Él,
hijo de tendera. Ella, primogénita hija y mandadera familiar. Los dos, con
padres vecinos con oficios semejantes y necesidades acuciantes. Los dos,
usuarios de alpargates, con bolsas de tela para los cuadernos, usuarios del
mismo camino a la estación del tren y a la escuela en el mismo lugar. Hijos de
padres católicos y fervientes practicantes de las leyes de Dios. Ella, con
nombre de flor. Y él, el chino de los tres nombres. Jugaron de niños con
mararayes en las fiestas de San Pedro y San Pablo. En las navidades,
confeccionaron instrumentos para animar las novenas de aguinaldos, y los
apostaron. No los juntó el destino; fue la vecindad, las afinidades culturales y
los sueños por estudiar y trabajar para ser autónomos, pero con obligaciones
con los hermanos y padres. Los separó el destino, y el destino se encargó de
inmortalizar el amor que tejieron los dos.
Fue
un 24 de diciembre de 1.967 cuando se reconocieron novios. Ambos menores de
edad y amigos de siempre. De retorno a los hogares, con sus padres, trepando
por el camino indígena de la miel, la sal y las ollas; él, le declaró su amor,
y ella, en su inocencia, lo acogió. Por cinco años fue un noviazgo a la
distancia y conectado con telegramas y cartas.
Decenas
de telegramas y centenares de cartas, por 58 años se añejaron en un cofre de
Galletas la Rosa, En esa época, era costumbre regalar en navidad una botella de
vino y un tarro de galletas, y éstas, se compraban empacadas en una caja de
lata bellamente impresa con policromía. Hoy, en vísperas de la Virgen del Carmen
que había que acudir en romería para hacer el pagamento por la protección
celestial, a Leiva, Boyacá, cada siete
años e implorar bendiciones en cosechas y animales; abrí ese cofre resguardado
por 23 años después de la muerte de la protagonista de esta historia revelada
en epístolas estudiantiles.
El
cofre documental estuvo por más de dos decenios depositado en un rincón del
almario de mis haberes corporales. Lo saqué en soledad, con sigilo, curiosidad,
intriga y nostalgia. Lo trasteé hasta la casa de barro en la que nació
Margarita González Gamba, la profesora de Providencia, de la escuela de la
Belleza, la escuela urbana de Zapatoca y de la vereda Ojo de Agua de San Gil,
quien se convirtió en reconocida diseñadora y vendedora de muebles en su
galería “La Academia del Mueble” en la misma ciudad.
En
esta segunda entrega de esta romántica historia, revelaré fragmentos de 15 de
sus cartas, por su valor literario e histórico para la familia y para quienes
la conocieron como compañera, maestra, madre y empresaria.
1 1. Amor: En
cualquier lugar del universo deseo con vehemencia estar contigo, vivir a tu
lado instantes de alegría, tristezas y felicidades. Si la felicidad es lo que
he vivido con tu amor, solo puedo pedírtela a ti, mi Nauro, pues fue la razón
para parcelar mi corazón y asirme eternamente con tus brazos.
2. Mi
amor: Recibe un beso en cada palabra que leas de esta
carta. Besos de una estudiante que te ha amado y te ama sin medida. Decidí
escribirte sentada en un banco bajo un roso nogal florecido con la luz de una
farola que evoca tu cálido amor. Escribirnos es una necesidad vital, es el aire
que nos ata estando lejos y son nuestras cartas, la conexión que nutre nuestro
amor y orienta nuestras vidas que se fusionan cada vez en una, pues somos una
verdad latente, así para nuestras familias y conocidos seamos un par de locos
enamorados.
Hemos
vivido una experiencia más. Nos hemos brindado lo que somos y lo que poseemos
redundando en felicidad sin fin. Los días compartidos los añoro cada instante.
El despertarse con el canto de la aves es alimentar la esperanza que nos
volveremos a ver en la floresta para que sean sus aromas las testigos de
nuestro idilio implorando al Altísimo trabajo para asumir nuestros gastos,
retornar pecuniariamente a nuestros padres sus esfuerzos por brindarlos la
oportunidad de estudiar mientras nos gozamos la existencia compartida
acrecentando con los días nuestro amor que fluirá y brillará en nuestros hijos.
Solo estamos seguros de una cosa: nuestra vida es un crisol amalgamada por los
dos que tuvo un principio y no tendrá fin, incluso en el más allá. Vida de mi
vida, en cada palabra escrita está escondido un beso y con mi despedida una
exigencia: Recuérdame como lo hago yo. Tu Margarita de Gambitas.
