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viernes, 12 de marzo de 2021

Helena Martínez Sánchez, pintora de versos

 

"Se construyen palabras,

En las páginas del alma,

Se escriben vidas largas”

Florilegio poético es su primer poemario publicado en 2.019. Contiene 124 florestas de versos tejidos en el transcurso de los años con la paciencia y la delicadeza de una pintora textual en los que revela ramilletes de bondades y gratitudes. En un lenguaje sencillo e ingenuo plasma su sentida inspiración creando aromas para el alma.

Helena Martínez: la hija, la maestra, la pintora, la declamadora, la poeta, la comunicadora; la cantante; la mujer que ofrece su tiempo para tejer historias con los infantes de algunas veredas de su San Gil querido. Helena Martínez, la “Cum laude” de UCC; la investigadora sobre la importancia del arte y el juego en la educación. Ella, la de la voz fuerte y tierna a la vez, ha dedicado su vida a la educación formal en su vida laboral, y ahora en su descanso pensional, ejerce su docencia en otros ámbitos comunitarios con la intención de continuar tejiendo el bien.

FLORILEGIO POETICO

Es su poemario. Y en él, su biografía de su ser, mujer, maestra y ciudadana. 

El libro, de encuadernación fina impreso a una tinta sobre papel ecológico de 90 grs, revela su concepción de su trasegar existencial. “En el ocaso” es el primer poema del Florilegio; dedicado a su padre al cumplir 90 años.

… “Eres padre mío, erguida palmera que despliega el viento.

ni las tempestades, ni los huracanes, ni los vendavales

que implacables, soberbios vinieron por tiempos,

atisbaron tan solo a horadar tu estirpe y honroso linaje”.

“Yo te venero humildemente padre,

por ti elevo plegarias inefables

eres aserto, en tu conducta recto,

egregio y digno bastión, baluarte inamovible

de tu identificable y pingue descendencia” …

Amor sublime amor: madre mía” es la segunda composición del poemario Florilegio poético. Es un poema que resalta la incidencia de la madre en el ser de la poeta maestra.  De él, unos versos, salteados:

“gocé mi primera maestra contigo en casa, mi hogar.

Afortunada y bendecida niña me sentí” ...

 

“Diez hijos corriendo por patios y corredores,

fueron causa diaria de grandes desvelos,

crianza ferviente mi madre dio a sus hijos,

buscando a cada paso hacerlos grandes,

señalando senderos, caminos presentidos,

cuidando tiernamente de tropiezos, torpezas y caídas

a sus retoños que interminable tiempo sostenía en sus brazos” ...

 

“Me enseñaste a sentir profundamente a sentir la alegría

y el dolor ajeno,

mi mano por ti aprendió a permanecer abierta,

tu ejemplo madre mía compromete y encamina mis pasos,

eres mi horizonte, norte y resplandeciente faro,

seguiré infinitamente tu sapiente guía,

dechado, baliza sagrada, nunca imaginada,

amada madre mía por siempre venerada”.

 

Helena revela la imagen de sí misma en su poema: “El yunque”:

El yunque soportando los golpes de la porra…

no siente, sigue inmóvil…

Así soy yo, cual yunque que resiste dureza,

inalienable, sin sus formas perder,

los embates del día con su tromba de sucesos

y cual bastión revisto todo lo que ha de ser”.

 

Como maestra, tiene una utopía. Así lo deja entrever en el poema: “Canción de beatitud”:

“Pensamientos perennes, campanas de gloria

para quien procede.

Su figura tallada está en la inmensidad.

Obras, sucesos y buenas acciones,

encuentran replicas en la eternidad”.

“Se admira ese joven que ayuda al anciano,

su mano está abierta y busca ayudar.

El niño que canta para deleitar y la tierna niña

que da su muñeca con desprendimiento sin escatimar.

El hombre que siembra amor y esperanza

que cumplido atiende su deber de hogar.

La dama solícita, amable, festiva y prudente,

tutelar de fuego y el calor preciado

en la digna crianza de la humanidad …

Bienaventurados sean por los siglos,

hombres y mujeres de todos los tiempos,

espíritus simples sencillos, comunes

que sirviendo al otro jamás conocieron

orgullos soberbios, altivos, mezquinos,

con su mano abierta, con su frente en alto

así caminaron hacia el más allá”.

Cual Poeta empedernida, canta describiendo objetos, otrora necesarios en la vida de las generaciones anteriores. Lo hizo al yunque y se comparó con él. En su poemario encontré este titulado: “En la Herrería”; una descripción lirica de las herraduras, tan necesarias en el transporte con recuas de mulas por los caminos previos a las carreteras.

“¡Enciendan la fragua¡¡Traigan el martillo ¡

El yunque ya espera el hierro encendido

Las tenazas largas para dar forma

A la hermosa, firme y útil herradura.

…De media corona la silueta curva,

Tiene seis huequillos donde van los clavos,

Cual gemas de regia diadema de honores

-sosteniendo firme la fuerte moldura-

 

Llegan ya las mulas, yeguas y caballos,

todos van en busca de alivio en sus cascos,

Gastados los traen y hasta adoloridos

-en algún camino perdieron sus clavos-

sus patas ni portan aquel adminículo

que les garantiza buen paso en el barro,

arcilla, cemento, espina o dardo

por donde transitan a diario en el campo” … 

Como educadora y con la intención de instar a los educandos a encausar sus vidas, encontré el poema: “Ensoñación”:

“…Es la vida, conjunto de emociones,

donde con el amor y las pasiones

se funden en un todo sin razones:

desdichas, logros, aciertos, y traiciones.

En mi vida de insomne, en mis desvelos,

no atino a descubrir ilusiones,

mis sueños se dibujan con borrones

que se me antoja fuesen nubarrones.

