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lunes, 2 de diciembre de 2019

NOCHES BAJO LA PIEDRA





Cerca a las seis de la tarde, mi madre cerraba y aseguraba con llave la puerta principal. Las otras puertas, se trancaban. Ya no era seguro dormir en el escondite, bajo el piso de madera. Llegan a quemar la vivienda, y por tener el piso de madera, nos transformarían en chicharrón. Nos escurríamos en la oscuridad hasta el monte cercano. En él, había una cueva bajo una piedra que servía de sombrero para armadillos y tinajos. En ella nos acomodábamos con mi madre y otras dos mujeres jóvenes, mientras transcurría la noche. Antes del amanecer, una de las féminas inspeccionaba, trepando a árboles escondidos entre otros. Despejado el panorama, regresábamos a la casa a continuar, ellas, en los oficios del día.

Los varones no dormían en las casas. Pasaban la noche en el cinturón de seguridad y vigilancia que mi padre y otros reservistas habían trazado con garitas abiertas ubicadas en las colinas altas que servían de ojos para identificar los movimientos y linternas encendidas. Previeron tres líneas de control y combate. En loma del Gavilán, en la del cementerio de las víctimas de la viruela, en los Andes. Y una segunda, en el cerro de la muralla, y otra, el Morro. Distantes dos kilómetros en línea recta. Una, tras de otra.

Las cuevas más hermosas a nivel mundial
Era la época de la violencia entre azules y rojos, agudizada, luego del bogotazo. Desde la línea del ferrocarril hacia el rio Suarez, estaban los campesinos y los del casco urbano que se identificaban con el color rojo, el de la libertad de las ideas. De la línea del ferrocarril hacia el páramo Iguaque-Merchán y Chiquinquirá labraban la pobreza, los conservadores, los de las ideas fijas. En asuntos de defensa, la gente se organiza y reconoce liderazgos para defender la vida y la menesterosa propiedad privada.

 Desenterraron las armas usadas en la guerra de los Mil Días, cincuenta años antes. En cada línea, en el cerro más alto y con dominio sobre el horizonte, catapultaron dos fusiles gras. Un fusil de largo alcance diseñado por el coronel francés, Basile Gras y en uso desde 1.874 con casquillos con cartuchos de metal de 25 grs que salían en mono tiro. Mi padre dijo que, con él, había matado un perro a 500 metros de distancia. Otros campesinos disponían de carabinas guacharacas de 18 tiros en ráfagas, revolveres 38 corto y largo. Y la mayoría, escopetas de fisto. Todos dispuestos a no dejar trepar intrusos en la oscuridad.

En cada línea, había dos o tres grupos patrullando en las noches. En el día, escondidos había custodios en sitios estratégicos dispuestos a usar mensajes cifrados con espejos. Los campesinos de las veredas conservadoras, por seguridad, no volvieron al pueblo donde los cristianizaron. Quienes nacieron en esos años, fueron bautizados en Santa Sofia y Saboyá. Solo mi padre, iba ocasionalmente al pueblo natal acompañado de un acolito auxiliar encargado de una capotera, y en ella iba, el revolver y los tiros. Caminaba a unos cinco metros. Su misión, suministrar el arma en caso de agresión.

Los unos de un color, como los otros del otro color, tenían y sentían las mismas necesidades. estaban marginados, sin vías de comunicación y sin escuelas en la la vereda, y en el pueblo, los comerciantes liberales, vivían del trabajo de los conservadores que traían los productos agrícolas a vender al casco urbano.

San Gil, noviembre 23 de 2.019.

domingo, 24 de noviembre de 2019

La escopeta




No deseaba que llegase el lunes al atardecer. En casa se trabajaba todos los días. El juego era para los gatos. Nos criaron con el azadón y el rejo en la mano. Había que ganarse la comida desde que se caminaba solo.

El lunes, día de mercado. Se trabajaba desde el sábado para aprontar el pan, el chirrinchi, la chicha y el guarapo para el descanso pasajero de quienes regresaban, ya a pie, o a caballo, a sus hogares, luego de trepar ocho kilómetros desde Puente Nacional por el camino de las ollas y la sal, el día de mercado.

Miguel iba cada lunes a hacer el mercado y vender las almojábanas y el aguardiente. No había día que no llegase con las cervezas en el cabeza botado sobre el “cinco pesos” que siempre llegó a la casa, así fuese tarde de la noche.

Vitelba lo esperaba silenciosa y con rabia. El viejo gastaba las utilidades de la tienda con los amigos, mientras dejaba el mercado en cualquier parte y debía regresar el martes a rescatarlo.

Ese lunes, como otros tantos, se enfrascaron con ofensivas palabras. Se fueron a manos. Él, mediano y fornido, intentaba coger las manos de ella para evitar los golpes o rechazar cualquier elemento que encontrara a su paso para castigar y al esposo derrochador.

La gresca fue en la pieza que servía de sala. De las palabras pasaron a los golpes. Estaban en el suelo, dándose. Miguel acaballado sobre ella golpeándole, y ella, intentado defenderse.

En una puntilla de la pared blanca de cal, estaba colgada la escopeta de fisto para cazar aves. El niño mayor con sus hermanos eran espectadores  de las escenas con pánico, bajó la escopeta y apunto al energúmeno marido, gritándole: ¡o deja de golpear a mi madre, o lo mato ¡

Fue un balde de agua fría. El viejo se calmó. Dejo de golpearla. Se puso de pie, y se perdió en la oscuridad de la noche.  Al amanecer, estaba trabajando como siempre. Empezaba otra semana.

