San Gil, 13 de noviembre 2025
Indeleble
Señora
Margarita
Cripta 01
bloque 2 Catedral Nuestra Señora de la Nueva Baeza
San Gil,
Santander, Colombia.
Perenne saludo:
Me amaste
desde el biberón, y yo, te ofrendé mi afición, siendo un polluelo. Alcanzamos
un decenio de espera y tu profesor de filosofía nos dio la bendición el 10 de
agosto de 1.973 en el templo de Barbosa, Santander, Colombia. Un día despues,
nos separó la obligación laboral; tu a tu escuela en Providencia en Puente
Nacional, y yo, a la escuela urbana de la Belleza en el mismo departamento a
empezar mi labor docente. Un año despues, logramos unidad familiar con tu
traslado para reemplazarme, y yo, empecé la misma labor en el Colegio San Juan
Bosco del mismo lugar. En ese mágico y violento poblado escondido en las
arrugas de la cordillera central, empecemos los dos a hilar nuestro nido
marital. Tu a tejer las cobijas, y yo, a cepillar, armar y pintas los muebles
de comedor y sala. Entre libros, planillas, cuadernos y oficios compartidos en
el hogar testigo de nuestra desenfrenada pasión, concebimos el primogénito,
quien se convirtió en fontanal de nuestros anhelos por iniciar estudios
universitarios y en venero en nuestro empeño por una pedagogía liberadora
impregnada de afectos en la que los educandos y progenitores, no se fueron
objetos, sino sujetos de su propio desarrollo cognitivo, intelectual y
transformador.
Solo nos
teníamos en nuestro pensar, en nuestro actuar, observar y sentir; pero para los
gamonales políticos éramos opuestos ejemplos para los discentes a quienes
inducimos a ver la pasa como norma de convivencia y al otro, hermano u
opositor, como el prójimo, y lograron trasladarme del corregimiento al que
llegué como maestro departamental.
Tu suegro
siempre me predicaba: Dios no abandona a sus apóstoles. Y un buen sacerdote
que, años despues, fue declarado el personaje más Es un poemario de una mujer cubana
que lucha por dar a conocer sus creaciones líricas viviendo en un pais sin
oportunidades, sin servicios públicos permanentes y sin medicinas y
tratamientos para los virus importante del siglo XX en Santander
por su labor de cimentación de la economía solidaria y las pastoral social de
la Iglesia católica, me acogió en el Instituto de Liderato social de Zapatoca
en nuestro departamento. Y a esta ciudad levítica llegaste meses despues,
celebrando tu compañía con la gestión y nacimiento del segundo retoño de
nuestra fusión sanguínea. Fueron 360 meses que estuvimos en esa ciudad colonial
cuyos residentes se les reconoce como tacaños por ser metódicos en el ahorro
como inversión posterior. Por mis habilidades en la escritura y la locución,
fui traslado a la Villa de San Gil y la Nueva Baeza a empezar de nuevo un trio
de proyectos: Prensa y radio, diseño de material didáctico y alfabetización
para adultos. 20 años compartimos en esta ciudad colonial, otrora centro de
venta de esclavos y en 1.780, faro de la revolución comunera, preámbulo a las
guerras de independencia que nos dieron la libertad en el continente
sudamericano desde 1.819.
La mitad del
tiempo compartido con nuestros cuerpos, saberes y haceres, nueve fueron para ti,
tu viacrucis y para los dos, nuestro silencioso calvario. Tu cabellera siempre
fue brisa de seguridad, tus miradas, oasis de ternura y amor; tus brazos,
malacates para mis inseguridades; tus
volcanes, bombones de seducción; tu boca, paila efervescente de mi frenesí; tus
piernas, vástagos de mis maromas, tus zanjas, piscinas de mis borbotones; tu
boca, hornilla de mis pasiones. Aunque lo he intentado borrar ese viernes en la
noche de 1.991 cuando celebramos la aprobación de la nueva Constitución de
Colombia, aun en espera de su aplicación total, cuando en mis desmedida pasión succionando
y acariciando sus senos, en el derecho encontré una masa interna que apagó de
súbito nuestra entrega pasional. Confiamos en el medico familiar, no medimos su
idoneidad, y omitimos acudir al especialista para un diagnóstico más preciso.