33. Recordado
amor: Lo que me sucede a mí, te ocurre a ti. La rutina
torna fría y sinsabores; pero cuando en portería de la Normal Antonia Santos de
Puente Nacional reclamo tus cartas, ellas son un caramelo para mí. El sobre lo
abro con el cuidado de un dentista y con el apetito de una niña hambrienta, me
devoro el texto del cordón umbilical que nos tiene atados por años, en la
distancia. Al terminar de leerla, me ocurre, como en todas las despedidas, la
tristeza nos cubre con el ritmo del transitar del tren por bahías y serranías,
y como el humo de la locomotora que se eleva al cielo, mis plegarias a Dios
brotan de mi conciencia dando gracias por los dos e implorando guía y
esperanzas en el porvenir que debemos tejer los dos, así como tejeré los
pitones de nuestros anhelados hijos. Cuando se ama sin condiciones, se desea
estar juntos.
44. Recordado
amor: Estudiar es condición para labrar un futuro juntos.
En ese oficio en el que nos encontramos, tu en Zipaquirá, y yo, en Puente
Nacional, además de actividades reiterativas de la vida de internas, la rutina
atrae la nostalgia y para evitarla, te escribo. Escribirte es un desdoblamiento
de mi y una conexión contigo evocando momentos compartidos que dejan huellas
imborrables en cada uno, y que los dos, distantes, quisiéramos retornar con los
mismos pasos. Ésta, tu partida, no difirió de las anteriores. Mis manos sudan
al despedirte con abrazos y besos disimulando la resequedad de la boca que no
emite palabras apropiadas para asirme a mí y evitar que no me dejes en la
estación Guayabo, mientras la locomotora retoma el rumbo a la capital de país,
y tú, en la cola del último vagón intentando detener el movimiento para no
esfumarte en el recodo de la línea férrea que esconde mi tristeza. La tristeza
de sentir la separación corporal como una obligación si deseamos juntarnos para
siempre en próximos años.
55. Mi
amor: ¿Será que mi amor por ti es el espejo de lo que
ocurre en la vida? Añoro estar contigo. Y cuando la oportunidad brota, nos
disfrutamos sin talanqueras, y entre respiros, me asalta la tristeza de la
siguiente separación física por los estudios. Pues deseo con el alma y el
corazón pasar mi vida junto a ti, pero las circunstancias, apagan mi ilusión. Y
como cuando estamos juntos, no quisiera despedirme; pero la hoja en la que te
escribo llega a su fin; pero seguiré escribiendo con la brisa de tus recuerdos
y la tinta de tus besos.
66. Amor: Son
las 6.00 pm. En la rutina diaria, en menos de treinta minutos, hay que ir al
comedor del internado. En este lapso, como ocurre a diario cuando no hay
actividades, evoco las horas compartidas y remero los instantes conexos,
incluso cuando te causo disgustos. Amor, tengo varias curiosidades. Una; ¿Cómo
va tu chivera? ¿Cómo vas en calculo? ¿En tus trabajos y estudios? Brotan las
curiosidades en razón que no he recibido carta de tu parte. Quisiera tener la
capacidad de entrometerme en tus quehaceres y pensamientos y no tener que
preguntar, sino tener certezas que colmen mi sed por ti.
77. Nauro: Si lo que sueño, anhelo, vivo y disfruto
es felicidad; entonces, eres mi felicidad. Somos la pareja más feliz en la faz
de la tierra, pues el amor colma nuestras vidas, sobrepasa obstáculos y
construimos sobre rocas. Si nos llegase una tormenta y arrastrase la piedra,
pereceremos los dos, pues vivir sin ti y sin tu amor, mi vida perdería el
brillo y el sentido por vivir. Lo vivido, lo sentido, lo añorado, revela que
nacimos destinados, el uno para el otro; en consecuencia, somos uno.
88. Recordado amor: El camino, la colina,
el pomarroso, los arrayanes, el arroyo y la Jarantivá, sin tu compañía, pierden
el encanto, el colorido y el abrigo para mi enamorado corazón. Tu ausencia, mi
soledad, tu silencio me perturban y aparecen nubarrones en mí. Nimbo de dudas;
celajes de preguntas y surge en nuestro arcabuco, la tristeza que anida tu
ausencia. Para limar la ausencia triste, visité a tu madre. Estuve en tu
habitación; me recosté en tu cama, revisé tus revistas, mis ojos pasearon por
las páginas y mi mente estaba masticando los recuerdos gratos compartidos entre
los adobes de una habitación, en tu casa y en la de mis padres. Y me di ánimos
anhelando, viviendo juntos en un espacio similar, ya casados o rejuntados.