#nauro torres
San Gil, noviembre 24 de 2.019

jueves, 24 de octubre de 2019

El "chulo percusionista", Luis Fernando López Valero

El insufacto infarto del padre le privó del consejo. La muerte prematura de tres hermanos, lo hermanó con la amada inmóvil. Un agresivo cáncer le arrebató a su Margarita, y con ella,  se le fue media vida. La muerte en cautiverio de colega maestro, lo mantuvo sin aliento varias semanas, al comprobar que se libró de un secuestro  en un bus con 16 personas que estuvieron retenidas siete meses.  La presencia paramilitar en la zona lo privó del disfrute de su campestre cabaña que construyeron con la esposa primera. Y aunque  “la soledad es signo de muerte y no es una buena compañera, si permite interiorizar para conocerse a si mismo y hacer un sacar ruin de la vivida vida”, afirmó en la entrevista el maestro de metalistería Luis Fernando López Valero.


                      1.970                        1.972                                           2.013

No es el buitre negro que no tiene relación con el buitre negro euroasiático. Menos  el carroñero que se alimenta del huevos y animales recién nacidos y  basuras en las ciudades colombianas. Tampoco  es la marca de verificación, chequeo u aprobado que se usa para dar visto bueno en papel, a algo; signo  que copió  la antigua Roma usando la  V-veritas-  para confirmar verdad y que fue creado por los griegos. “Chulo” le decíamos por ser el compañero de aula que tenia un olfato para encontrar fiestas juveniles, acercarse y gallinazear chicas; dar consejo en amores furtivos a los amigos que no atinaban a conquistar una zipaquireña o tejedora de Cajicá. "Era parecido a los soldados alemanes cuando eran sometidos a acuartelamiento; comían de todo". Explica Teodobaldo Rico Hernández.  (https://naurotorres.blogspot.com/2019/09/teodobaldo-rico-hernandez.html).  Y por el orden acostumbrado en todo lo que  hace; por los registros cronológicos que lleva, ya de la música, por décadas; de los hechos relevantes desde la cultura sucedidos en los colegios donde trabajó; por uso del computador en el que guarda memoria histórica en archivos ordenados, ya  de ritmos musicales, poemas y canciones. Habilidades que personifica con su estatura, rostro delgado y aguileña nariz, propios de la etnia de los panches,  se le conoce  aun, como  el “Chulo” Luis Fernándo López Valero, el músico y percusionista de cuanta orquesta hubo en El Líbano, Zipaquirá y poblaciones donde trabajó, incluso en las universidades donde estudió. Tiene oído de murciélago, conoce el pentagrama musical desde el empirismo, habilidades que le permiten gozar de una memoria juvenil, unas destrezas manuales de un maestro de la madera y el hierro recordando con precisión hechos de la niñez, juventud y madurez. 

En brazos de Dioselina Valero Preciado. 


Nació 4 meses después de la posesión del presidente Laureano Gomez que recibió a Colombia con el efecto mayor de el “Bogotazo”;  que desovó  la violencia partidista que enfrentó a liberales y conservadores y parió “la guerrilla del llano”, las “chusmas” y “bandoleros” que, junto con las fuerzas militares, mancharon con sangre inocente muchos campos colombianos y poblados en la década cincuenta y sesenta del siglo pasado .  El 12 de diciembre de 1.950 a las cinco de la mañana nació el sexto hijo, de diez, en la familia Lopez Valero cuyos ancestros llegaron  con otros aventureros antioqueños a mitad del siglo XIX en búsqueda de tierras baldías para sembrar café y minas sin dueño para lograr, con trabajo y esfuerzo, la titulación estatal, y, en un valle extenso entre gigantes   cedros y robles fundaron El Líbano, tercera ciudad del Tolima. Las tribus panches, pantágoras, marquetones y bledos parecen haber sido los primeros pobladores de esta región. Eran tríbus, de las más temidas por los muíscas y conformaban una sociedad jerárquica señorial dirigida por un jefe.


El himno de la ciudad narra parte del origen de esta ciudad con nombre español que tiene una temperatura de 20 grados, sede de la Diócesis.

Cruzando cordilleras
de selvas y neblinas
los recios antioqueños
luchando con tesón

Se unieron a la raza
del Norte del Tolima
y en tierra de cidrales
El Líbano nació

Ciudad de torres blancas
Líbano del Tolima
De inigualable clima
Y aroma de café


En 1.909 el año que en E.U. se presenta por primera vez la primera vaqueta sintética que ayudó al despegue de la industria automotriz y energía eléctrica, nace el 3 de junio Isaias López Mancilla,  patriarca que murió el 9 de diciembre de 1.977, y quien había contraído  nupcias por la Iglesia católica con  Dioselina Valero Preciado que dio su ultimo suspiro el 14 de septiembre de 2.005 dejando 9 hijos varones y una alcancía.

Primer grupo musical en el que estuvo el "chulo López". quien desde los 15 años empezó a elaborar sus propios instrumentos usando los conocimientos en metalisteria . 



