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jueves, 3 de marzo de 2016

KAUMAKLI, la enigmática ciudad subterránea para 20 mil habitantes.

 


DESDE LA ANTIGÜEDAD, LA SEGURIDAD ESTA  EN LAS ROCAS
 
Turquía es un cofre de sorpresas para el turista y una joya prehistórica cultural para el mundo, tanto oriental como occidental, tanto cristiano como mahometano. Por estas y otras razones la UNESCO, a mediados de la década del ochenta declaró patrimonio de la humanidad al valle de Capadocia ubicado en el centro de Turquía.
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Acceso a la ciudad subterránea de siete pisos llamada KAUMAKLI, ubicada en el Valle de Capadocia a la que se llega por carretera bien asfaltada después de recorrer 20 kilómetros desde el museo a cielo abierto mas grande del mundo hasta ahora conocido. (Fotografía de Nauro Torres)
 
Dentro de esta maravilla del mundo está la ciudad subterránea de kaymakli compuesta de siete pisos totalmente tallada en rocas. Sobre el origen de su construcción hay dos hipótesis pero el fin para que se talló es en mismo. Hasta ahora unos investigadores dicen que fue esculpida por los hititas[1], otros dicen que fue cincelada por los cristianos ante los ataques árabes. Tanto unos como otros lo hicieron fue para guarecerse de los enemigos.
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Un aspecto del ascenso a la superficie luego de recorrer los siete pisos en los espacios permitidos para los turistas. Tanto el descenso como el ascenso transcurren por túneles ventilados con algún rayo de luz solar. Entre piso y piso observamos sendas piedras de igual tamaño a la entrada las cuales estaban previstas para cerrar o sellar el piso ante los enemigos. (Fotografía de Ximena León). 
 
 
Dicen los guías que en dicha ciudad vivieron unas 20.000 personas, es decir, hipotéticamente unas 3.000 personas por piso junto con sus animales y de mas medios para sobrevivir escondidos por meses.
 
 
Las rocas en las cuales se talló la ciudad fueron formadas por la lava y por esa razón era fácil su tallado y su textura mantenía el mismo grado de calor que era generado por los humanos y animales domésticos y los ambientes eran refrescados por la chimenea que descendía desde la superficie hasta el último piso.
El agua se depositaba en las cisternas que se surtían del agua del pozo ubicado a 140 metros debajo de la chimenea de ventilación.
En el primer piso, es decir, el pegado a la superficie del terreno en donde se estaciona y se toma la entrada, observamos un templo que gozó de un altar y un ábside que tenía pintada una cruz.
Pero lo más curioso de esta maravilla construida por los antiguos es que en el quinto piso se observa a la derecha, un túnel que une en una distancia de 9 kilómetros  con la ciudad de Derinkuyu[2].

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Un detalle del descenso entre pisos con un espacio angosto y bajo dejando la sensación en el turista que quienes diseñaron y vivieron en esta ciudad, eran humanos de baja estatura. Actualmente los espacios del recorrido gozan de iluminación artificial. ( Fotografía de Nauro Torres) 
 
 
Los pisos de la galería tienen una profundidad de 85 metros, pero hay algunos pisos profundos a 120 metros debajo de la superficie.
Los habitantes antiguos que usaron esta ciudad subterránea para guarecerse eran muy tácticos como se puede apreciar en el inferior de los de los túneles cercanos a la superficie que no conducían sino al mismo lugar de partida luego de recorrer hasta 4 kilómetros bajo tierra y al mismo nivel.
 
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Ya en cada piso se observan espacios con alturas para personas menores de 1.70 metros de altura. En los pisos se aprecian viviendas individuales con habitaciones, cocinas, red de agua y ventilación igual para todos los compartimentos de la ciudad, que además, gozaba de espacios para los animales domésticos. (Fotografía de Cristian Torres ). 

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Detalles de espacios familiares en niveles dentro de la ciudad subterránea tallada en la roca y que goza de recipientes para el vino y depósitos para las cosechas. (Fotografía de Nauro Torres) .

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Espacios semejantes a una ventana para comunicar los espacios usados por una familia en cualquiera de los pisos que apreciamos en el recorrido de la ciudad subterránea. Fotografía de Cristian Torres). 