99. Si
algún día decidieras abandonarme e irte muy lejos de mí, por causas no
imaginadas, mis caricias, mis besos y mi pasión no podrás borrarlas en tu
memoria. Podrás quemar mis cartas, pero sus cenizas volaran tras de ti. Podrás
probar otros labios, y ellos, recordaran a los míos. Podrán abrigarte con aromas,
pero mi perfume estará en tu piel. Podrás irte a hurtadillas, pero no cargarás
con mis lágrimas y mi dolor, y en ellos, te buscaría en mis recuerdos y en el
manto de tu sombra que siempre me guareció y me pertenece, así intentes
enajenarla en otros lares.
110. Nací
para distinguirte, crecí para conocerte; vivo para amarte. Estoy para vivir a
tu lado. Por eso te prometo, una mil veces, por lo más sagrado que nuestra
felicidad, que estoy para darte lo que deseas de una dama. Seré la madre de tus
hijos y los amaré tanto como a ti. Ellos, nuestros hijos, nunca suplantarán mi
amor por ti – No te extrañe que te hable de los hijos- Ya lo he hecho en otras
cartas-. Estamos próximos a graduarnos como bachilleres, en colegios que nos
brindaron formación académica y técnica, gracias a las becas que disfrutamos
para estudiar en ellos. No tenemos certeza que nos depara el próximo año, luego
de graduarnos, así deseemos estar juntos siempre, las circunstancias podrían
convertirse en barreras y por asuntos laborales, si conseguimos cada uno un
trabajo, podríamos continuar separados, pero ninguna circunstancia, incluso la
muerte, nos separará, así como olvidaremos suplir las expectativas de nuestros
padres para contribuir en sus obligaciones en educar a los hermanos que nos siguen.
111. Si en
nuestra relación llegasen vendavales, estamos preparados para romper los
vientos y mantenernos de pie, juntos. Si brotan circunstancias desagradables
que enloden nuestra relación, será el dialogo el germen de la conciliación.
Desear un compartir existencial sin disgustos es ingenuo; pero el silencio y el
escucharnos serán los escudos de nuestro amor. Si las dudas se anidan en alguno
de los dos, el disiparlas es tarea de los dos. Que, en nuestro devenir juntos,
ni la ironía ni el sarcasmo sean armas para agredirnos. En los 29 meses
transcurridos amándonos a la distancia y en las semanas compartidas en
vacaciones, han ocurridos mal entendidos y problemas que hemos sabido sortear
con voluntad y empeño de las partes. En una vida compartida no todo será un
jardín florido, pero los dos sabemos que el dialogo, la comprensión, son
fuentes y abonos para la comprensión y la armonía.
112. Mi
querido: No siempre lo que creemos absurdo, lo es. Algunos de
los comportamientos humanos, son incoherentes, cuando se está al borde de lo
irracional. Mi forma de ser, estar y actuar está cimentada en la racionalidad.
La diversión es parte del quehacer de las personas para romper con la rutina,
incluso los estados de ánimo. El baile es un recurso para invertir el tiempo
libre, pero no es búsqueda de aventuras.
Así como el estudio es una oportunidad para salir de la marginalidad,
éste demanda dedicación y prioridad; sin embargo, uso descansos para
escribirte, y si mis misivas no llegan oportunamente, debes corroborar que no es
mi responsabilidad. Sin embargo, hay trances en los que no me comprendo así
misma; en esos breves momentos, puede ocurrir, no te brindo la comprensión que
te mereces y que demanda una relación de pareja; y tal vez, que, para mí, son
santiamén, tu aprovechas para merodear en otros horizontes, y reducir mi amor a
una idea o un recuerdo; un recuerdo inevitable en tu trasegar posterior a mis
besos. Pero el solo imaginarlo es irracional, pues somos suficiente razón que
justifica nuestra existencia. Mi existir y tu prodiga vida es suficiente
razonamiento que no podemos pensar ni actuar, si ser, por separado; pues
decidimos transitar de la mano todos estos años y los que nos depara la vida,
los dos siendo coherentes, siempre debemos ser y estar en función de dos
personas amasadas con amor en una identidad: nuestro idilio. Reconozco que nos
hemos formato en un contexto cultural compartido, pero no hay justificación
probable que te arrume en el olvido, si mi vida, sin la tuya, carecería de
sentido; pues eres mi aliciente, la brisa, el candelero y mi golosina. La única
fuente de contacto espiritual, son las cartas por la circunstancia que vivimos;
pero la prudencia, es levadura en una relación afectuosa. Si surgen dudas,
desavenencias, en vez de prender el fosforo sospechando del otro, hay que
sopesar, confrontar antes de emitir juicios que laceran los sentimientos, es
prudente revisar el contenido de una carta o pensar antes de hablar. Supongamos
que el día en que nos hallemos ambos, tendrás ocasiones para decir lo que te
venga en gana, como escribes. ¿Quién debe contestar? Es lógico, tu no estas
obligado a tolerar las bobadas que haga o diga tu esposa; yo, tampoco. Pero si
somos uno, no debemos ir por caminos diferentes, pues las ranuras aparecerán en
la vida de pareja y el fracaso y la frustración se anidarán en nuestros
pensamientos. Lo vivido, lo compartido, lo sentido, son suficientes argumentos
para evitar abrirnos por caminos separados. ¿Acaso estas evaluando compartir, a
futuro con una mujer fusionado materialmente con ella, pero deslindados
espiritualmente? El simple placer no es
lo que nos ata, son nuestras esencias que desde niños se han ido amalgamando,
siendo Uno en las buenas y en las maduras. (V-25-72. 8.00 pm).