El travieso como le llamaba el padre, tomó los primeros suspiros en una vieja casona de tapia con solar a escasas dos cuadras del parque del pueblo. Estudió la primaria en la escuela con la profesora Alix Florinda Sierra que le inculcó valores y el profesor Erasmo Gomez que  usando vara lo convirtió en mejor persona. Inició bachillerato en el Instituto Técnico Industrial de la misma ciudad, y por motivaciones del profesor Moya, natural de El Líbano, concursó en 1.968 para una beca nacional junto con Víctor Moya y James Cárdenas y otros 86 estudiantes, logrando en la misma ciudad el certificado de experto en metalisteria y en 1.972 el cartón de bachiller técnico en Zipaquirá en la Escuela que por pocos años tuvo el nombre de Escuela Normal Superior Nacional-ENSIN-. Hoy Instituto Técnico Industrial de Zipaquirá (https://naurotorres.blogspot.com/2019/10/una-aproximacion-historica-de-la.html) de carácter municipal. A la capital salinera de Colombia llegó con la intención de cursar la normal técnica, promesa de la Universidad Pedagógica Nacional que asumió la dirección de la ENSIN en 1.970 con la intención de preparar a los profesionales de la educación para el área técnica, y se quedó en promesas como los politicos de hoy.


El 19 de enero de 1.973 recibió telegrama de la dirección de industriales del MEN que le dio tres opciones para posesionarse como maestro de taller: Líbano, Sonsón y Barichara. Optó por Antioquia. En el ITIS de Sonsón laboró diez años; fue trasladado a Santuario, cerca a Medellin laborando dos años para asumir luego el cargo de maestro en el INEM de Medellín en donde laboró por 32 años para retirarse luego, a descansar. En esta ultima institución implementó la especialidad, hoy rebautizada como modalidad. En sus años laborales hizo un par de especializaciones: en administración educativa e innovaciones  pedagógicas. En esta última mereció el titulo de especialista con la tesis:  “el desarrollo integral del maestro, clave del éxito en los procesos de educación personalizada”.



Como otros maestros de antaño, el “chulo” fue un emprendedor. Junto con el colega chiquinquireño, Alvaro Avila, En Sonsón organizaron un taller de metalisteria, inicialmente fabricaron artesanías, luego estructuras metálicas. La empresa la trasladó a Santuario, y luego a Medellín en donde debieron  cerrarla por la crisis económica de principios del siglo XXI, quedando sin trabajo mas de una decena de trabajadores.



Se casó en 1.975 con la sonsoneña Lucila Arias Hincapié, profesora directora de un colegio en el mismo municipio. De esta unión animaron el matrimonio tres hijos: Edwin Fernando, quien estudió ingeniería de sistemas y trabaja para una firma canadiense en Barcelona, España; Bayron Alberto, quien estudió música; y Diego Alejandro, ingeniero de sonido, empresario y manager de grupos en Latinoamerica. Por diferencias en asuntos financieros, y sin querella, concertaron la separación de bienes, y con amistad, separaron los corazones en 1.986.  Dos años después logra convertir la soledad en un eterno amor  compartiendo con Margarita Arango, bióloga y compañera de trabajo quien asume los afectos de madre y ayuda a criar a los dos hijos menores. Convivió con ella, 26 años hasta que un cáncer de páncreas se la arrebató   empujándolo otra vez a la soledad que hoy tiene de compañera.

El profesor Luis Fernando López, junto con la primera esposa deleitándose con el primogénito aprendiendo a caminar.


Recuerda con detalles las tardes deportivas en El Líbano, jugando trompo, canicas, las lleva,  los quemados y compitiendo en fútbol. Trajo a la memoria las novenas de navidad en la cuadra en las que competía con niños en el grupo de villancicos tocando la dulzaina, las maracas o los timbales. Cita con nostalgia a la abuela a quien visitaba ocasionalmente y lo engolosinaba con tamales y bizcochos “calentanos”. Se muestra orgulloso de la ciudad donde nació y habla con la saliva al afirmar que en ese lugar se producen los mejores embutidos del país. Rememora con orgullo patrio el triunfo de Colombia sobre Argentina 4-4 y cita que fue el año en que el equipo la naranja mecánica hizo su apareció en el mundo del fútbol. 

Animando un matiné en Cajicá, Cundinamarca  en 1.972. 

En Zipaquirá compartió en la Escuela Normal  con jóvenes provenientes de todo el país que lo recuerdan por el liderazgo parrandero y el don de gentes que se hizo merecedor del “amiguero” al compartir relatos, historias y tardes animadas con instrumentos de percusión y porque no perdió el acento paisa, ni el gusto por el tamal y  la lechona tolimense. También los compañeros de la promoción 1.972 lo recuerdan por la habilidad para hacer adaptar alambres como ganzúas que, junto con los de su combo, usaba para abrir algunos baúles de compañeros internos que los domingos en la tarde, regresaban de la casa cargados de mecato, viandas que se disminuían, sin nunca descubrir al ratón que las sacaba por arte de magia. Cuenta el vecino de dormitorio, el doctor Teodobaldo Rico Hernandez.   Perdió el tercero de bachillerato, privándose de estudiar normal. Con la música y el gusto estético por el dibujo técnico, prestaba el servicio de elaboración de planchas de dibujo, contando con sarcasmo que su mejor cliente que le pagaba $ 5 para ir al matiné, estaba de profesor de dibujo en Sonsón. Menciona como el internado, en la Industrial, a quienes allí convivieron, les mejoró la vida y el director de internos los hizo mejores personas. Alude a los atardeceres de los sábados que acudían al segundo piso de la casa de la esquina del costado oriental  de donde se apreciaba la hermosa catedral, donde iba al billar, ya sea a jugar o ver caer la jeta.  

Equipo de fútbol de maestros del ITIS, Sansón, Antioquia.