Sarmiento, el costeño, extirpó la masa. Ocho dias despues, los resultados de la
Biopsia revelaron positivo. Acudimos a Leónidas, el cirujano amigo, quien
contactó al mastólogo y programaron la extirpación mamaria. Aún conservo la
libreta en donde registrábamos las viajes, tratamientos, medicinas, paliativos
y medicamentos biológicos esperanzados en no registrar episodios en los
primeros 60 meses posteriores a la mastectomía.
Desde el mes
58 empezaste a sentir síntomas en el pulmón. Acudimos al cirujano Rojas, quien
fue el designado por la aseguradora. Y empezaron las fases de radioterapia,
quimio y tratamiento para el dolor. Perdiste, peso, tu cabello y tu belleza
física empezó a revelar los efectos colaterales de los tratamientos. Los dos
siempre estuvimos esperanzados que lograríamos extirpar las manifestaciones
malignas, pero, el daño trasmutó a l cerebro y las estaciones a la cruz fueron más
cortas.
Recuerdo tus
ordenes impregnadas de mis lágrimas y expresas con ilusión: Los cuatros hijos
no debían enterarse de los carcinomas extraídos y cuyas raíces continuaron
trasmutando en tu cuerpo. Los tres mayores en la universidad, y la menor bajo
mi cuidado. El ir y venir a Bucaramanga fue frecuente hasta cuando ya me
notificaron que la inevitabilidad del punto final.
No he logrado
raspar de la memoria ese fatídico lunes 13 de 2.000. Ese día no fui al trabajo.
Estuve en casa. Estuve junto a ti en el nuestro lecho nupcial. Al empezar a
toldar el calor, solicitaste a cada uno de tus hijos que entraran a nuestra
recamara, y luego a tu hermana Consuelo que llegó sobre las cinco de la tarde.
Habías perdido toda movilidad, tu ajado y enjuto cuerpo empezó a tornarse
morado desde tus hermosos pies de afrodita como si la sangre perdiera su
circulación. Me recosté a tu lado. Te abracé y fui besándote con el cuidado que
demanda deshojar una rosa. Te besé y el aroma de la pomarrosa tornó en acidez y
la rigidez de tus labios fraccionó mis caricias, y expiraste. Bajé con cuidado
de la cama y me postré dando gracias a Dios porque había extinguido tu dolor y
ahogado tu respiración. Informé del desenlace y entre el llanto y la
desesperanza nos unimos en una plegaria de gratitud por ejemplar, amorosa y
emprendedora vida.
Hoy se cumplen 25 años de tu física partida, pero tu amor prevalece en mi
respiración, tus registros corporales están pintados en mi memoria; tus 280
epístolas en diez años de amores conforman encuadernadas con las mías, reposan
en el baúl de pino que mi madre, mandó hacer para empacar mis pertenencias
rumbo al seminario de Mosquera en donde anduve tres años, para evitarlo por
acoso sexual del director espiritual.
En la cripta
01 bloque 2 de los osarios que están en la catedral de San Gil, florecen rosas
rojas que se marchitarán cuando mi familia deje junto a tus cenizas, mis
cenizas con la que solicité a nuestros hijos alfareros que hagan un cáliz y en
él, depositen periódicamente agua para que beban las aves que viven y tornan
cada tarde en el bosque que fue nuestra cuna de amor y escudo de adversos
vientos que nutren el olvido de nuestros descendientes.
NAURO TORRES
QUINTERO
Escritor
colombiano
https://naurotorres.blogspot.com/2025/09/sabiduria-en-poesia.html



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