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miércoles, 12 de agosto de 2015

EN EL EMBLEMATICO CAFE TORTONI DE BUENOS AIRES


El interior del café

El frontis del café

No hay mas parisino, cuando se esta en la ciudad luz, que hacer un descanso y sentarse a beber un buen expresso en alguno de los cientos  de bares que desde antaño están en la ciudad; y hacerlo en el Café de la Paix es impregnarse, por un momento, de la pintura y la poesía.  Los frescos que decoran su interior y su proximidad con la Ópera Garnier de París, hacen de su clásico look un museo más que un simple restaurant. Una vez adorado por escritores franceses como Guy de Maupassant y Émile Zola, este café es tan conocido que pasa a la categoría de imperdible.


Otra opción, según el gusto, es  beber el café  en Le Select, uno de los grandes cafés parisinos clásicos, tiene prácticamente el derecho a ostentarlo debido a la larga lista de clientes connotados que lo han visitado. Cito a modo de ejemplo: Henry Miller, Ernest Hemingway, Pablo Picasso y F. Scott Fitzgerald, quienes disfrutaban bebiendo café bajo su terraza, mientras el sol iluminaba el Boulevard. Azulejos de mosaico en el suelo y sillas de mimbre, Le Select lleva la impronta del clásico estilo de los cafés parisinos.


Y estando en Buenos aires, persona amante del pasado y de las novedades del presente, luego de un día de intensa caminata contemplando a la París de Suramérica, el sentarse, al atardecer a beber un buen café en el  tradicional  café Tornoni, el mas antiguo de la ciudad,  mas que un deleite, es una contemplación a las reliquias gráficas que muestran a sus visitantes al igual que  la lista de personajes ilustres que lo han visitado desde 1858.


En sus mesas de mármol y sus paredes está presente una parte importante de la historia de Buenos Aires, ya que entre sus clientes más destacados se encontraban los escritores Jorge Luis Borges, Luigi Pirandello, Federico García Lorca y Julio Cortázar, así como los músicos Arthur Rubinstein y el mítico Carlos Gardel. Carlos Gardel tenía siempre una mesa reservada para él, lejos de la vista de sus admiradores? De acuerdo con el poeta Enrique Cadícamo, era la que se encontraba en el costado derecho del salón junto a la ventana entrando por Rivadavia.


Los cafés en los pueblos y ciudades con algún patrimonio histórico, eran y siguen siendo en buena parte de ellas, el lugar para charlar, compartir, hacer negocios, incluso para admirar a alguna linda dama.


En Bogotá, ciudad que sigue incrementando el flujo de turistas extranjeros y nacionales, goza de cafés con gran solera que es reconocido visitar alguno de ellos; por ejemplo en el centro de la ciudad esta el Café Pasaje. Este café-bar se encuentra en la plazoleta del Rosario y durante décadas ha sido lugar de reunión de los empleados de las oficinas aledañas. Merece la pena pasarse un viernes por la tarde a tomar unas cervezas. Carrera 6 # 14-25. Otro muy agradable es Café San Moritz. Aires cachacos para una de las cafeterías con más solera de toda la ciudad. Curiosamente, aún siguen elaborando el café con una vieja máquina italiana de principios del Siglo XX. Calle 16 # 7-91.


Quienes nacimos en el siglo XX y en el transcurso de la existencia gustamos de las manifestaciones culturales de donde se vive o, se viaja a conocer, registramos nuestra presencia como una contemplación a aquellos varones y mujeres que emprendieron algún iniciativa que prevalece en el imaginario de los habitantes y visitantes.


En San Gil, por ejemplo, un buen tinto se degusta en “La Polita”. En Puente Nacional, el “dulce de doña Silvia de Mosquera”, es obligatorio para residentes y visitantes.


Es mi caso, en mi breve periplo por Buenos Aires, del cual contare en breves notas y fotografías, el  gusto por estar en una verdadera reliquia cultural del continente latinoamericano.

NAURO EN EL CAFE TORTONI

Al fondo la fotografía del  café mas antiguo y que prevalece en Buenos Aires

NAURO EN EL TORTONI CON INVITADOS

Posando en el lugar clásico dentro del café para registrar la visita al Tortoni.

NAURO Y GARDEL 1

Posando al lado del busto a Gardel

EFIGIE DE SABATO EN EL TORTONI

Y la fotografía del recuerdo, un carboncillo a Ernesto Sábato, el autor del Túnel, novela que gusta en todas las edades.

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