En las instituciones  y municipios donde laboró dejó indelebles huellas. Rediseñó el pensum de los talleres en el ITIS en Sonsón, población en la fue activo participante en el grupo de danzas “El maizal” y la coral de la casa de la cultura. Animó fiestas con el grupo de “estudiantes”. En Santuario le recuerdan por los mismos emprendimientos. Y en el INEM  por la activa participación en los encuentros nacionales de la Confraternidad 25 veces de los 40 que se han realizado. Y por abrir con su trabajo la modalidad metalisteria.

        Grupo  libanes "Los olímpicos de Colombia" de cual formó parte. 

Del primer hogar, invoca la satisfacción del nacimiento del primogénito, la compra con el Fondo Nacional del Ahorro del primer inmueble para vivienda. Del su segundo hogar que califica de “condimento” de su vida,   se emociona contando que fue un deleite la convivencia.  Ya en el trabajo, en el hogar, en los viajes y en las parrandas, pero la temida muerte le arrebató a su Margarita y en el tintero quedaron los viajes a impregnarse del cultura Inca y Olmeca.  


Con su Margarita(q.e.p.d.) e hijos del primer matrimonio.

Desde 2.012 que vive solo en una cabaña campestre que hoy comparte con un sobrino para disminuir el signo de muerte que es para él, la soledad, se ha dedicado a desaprender y  aprender de nuevo. A escribir sus memorias, a contribuir en la organización de eventos y a activar la memoria con los recuerdos de niñez y juventud. Nohora Ines Enao Prieto fue su primera dulcinea cuando cursaba el 6o. de bachillerato. Ya había pedido la mano que los padres concedieron contentos ya que el novio tenia un trabajo como profesor; pero la distancia y los estudios se convirtieron en barreras del olvido.  Por vivir ella, cerca a Medellín, la buscó encontrándola viuda y madre de tres hijos profesionales.

Registro fotográfico de su estadía en el grupo musical de Líbano, Tolima. 


Es en la niñez y juventud que se tejen las amistades que convierten la vejez en un álbum de recuerdos vivos. Describió las habilidades de su hermano en el futbol como la primera y única estrella de deporte que jugó en  la selección juvenil, y cuyo entrenador lo convirtió en drogodependiente.  Sobre los años compartidos en Zipaquirá, evoca compañeros, varios de ellos, asistirán al primer encuentro que ocurrirá en Ibague este mes de diciembre. Se refiere a Felix Antonio Enciso (https://naurotorres.blogspot.com/2019/10/el-terror-de-la-sabana-felix-antonio.html) como “mi hermano” a quien conoció en la ENSIN . Fue parte de la hermandad que conformaron con James Cárdenas, Víctor Horacio Moya, Miguel Ignacio Castro. Menciona a Mario Segundo Peluffo (https://naurotorres.blogspot.com/2019/08/mario-segundo-peluffo-ferrer.html) con quien alternaban los vestidos y zapatos para ir a fiestas. Alude a Teodovaldo Rico Hernandez, ( https://naurotorres.blogspot.com/2019/09/teodobaldo-rico-hernandez.html) compañero de al lado en el dormitorio del internado. Evoca a Leonidas Diaz natural de Zipaquirá quien vivía en el barrio Julio Caro, sede de la Escuela Industrial porque tenia una familia numerosa pero generosa a donde era invitados todos los días a tomar las onces, junto con otros chicos. Con detalles físicos y acciones pedagógicas recapitula la acción de la profesora Gloria Lucia Morales que nos enseño las técnicas de redacción y nos exigió ortografía y a elaborar preguntas precisas en debates y mesas redondas.  En la capital salinera de Colombia mostró su fortaleza física como atleta entrenando junto a la gloria del atletismo nacional, Rafael Baracaldo.

En el rió Ariari, buscando el rastro  de Felix Antonio Enciso en San Martín, Meta.


El “chulo” López tiene 70 años y su vigorosidad es de una persona de 50 y una fortaleza de un roble. Tiene lucidez mental, cual joven “gallinazo” recuerda los nombres y apellidos de quienes integraron la promoción 1.972 de la cual  organizó el directorio. Es una biblioteca ambulante de la música nacional. Es un polifacético músico. Un fresco y prudente maestro que aun enseña con el ejemplo, incluso a otros colegas. Es prodigo en el lenguaje, cual paisa. Es vanidoso de sus orígenes antioqueños y tolimenses. Conserva las destrezas psicomotoras mezclando y grabando música, y manejando las Tics, y es parte activa de la organización del primer encuentro de egresados de la ENSIN en Ibagué, próximamente.  

Para Jorge Enrique Lopez Valero, el hermano que nació después de él, "el chulo" es una persona fraternal, jovial y generosa. Integra y cohesiona la familia.  Para Felix Antonio Enciso, uno de los amigos en la ENSIN, "es leal, y para los dos, la amistad esta latente, congelada en el tiempo y se avivará en el encuentro en Ibagué". 




domingo, 20 de octubre de 2019

"El tenor de la sabana": Felix Antonio Enciso Velasquez


Logró nacer en el pueblo mas viejo del departamento de Meta y centro de negocios de antaño que los buscadores de el dorado provenientes de España, bautizaron con Medina de las Torres en 1.585 por ser un punto intermedio entre San Juan  de Arama de los llanos y Tunja. Los abusos y ambiciones de los europeos, provocaron la irá de los nativos que arrasaron lo allí construido. En el lugar ocurrió la reconstrucción del poblado el 10 de abril de  1.641 en un leve y vistoso repliegue a orillas del río Camoa y fue rebautizado como San Martín del Puerto.