113. Es inevitable. Así como transcurre el tiempo
en el calendario, semejo el minutero de tu reloj: giro y giro sobre sí misma,
pero tú eres el eje que centrifuga mi existencia. Cada día que se esfuma, se
intensifica mi amor por ti, así pretenda olvidarte o borrarte de mi mente, nuestros
recuerdos laten al ritmo del corazón concluyendo que ya es imposible aislarte
de mi sendero existencial, y los dos, sin tener en cuenta los sinsabores y
obstáculos que surjan, continuaremos juntos de la mano y al mismo ritmo
trasegando por el camino en el que nos reconocimos y nos confesamos y aceptamos
ser novios eternos. Eres como el zarzal seco, un rayo del sol en un vidrio
durmiente en la hojarasca incendia el matorral. Así como la candela consume la
masa vegetal, tus enojos solo te afectan a ti,
pues a mí, solo me inquietan; pero estoy aprendiendo a manejarlos.
Espero no llegar a torearlos, por bien de nuestra convivencia distante.
Reconozco que la vida esta llena de detalles; pero no todos los gestos, palabras
y dudas, deben afectar nuestra solida relación; expresiones usuales en
adolescentes principiantes.
114. Amor: Me
sorprendes. Hemos venido platicando, cuando estamos juntos que soñamos con dos
hijos, y ahora, en la carta que contesto, ¡me hablas de tres soñados herederos¡
Te estas dejando influenciar por alguien? ¿Por alguna lectura? Tres son un
montón. No puedo seguir el ejemplo de mi madre, con ocho hijos; ni de tus
padres, con cuatro hijos. Estamos en otra época y tenemos otras ilusiones, como
profesionalizarnos y tener nuestras cositas para vivir sin premuras. Amor,
recibe besitos de esta chica interna que te ama por encima de todo lo que me
afecta. (V-28-72).
115. Amor: La
vida es una suma momentos, y no hay momentos en los que no estés presente en
mí. A tu lado he vivido los mejores momentos de mi vida, y los próximos
eternizaran nuestro amor. Pero hay afirmaciones escritas que, al sopesarlas,
carecen de veracidad. En reciente misiva, sugeriste perentoriamente: “¡Has lo que se te
venga en gana¡”. Si hoy eres mi novio y mañana seré tu esposa, y me vez en un
error, ¿ese el consejo que das? ¿Es una orden? ¿Una sugerencia? No debe ocurrir
en una pareja que se confiesa amarse. Ocurre que con frecuencia que actuemos o
pensemos con una indiferencia amorosa, como si fuésemos solamente enemigos que
no les importa lo que al otro le pase, olvidando que estamos distantes, que la
soledad nos evoca anhelos o desvelos, e incluso, nos distancia sin darnos
cuenta. En vez que la soledad nos azote, convirtámosla en aliada para leer,
escribir y ser mejores personas, pues es la soledad, una de las madres del
conocimiento personal por ser recurso para la meditación y la reflexión. Si la
distancia y la separación, incluso epistolar, nos distancia, podría ocurrir que
nos defraudemos y la felicidad que creemos, nos asiste, podría convertirse en
una farsa, y nacimos para ser felices, para vivir con vitalidad y en goce con
cada día que despertamos vivos. Ésta es la ultima carta que te escribo en
calidad de interna en la Normal Antonia Santos de Puente Nacional. Cada frase
tallada con mi corazón está perfumada con once besitos conmemorando el día de
mañana. (VI-10-72).
Nota: Un
año después, el diez de agosto de 1.973 en la celebración eucarística del
atardecer en el templo de Barbosa, Santander, contrajeron nupcias los
personajes destinarios de estas epístolas y otras decenas sin revisar, cargadas de afectos emanados de
dos adolescentes enamorados que convivieron 28 años, engendraron 4 hijos que
perdieron a la madre el 13 de noviembre del 2.000 victima de un cáncer de mama.