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jueves, 16 de junio de 2022

Evocada imaginación

 

Sexalescencia 

Pertenezco a la franja de población que no tiene entre los planes, envejecer y arrumarse en casa. Soy uno de tantos que trabajó desde niño, generó conocimiento, emprendimiento, empresa, familia, y desperté en miles de jóvenes los talentos para que volaran, por sí mismos, a partir de sus empeños, estudios e iniciativas haciendo siempre lo que más les gustaba y producía satisfacciones. 


Somos mayores que no vimos lo que hacíamos, como un trabajo, sino como actividades lúdicas; y hoy, gozamos el existir y el vivir cada día y cada noche, como si fuese el último, reconociendo y asumiendo los deterioros normales de la tercera edad.


No me considero sexagenario. Soy sexalescente. Y como tal, hago lo que disfruto hacer: disfrutar la naturaleza, el escribir y amar sin condiciones. 

Con un centenar de poetas de habla hispana, acogimos la invitación a participar en una antología digital con Sabor a sexalescencia. En ella, participé con el poema que hoy comparto con usted en mi blog.

Evocada imaginación


Imaginemos que nuestras miradas inevitablemente se cruzaron;

imaginemos que nuestros ojos se fijaron, unos en los otros;

imaginemos que nuestras voces, 

mudas quedaron al mirarnos en silencio;

imaginemos que nos enamoramos sin hablarnos.

 

Supongamos que nos seducimos mirándonos;

supongamos que nos fusionamos con los rayos del mañanero sol;

supongamos que nos acariciamos con los desnudos rayos de la luna;

supongamos que fuimos novios pasajeros y amantes eternos.

 

Fantaseamos que vivimos en la brisa de la aurora,

fantaseamos que navegamos en las espumas del infinito mar;

fantaseamos que nos convertimos en arreboles;

fantaseamos que convertimos el ocaso en cama nupcial.

 

Imaginemos que nuestro amor se acrisoló en rocío,

 nos fundimos en el aroma de las flores,

 nos difuminamos en el verde de las hojas,

 y las cenizas de nuestro escondido amor

pululan en los fulgurantes rayos de sol

y en la tenue luz de la luna primaveral.

 

Somos, evocada imaginación. 




Algunos de mis lectores se preguntarán el porqué siempre estoy

 haciendo algo. La razón es simple. No me siento a esperar la

 muerte.  Ella llegará en su tiempo. En ese entretiempo, continuo con

 mi artesanía de la palabra escrita. Con mi narrativa y mis poemas,

 estaré con usted en la cuarta edad; entendida ésta, como el estar en

 la memoria de los lectores.






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