Desde antaño, los Enciso.



De los sanmartineros, la historia los cita por su participación en 1.818 en la guerra de la  independencia en el Pantano de Vargas y Puente Boyacá y posteriormente en el Perú. Los nativos Pablo Enciso y Paulino Rey, regresaron a la región llanera exhibiendo la medalla, cuya inscripción decía: “ A los vencedores de Ayacucho”. Estos llaneros, como potros salvajes, lucharon  por romper los lazos que intentaron atarlos al botalón y acallar sus gritos. Fue por ellos y por los santandereanos y boyacenses que nos libraron del yugo español hace  200 años en las batallas de Vargas, Boyacá y Ayacucho.  

                  Ingeniero, metalmecánico, nació en la Sabana llanera, y regresó en la edad dorada. 


“ No hay muchos Felix que sean felices, ni tantos placidos que sean plácidos, ni tantos Prósperos que sean prosperos” dijo Felix Antonio Enciso Velasquez,  al iniciar la entrevista que dio origen a esta crónica sobre la vida de este joven llanero que nació al medio día del 1o de julio de 1.952, momentos antes que el medico de la localidad abordase la avioneta que decolaría a la capital de país. Por el apellido, tiene ancestros libertarios, y como tal, desde niño se enamoró de las llanuras, las garzas, morichales, mujeres agrestes, prietos potros y rejos para enlazar deleitándose de las melodías del arpa y el canto vaqueril. Luego de los años productivos en la capital, cual caballo alazán, regresó a San Martín  en 2.014 para avivarse con los recuerdos junto con un amor eterno nacido en el vigor mozo transcurrido en la universidad que partió, cual manada de blancas garzas, en un atardecer del mes de la Virgen de  Manare en 2.018. Es el cuba de una manada, consentido por los viejos, que intenta morir como los abuelos, montado en un caballo trabajando en vaquería y entonando historias jaropeadas con personajes de sus amores a quienes aprendió a cantarles escuchando a las peonadas y a los juglares que se divertían armonizando las fondas  que empezó a frecuentar desde los 11 años viendo a los mayores buscando amores furtivos que nacían con la luna y morían al aparecer el sol. Su nombre, Felix Antonio, esta predestinado a restaurar el legado de sus antepasados, pues hubo una razón mayor de los padres al bautizar a uno de los hijos, ya con el nombre del abuelo o del mismo padre. Igual ocurre con la mujer. Otra cosa es que las generaciones actuales no muestren interés en buscar el significado y relación del nombre con la familia. 

Por las ideas libertarias de los antepasados, a mediados del siglo XX los sanmartineros fue un pueblo liberal, y como tal, se revelaron contra los chulavitas que aparecieron  en el gobierno de 1.946 a 1.950 propiciados por un gobierno conservador conocida, esta oscura época, como  la violencia partidista.


En tierras de la guerrilla liberal del medio siglo pasado



Felix Antonio Enciso Velasquez es hijo de Felix Antonio Enciso López y “chelita”, la señora Griselda Velasquez Bocanegra, ambos nativos del lugar que fueron propietarios de un hato de diez mil hectáreas.  Enciso López fue amigo personal de Dumar Aljure Moncaleano, un militar que desertó de las fuerzas militares colombianas con motivo de la violencia  partidista que se fraguo con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 9 de abril de 1.948 levantándose en armas contra el gobierno que lo bautizó como “guerrillero” por su temple y capacidad psicológica de identificar a quienes le mentían, surgiendo con los años numerosos mitos sobre su personalidad y lucha política en esa época colombiana de la expansión agrícola con la colonización de los llanos orientales. 


                                 Los abuelos con el nieto menor.

Felix Antonio y dos hermanas tuvieron fincas en San Juan de Arama. Una de esas fincas, Felix Antonio la bautizó como “Los arrayanes” que había vendido a un funcionario del Ejercito Nacional que actuaba como pagador. Fue éste nuevo dueño quien le informó a Encizo López que estaba programada una operación militar envolvente a Dumar Aljure. Dumar fue prevenido por él, pues había sido garante en el encuentro, en la finca Candilejas, de Dumar Aljure y Hernando Duran Dussan, quien le prometió gestionar al alzado en armas un armisticio en el congreso de la República.


"Los falsos positivos" una táctica militar


El capitán Aljure ya estaba cansado de estar escondiéndose y desanimado por los desplantes, engaños y promesas incumplidas del senador  Hernando Duran Dussan, liberal que fue alcalde de Bogotá y ministro, era  conocido por su beligerancia contra el poder conservador, y quien canalizó el descontento de los alzados en armas, los llaneros:  Cheíto Velásquez, Guadalupe Salcedo,  los hermanos Bautista, los hermanos Parra, los Fonseca, y otros de comparable valentía para ingresar a la política nacional.

Dumar hizo caso omiso al aviso de Felix Antonio y se quedó en casa con la esposa y dos hijas. Esa noche, 2 de abril de 1.968 se acostó tranquilo con su familia en la finca de su propiedad en el corregimiento de Puerto Limón, Rincón de Bolívar, paraje de San Martin, Meta.

