertido se obtiene $18.800.
La inmensa
mayoría de los niños y jóvenes que acceden a la educación pública no tienen
información familiar sobre la importancia de ver la educación como una
inversión a largo plazo sino no como un pasatiempo. Y aún más,
conocí numerosas madres cabeza de familia que envían sus hijos al colegio, no a
estudiar sino a justificar y mantener el subsidio de familias en Acción. Y
cuando se acude al Colegio no a estudiar, se pierde la visión de largo plazo de
ver la educación como una inversión, y se cae con los años en una pobreza igual
o mayor a la existente en el hogar de la madre cabeza de familia que solo se
preocupó por el valor nominal del subsidio de familias en acción.
Otro premio nobel de Economía, James Heckman
ha insistido en la existencia de
círculos. “Los círculos virtuosos” que instan a aprender cada vez más y “los círculos viciosos” que
son aquellos que deprecian continuamente el talento.
Esos círculos dan luz sobre la existencia de
buena parte de las desigualdades: Salariales, económicas, incluso sociales.
Esas desigualdades provienen de la diferencias de aprendizaje. Reciben más paga quienes viven en
círculos virtuosos y engruesan los batallones de pobres quienes viven en
círculos viciosos, es decir, quienes no desarrollan los talentos y no se
arriesgan a hacerlo.
Las
personas que viven en “círculos virtuosos” tienen una “mentalidad de
crecimiento”; son las que creen que sus cualidades básicas deben cultivarse
mediante el esfuerzo y el aprendizaje. Buscan experiencias que impliquen desafíos,
con el objeto que sus aptitudes evolucionen a nivel superior. De lo anterior se
infiere que la clave es considerar el talento desde una mentalidad de
superación, de mejora, de desarrollo, de aprendizaje.
Quienes tenemos una mentalidad de crecimiento
y vivimos en círculos virtuosos, somos buenos padres, buenos maestros, buenos
jefes, compañeros y amigos, incluso, buenos amantes.
La mayoría
de las personas tienen una mentalidad fija, es decir, viven en círculos
viciosos. Son
aquellos que dicen “se tiene o no se tiene inteligencia”. Carol Dweck afirmó
que “las personas con mentalidad fija” creen
que la inteligencia como el talento son rasgos fijos. Que tiene cierta
cantidad de ellas, y listo. Se esfuerzan todo el tiempo en demostrar que son
talentosas e inteligentes, que son ganadoras y no perdedoras. Tratan de que
nadie advierta sus deficiencias y se amargan si sus aptitudes no son
reconocidas de la manera que ellas piensan que se la merecían. Por el contario las personas con “mentalidad en crecimiento” son las que “creen que
sus cualidades básicas pueden cultivarse mediante el esfuerzo y el aprendizaje.
Recuerdo la regla de Pareto que conocí
estudiando control de calidad hace ya tantos años. Es la regla del 80/20. El
20% de la población tiene una mentalidad en crecimiento, mientras que el 80% de
la población tienen una mentalidad fija. La pregunta al lector es cual
porcentaje se cree que esta? O en cual grupo poblacional están cada uno de sus
hijos?.
Cuando uno como padre o como docente elogia a la
inteligencia, más no los esfuerzos que hace quien elogiamos, estamos
reforzando la mentalidad fija. Cuando un
jefe solo reconoce los resultados y mirar el desarrollo de los procesos está
reforzando la mentalidad fija.
En el evangelio San Mateo (13:12) podemos
leer, como conclusión de la parábola de los talentos: “ a todo el que tiene, más le será
dado, y tendrá en abundancia, mientras al que no tiene se le quitará hasta lo
poco que posee”. Se infiere de la lectura que
el talento se aprecia-coge valor- o se deprecia-pierde valor-, pero nunca se
mantiene constante. Es decir, de los errores se aprende, solo corrigiéndolos,
las personas mejoran solo alentándolas.
Finalmente, un padre hace atrae riqueza
posterior invirtiendo en educación en sus hijos. Un niño o un joven pueden llegar a tener lo que anhela si
aprovecha la educación para formar y desarrollar los talentos. Un
maestro cumple a cabalidad su misión si programa actividades pedagógicas para
desarrollar en sus estudiantes las competencias genéricas que son aquellas que
resultan indispensables para su desempeño laboral, social y cívico de todo
ciudadano.