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La foto muestra el espacio de ventilación para el complejo habitacional de la parte de la ciudad subterránea disponible para los turistas. Esta chimenea que une la superficie hasta el último piso descansa sobre un pozo que recoge el agua que es conducida a cisternas que eran los depósitos de agua de donde se surtían los habitantes de la ciudad. (Fotografía de Nauro Torres). 

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En el túnel de acceso a cada piso, observe la forma, las escaleras, los materiales y los accesos a los aposentos de las familias que compartían y tenían muchas cosas en común. Igualmente se puede determinar la clase de roca en la que tallada la ciudad. Una roca formada por la lava de color uniforme y de textura blanda que facilitó el trabajo de sus artesanos y escultores. (Fotografía de Nauro Torres). 

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Rocas como la de la foto eran las usadas para trancar y aislar los habitantes de cada piso e impedir que intrusos ingresaran a masacrarlos en alguna de las tantas guerras que vivieron en esas épocas.( Fotografía de Nauro Torres) 
 
 
OTRA CIUDAD SUBTERRÁNEA: DERINKUYU.
 

 
Esta otra ciudad subterránea, está a 9 kilómetros de la ciudad de kaymakli, aunque no la visitamos, se dice que en el séptimo piso hay una tumba romana, como era para más habitantes, la ciudad gozaba de dos entradas debidamente escondidas.
En 1985 estuve en Cuba por invitación de la Universidad UNISANGIL, y allí me maravillé de los refugios subterráneos que observé en una universidad de Santiago de Cuba para defenderse, supuestamente de los ataques gringos en la década del sesenta y setenta del pasado siglo; pero una vez conocida esta ciudad subterránea del valle de Capadocia, pude deducir que las culturas antiguas eran más ingeniosos y solidarios como se puede inferir al apreciar las fotos que ilustran esta crónica.
 

 
 
 
Luego de conocer estas maravillas de la naturaleza y de la humanidad en tierras de Turquía, y pensando ya en el avión de regreso a Colombia, viendo algunas de las fotografías del viaje, encontré con un elemento común. Un elemento inerte, hasta ahora considerado sin vida, pero sin esos elementos que sobreviven a las guerras de los humanos, a los cataclismos, y al tiempo, el hombre no hubiese encontrado rastros de los humanos de otras épocas. Ese elemento, ya en roca o en piedras talladas o vírgenes en sus espacios sin tiempo, son las que han permitido que los científicos establezcan el tiempo en que fueron talladas por el hombre. Labradas una a una para sobre-ponerlas a la superficie de la tierra, o talladas en la roca bajo la superficie como las ciudades que he mostrado en esta crónica. En occidente se muestran las proezas que hacen los ingenieros con edificios con numerosos pisos que se amontonan al cielo, pero en China encontré en el puerto de Hangzhou, edificios de mas de cinco pisos bajo tierra dedicados al comercio internacional como vitrinas en los que se pactan las exportaciones que inundan el mundo con toda clase de productos a precios irrisorios que se ofrecen en numerosos países de los continentes.
 
Para el común de las gentes hay elementos y mensajes que no les transmiten sensaciones, pero como en el caso de las piedras, así sea inertes, tienen una historia, una historia por averiguar y por contar.
 
 
San Gil, junio 19 de 2012.




[1] Los hititas, también llamados hetitas o heteos,1 fueron una población de origen indoeuropeo que se instaló en la región central de la península de Anatolia entre los siglos XVIII y XII a. C., teniendo la ciudad de Hattusa como capital. Hablaban una lengua propia indoeuropea, usando jeroglíficos propios y en otras ocasiones escritura cuneiforme prestada de Asiria. Aglutinó a numerosas ciudades-estado de culturas muy distintas entre ellas y llegó a crear un influyente imperio gracias a su superioridad militar y a su gran habilidad diplomática, constituyéndose así como la "tercera" potencia en Oriente Medio (junto con Babilonia y Egipto). Perfeccionaron el carro de combate ligero, empleándolo con gran éxito, y se les atribuye una de las primeras utilizaciones del hierro en Oriente Medio para elaborar armas y objetos de lujo.
[2] Esta ciudad ubicada a 20 kilómetros de la ciudad descrita tiene 20 pisos en los cuales podrían albergarse unas cien mil personas. La ciudad está conectada por un túnel con la ciudad de kaymakli.
































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