Ese mismo día, en Granada, en el batallón organizaron e implementaron la “Operación Bolivar” con unas unidades a las que avivaron la venganza ya  que, supuestamente,  Aljure había emboscado a una patrulla y todos habían muerto. El ataque a la vivienda del “guerrillero liberal” empezó antes del amanecer y la confrontación duró todo el día. Sobre el atardecer, un militar, mediante megáfono, anuncio que si se entregaba, le perdonarían la vida a la esposa e hijas. El, cansado ya de la persecusión, y de la batalla del día, volvió a confiar en el emisario del gobierno, permitiendo que la esposa e hijas salieran del interior de la casa para entregarse y preservar la vida. Cuando iban en la mitad del patio que separaba a la casona con un potrero, recibieron una granada que el mismo Dumar, devolvió a los soldados; pero una segunda granada acabo con la vida de sus mujeres. El llanero, al corroborar el engaño y al sentirse sin familia, ingresó a la casa y se suicidó a eso de las seis y media de la tarde del 3 de abril de 1.968, cuenta la historia que plasma la vida de este llanero levantado en armas y que Enciso Velásquez debió vivir de adolescente en unas vacaciones de semana santa.


Así como se pierden las costumbres ancestrales, también los apellidos. 


Felix Enciso Velásquez, tiene dos hermanos. Un varón,  de profesión ingeniero civil que trabajó en Venezuela y logró salir oportunamente de este país para radicarse en E.U. en donde murió de una afección respiratoria a los 76 años, y una hermana mayor de él. Hizo la primaria en un colegio privado en San Martín, cuya rectora, recuerda por los castigos que colocaba a los estudiantes: Estar de rodillas sobre tapas de cerveza o granos de maíz, regla en la palma de la mano y vara por la cola.

Del rejo y los caballos a los libros y el conocimiento.



El padre dio estudios superiores a los hijos. Enciso Velásquez empezó el bachillerato en un colegio privado en Bosa, Cundinamarca. “Por ser la mierda que no tapó el gato” cuenta, es el cuba y por el temor del padre de no alcanzar a darle estudios universitarios, acogió la recomendación de un amigo y  matriculó al menor a estudiar en el Instituto Técnico Central de Bogotá para que aprendiese un oficio y pudiera defenderse en la vida: Allí, cursó hasta 4o bto., año que llegó a repetir en la ENSIN en Zipaquirá en donde se graduó como técnico en electricidad en 1.972. Un año después inició estudios de ingeniería metalúrgica graduándose en 1.977 en la universidad Libre de Colombia. Cerca a un año duró consiguiendo trabajo, presentando entrevistas, pero como ya se había casado, con el amor eterno, debió trabajar como vendedor de viajes de turismo para atender las necesidades del hogar, campo en el cual fue exitoso y logró comprar a crédito el primer radio transistor y la nevera, construir con sus propias manos la cama nupcial y la cuna para la niña usando reciclaje de pino canadiense.

                         Todos los días acude a la sabana a apreciar los ganados.

Por un   sugerido de la universidad, el lunes santo, sin exámenes, fue vinculado laboralmente  en   1.979  por la empresa IMAL LTDA., como jefe de control de calidad, cargo en el cual se desempeñó por 8 meses para asumir, luego,  la jefatura de la planta. Posteriormente asumió la gerencia técnica con responsabilidades a nivel latinoamericano,  cargo en el cual se desempeñó hasta el 30 de enero de 2.013 que se pensionó para retirarse a las llanuras a vivir cual gabán alimentando el sueño de tener una avioneta para regresar ocasionalmente a la capital del país a almorzar. 


                  El ingeniero, egresado de la escuela Normal Industrial Nacional de Zipaquirá en jornada de capacitación con el personal de la planta.


                   Con los retoños de sus amores

Se casó con Marina Rossero en 1.978, un año antes de graduarse de ingeniero. Fueron padres de dos mujeres y un varón. Ella nació el 12 de julio de 1.954 y compartieron amándose por treinta años. Murió en Villavicencio por una afección respiratoria en 2.018, dejando un profundo vacío colmado por la soledad, las garzas y loros, los amaneceres y ocasos llaneros que, cada día, evocan los amorosos recuerdos que se tejieron en los nidos de amor que hilvanaron juntos.  Andrea Vibiana Enciso Rossero es diseñadora industrial. Ormella Tatiana, es medica. Y Felix Armando, es publicista.


              Registro del día de la boda, siendo estudiante universitario.

Felix  Antonio Enciso Velasquez es de constitución maciza, estatura media del llanero y costumbres sabaneras. Si bien la capital lo acogió y le permitió desarrollarse profesionalmente y disfrutar de una familia, el llano lo atrae, cual manigua al tigrillo. Las sabanas lo enamoran. Y los caballos y las vacas lo distraen y  evocan gratos recuerdos de  niñez.  Desde las tres de la mañana acostumbró a levantarse para asistir a la jornada de ordeño. Por ser niño, le permitían treparse en las varetas del corral, y desde allí, contemplaba como  los vaqueros con sus linternas y en con silbidos y cantos atraían a las vacas al ordeño. Recuerda la fascinación que sentía con las caricias del rocío mañanero. Describe el deleite que produce el contemplar la aparición del sol en el oriente y la rápida desaparición de la madrugada. Se extasía contando las sensaciones que le produce, aun, las bandadas de aves blancas que vuelan en manadas por las llanuras y el despertar de las musas musicales y poéticas que trae cada ocaso sabanero.


“Comino” se llamaba su primer caballo regalado por el viejo. Con él, desde temprana edad aprendió las faenas del raso llanero para arrear manadas a largas distancias con el apoyo de varios  vaqueros.  Contó como eran  esas faenas vaqueriles. Encabeza la manada, “el cabrestero” un vaquero que monta un brioso caballo y con sus cantos  encanta a los animales que los siguen cual almas al purgatorio. “Afile, afile ganado por la huella del cabrestrero, cogele amor al camino y olvide el comedero” me cantó narrando la melodía de todo cabrestero. A la manada lo rondan dos “orejeros” con sus corceles que tienen como tarea centrar a los animales por el camino que hace el cabrestero. Ellos conocen las orejas de cada animal y saben que según el movimiento de ellas, los animales podrían desviarse  están atentos a que eso no ocurra. En la cola de la manada van 4 o 5 vaqueros, poniendo el ritmo y juntando e igualando el lote, recogiendo los quedados becerros y cargándolos detrás de la montura en el caballo.

“Las gaviotas” se llama aun el Hato con una extensión inicial  de 10.000 hectáreas en las que pastaban mas de 1.500 reses, cuya tradición familiar en la propiedad data desde la colonia. Felix Antonio la recibió como herencia del padre, Facundo Enciso, y éste  la heredo a los  12 hijos, quienes, por mutuo acuerdo, las mujeres recibieron ganados, y los tres varones, la tierra que se repartieron entre ellos en iguales proporciones; pero, por la presencia paramilitar, fue vendida a un comerciante de Puerto Rico con facilidades de pago. Este tomó posesión de ella, fue al pueblo a traer la primera remesa para ponerse a trabajar y no regresó. Fue asesinado, entrando el predio en un litigio sin pruebas a favor de los vendedores, y los Enciso perdieron “las gaviotas”.

Con Félix  Antonio Enciso Velasquez nos parecemos en los gustos y habilidades.  A las hembras las contempla por la reversa. Le gustan con sólidos y fuertes aplomos. Con pliegues varios que caigan en las tetas armoniosamente descolgadas en equilibrio con las demás mamillas. Que sean femeninas y mansas. Sin cachos y con raza definida. Y de los machos, los prefiere puros con sangre de razas lecheras, con aplomos fuertes paralelos y fornidos, y entre ellos un escroto delgado en la raíz y amplio al final que caiga perpendicular al suelo y que tenga forma de calabazo invertido.   Nos arrullaron las aves; los arboles fueron nuestros aviones; los caballos nuestras bicicletas; los rejos nuestra cuerdas para saltar; los perros, nuestras mascotas; el llano nuestro ñañá, los arroyos, nuestros campos deportivos; los anzuelos los proveedores de pescado; los sombreros, las cachuchas; el cielo, nuestra casa, los amaneceres, la fuerza para afrontar cada día con entusiasmo, y los ocasos, nuestras musas.

Fue en la adultes que encontramos el sabor y el deleite en componer. Mis poemas, un canto a la añoranza; y los de él, historias joropiadas. Mientras él se obnubila en el extenso llano y los arreboles del río Camoa para dar melodía a sus composiciones, yo me retiro a la montaña y con el olor de pinos y eucaliptos y el aroma de las margaritas y begonias, escribo historias sin contar para dejar en este blog las memorias de personajes anónimos que  fueron dejando, con humildad, pisadas  imborrables en quienes tuvieron la dicha de conocernos.  En nuestra mocedad, él cargaba una libreta en la que escribía los poemas que regalaba a las féminas que le despertaban las hormonas cual ternero cruzado; yo , en otra libreta, escribía cartas para atraer a las hembras, cual  canto de un gorrión. Pero ninguno componía para que los del mismo sexo nos leyeran. Fue la experiencia y la soledad la que nos despertó la lira de la composición poética y narrativa al contemplar con otra óptica la naturaleza que nos atrapa, nos relaja y nos arrulla, nos excita e invoca a componer. Mientras que para Felix  Antonio Enciso Velasquez, el llano inmenso lo hermana a la tierra, para mi las montañas me trasladan al paraíso. A él, los joropos le activan el sistema nervioso y lo conectan con la tierra; a mi, los torbellinos y las guabinas me ponen de pie hasta para bailar solo. A él, le encantan los panes y panderos de arroz. A mi, las almojamas y amasijos. A él, las morenas de ojos de luna y piernas bailarinas son inspiración. A mi, las mujeres recatadas, esbeltas y elegantes cual gacelas me atraen como la miel a las abejas.


Siendo niño gustaba de los bambucos, tarareó a Uri, los Cisnes, la sombrerera y Maria Antonia. Siendo adolescente gustó de la música gó gó, en especial  las canciones de Oscar Golden, Viky y la cantante Mariluz, de quien fue novio y pareja en las empanadas bailables mostrando las experiencias tomadas desde los 11 años que empezó en su “comino” a frecuentar los fines de semana la zona de tolerancia. De universitario, las rancheras animaron los fines de semana compartidos con chicos de la misma edad y condición, pero fue precisamente en los espacios universitarios en donde brotó con fuerza la pasión por el joropo, pues amigo del sanmartinero, maestro Carlos Rojas Hernández de gira reciente por Japón, quien le enseño a tocar el cuatro.


El amor a la tierrita, a las sabanas y morichales.


12 años antes de pensionarse, regresó a su tierra, y en sociedad, empezó una lechería, comprando una finca, “Mi fe” de 19 hectáreas. Pensionado en 2.013 y viudo desde 2.018, Felix  Antonio Enciso Velasquez vive mas en la finca, distante unos kilómetros de San Martín y en las frescas tardes llaneras se entretiene   charangueando y componiendo.   entre sus composiciones, citó  estas historias joropiadas:

“Quero volver a mi tierra”

Aquí me paro a cantar
al pie del arpa amaranto
para que todos me escuchen
el tañido de mi garganta

Me voy a presentar
a toda la tierra plana
mi nombre es Felix Enciso
el tenor de la sabana

Cuando mi hija sabaneada
en el hato de mi taita
domaba un caballo moro
rápido como  una bala

El tenia sus condiciones
grande y de muy buena estampa
para coger los fallidos
y curar la becerrada

En  los fines de semana
para el pueblo me cargaba
a visitar las muchachas
y cantarle mis tonadas

recuerdo que en una tarde
viernes de semana santa
lo mato una cascabel
y allí quedó en la cañada

desde entonces ya no he vuelto
a cantar en las parrandas
por eso es que me entretengo
cantando esta guacharaca..

Cual poeta que la tierra lo ata y el amor es el aliento,  le ha compuesto al ser mas bello del universo: la mujer. A la tierra, por lo vivido en la niñez y en el hogar paterno. Y al amor ,por el idilio eterno del primer amor que partió a preparar la boda celestial, mientras él, es consentido por el varón y sus princesas, testigos del  inmenso idilio con Maria Rossero.

Madre, esposa y compañera”

Quiero cantarle al amor
en esta noche serena
para poder expresarle
todo lo que mi alma lleva
a la que se unió conmigo
pasé tantas primaveras

Cuando yo la conocí
vi su mirada altanera
enseguida me flechó
parecía sentir candela

Con ese porte elegante
y como una gacela
de inmediato me propuse
hacerla mi compañera
y fue así como surgió
esta gran boda llanera

de esta unión puro y sagrado
nació una familia buena,
fruto de ese gran amor
un varón y dos princesas

menos mal que Dios les dio
una madre verdadera
para guiarlos como estrellas
y que no pierdan la cuenta
por las rutas de esta vida
maliciosa y traicionera

Ya con esto me conformo
se que bien valió la pena
ya que nuestro hogar
les sirva  de escuela
para cuando ellos les toque
realizar estas faenas

Nos casamos en silencio,
omitimos la rochela
nuestro amor, sueño profundo
y nuestra pasión ,hoguera

Así he pasado la vida
con mi gorda, con mi negra
no importa como la llame´
lo que importa es que la quiera
y así permaneceré
hasta que la muerte venga

Y si es que los muertos aman
allá en la mansión eterna
la estaré esperando
hasta que ella  muera
pues ella ha sido mi vida
madre, esposa y compañera.

Regresando a la sabana empezó a añorar las enseñanzas del padre que ahora necesitaba para vivir, cual llanero, en las extensas llanuras revoloteadas de recuerdos. Lamenta no haber aprendido a identificar la sabiduría del llano, el manejo de la tierra y los ganados y la riqueza de las sabanas. Recuerda con tristeza las faenas moviendo lotes de ganado junto al abuelo y los 9 hermanos. Lamenta no haber acogido los consejos sobre el matrimonio y los negocios antes de casarse. La partida del viejo solo se borrará con su partida. Felix Antonio estaba en Bogotá en la casa del hijo, quien tenia jornadas intensas y extensas en la fabrica.  Ese 10 de febrero de 1.986 es una fecha tallada en su corazon. Su hijo varón entraba, a los cuatro años, al jardín. Mariela, fue modista e invirtió parte de la noche terminando el uniforme para el niño, circunstancia que le permitió escuchar los lamentos de dolor del suegro causados por el desenlace que lo sumió en un coma diabetico ese día, sin poder hacer nada, pues trabajaba al otro extremo de la ciudad y no había maneras de comunicarse.

Los recuerdos de la ENSIN


Recibiendo el diploma de bachiller en 1.972


Junto con el combo de las parrandas estudiantiles que animaban parrandas en Zipaquirá.




Entre los días 8, 9 y 10 de noviembre los egresados de la Escuela Normal Nacional Industrial de Zipaquirá en 1.972 se reúnen  por primera  vez para reencontrase, restablecer la amistad y hacer reminiscencias de la época estudiantil.

Enciso Velasquez, recuerda de Luis Alberto Lopez Valero, apodado el “chulo”  porque fueron mancornas en el transcurso de los estudios secundarios. Por el gusto por la música, nació una empatía que les permitió hasta compartir amorres, conquistar gemelas, animar parrandas, participar en otras y recorrer barrios en búsqueda de zipaquireñas.


                         Compartiendo con los amigos en el bachillerato.

Por ser del llano han mantenido una amistad con Plácido Montenegro con quien conoció Facatativá, y allí, encontró otro un amor fugaz. Menciona a James Cardenas y el mono Miguel castro, a Luis Alfonso Quesada porque tenían afines gustos por otros menesteres.  A Jesús Antonio Mahecha, José Valbuena, Norberto Cubides, Raul Sanchez y al suscrito cuando nos reuníamos a estudiar calculo y hacer las planchas de dibujo en la casa del barrio Algarra de doña Celmira.

Félix, ese joven llanero dicharachero que conocí en Zipaquirá, es un adulto que disfruta la ganadería como pretexto para vivir en las sabanas, espacios que evocan los recuerdos de infancia en los cuales, quienes nacimos a mitad del siglo XX, deseamos regresar para vivir muriendo con los recuerdos que avivaron el diario transcurrir existencial.

#NAURO TORRES
cronista por hobby.

San Gil, octubre 20 de 2.019

























Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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