Entonces, cual luciérnaga en la noche,

reconozco la luz que llevo dentro,

escudriño profundamente mis sentidos

y encuentro que mi vida tiene norte.

pienso…si mis amigos son los desvaríos

que me llevan sin rumbo y sin destino,

desdibujando pronto el que a mi vista

pareciera fuera el horizonte.

Sortearé los baches, disiparé las zarzas…

Abrojos, los muros, las espinas.

Seré valiente ante el sutil embate

de fuertes golpes y acciones peregrinas

alcanzaré por siempre la gloria bendecida

y el nombre del creador será mi guía”.

Conduciré a buen rumbo mi carruaje,

le pondré exploradoras rutilantes

que disipen las sombras persistentes,

e iluminen sin tregua mi destino latente-

sorprenderé a la estrella mas lejana,

-que por distante se creyó sin dueño-

porque con mi tesón sin limitantes,

con mi arrojo sin fin, sin dilaciones…

Te alcanzaré y realizaré mis sueños

-comprometida estoy con mis ardores-

y seré triunfadora como águila

que contra el viento remonta el cielo” …

 

“La vida siempre será un laberinto,

entre recovecos y encrucijadas

nos pone el peligro la paz y el solaz

y pronto sabemos que no todo es cierto” … 

Todo poeta es sensible y percibe como el tominejo, el néctar; de los espacios donde se crio y estudió; dejar plasmado en letras detalles de ellos, es usual en los poetas.  

“¡pueblo bonito ¡maravilla de la creación.

Paisaje radiante, variado, San Gil ¡qué primor ¡

gentes que profesan y ofrecen servicios cual canción,

con orgullo enorme, tan sencillamente, con fe y son temor…

tus estampas de pueblo viven en el recuerdo:

eran calles amplias sembradas con piedras rojizas,

casonas con patios, salares ¡qué bien recorrido ¡

escenario digno para el crecimiento de grandes familias…

por ti San Gil bello nostalgias siempre avivan recuerdo

y orgullosamente contemplo que creces en admiración.

mañana a la vista que busque la historia con sumo cuidado

he incline la frente, venere el recuerdo sin vacilación.

…” ¡Es la Normal de mis hondas nostalgias ¡

Sus amplios corredores, con barandal sin par,

La campana de bronce con sus toques sonoros,

Que marcara los tiempos para el grupo formar.

… Las cortinas doradas, enorme escenario,

El telón que arrogante tapaba y descubría,

La escena que a sus anchas se podía presentar.

Por allí pasaron los grupos de teatro,

Poesía, clausuras, corales y condecoraciones

Y cuantas obras más… ¡No logro recordar ¡

Pero al pasar el tiempo los aplausos de entonces…

Hoy…ya no fueron más.

Que angustia sentimos cuando al volver los ojos

a la esquina imborrable donde solía estar,

aquella casa noble de arquitectura recia,

solamente despojos hallamos al pasar.

 

Y para los poetas, el amor hacia el otro sexo es un tema que se revela en cada verso. Sin él, sin ella, la poesía no tendría tanto sentido, ni significado. Y Helena, desde su cordura de maestra, enfoca el amor no desde el eros, sino desde la equidad y la igualdad, la paridad.  De su poema: Delirio:

“Tanto te amé

sin señalar fronteras

que no creo soportar tu engaño.

Creo moriré

confiada que me amaste

y la vida feliz conmigo disfrutaste.

¿Me engañaste?

No lo creo.

¿Te engañaste?

Sí…

Tal vez.

Del poema, “Instantes”:

Amar…excelso instante,

prolongación sin limite

cuando el amor es firme.

para el enamorado

un siglo es un instante.

Y para el que no ama,

los instantes no existen.

Cada poeta tiene su visión sobre el genero lirico. Y del particular, poco se escribe. Lo hacen los críticos, o tal vez, algún cronista. En el Florilegio de Helena Martínez encontré dos poemas que resalto en esta historia: El primero titulado: “Encantadora poesía”,

Para cantarte a ti ¡oh milenaria musa ¡

Habitante cautivadora del parnaso,

preciso es que el numen

-misterioso poder fascinador-adorne al bardo,

que el poeta en su mente reciba con afluencia,

inspiración, para plasmarla en versos de idealidad,

de fecunda y copiosa riqueza en el lenguaje.

¡Oh¡Poesía magistral compañera del preludio nupcial.

Contigo, enamorados vierten de su ser, en verso, en prosa,

el idilio de los encantos que en su amado

o en su amada ven

y que asemejan a la flor naciente,

al primer vuelo del pichón implume,

al arrullo de fuente cantarina

que va de canto en canto susurrando melodiosa,

al céfiro que en tardes coloquiales

alienta la febril confesión enamorada…

¡oh¡ poesía consentidora de las soledades

y de horas amargas, aliciente.

cuando las penas y el dolor asoman,

el ser doliente compungido, llora,

la desazón la invade impertinente,

y con desdén ve transcurrir las horas,

tus versos con cadencia visceral,

son ambrosía y deleite celestial

que renuevan y alientan el espíritu;

sombrías cuitas y oscuras penas logran mitigar…

Termino esta crónica sobre el poemario de Helena con una “changua” santandereana. Así se titula el poema 9 de la pagina 30:

“Sírvame señora, por favor, un buen desayuno

que tenga la changua pintada de leche

con buena cebolla, cilantro y tostado

y huevitos criollos quiero que le eche.

 

Que traiga una arepa de maíz pela ‘o

con sus chicharrones y bien amasada

una taza grande de café cola ‘o

y trocitos blancos de rica cuajada.  

 

Me espera el trabajo allá en el maizal

y quiero abrazarlo con buena energía.

más tarde me trae señora al puntal:

ají, yuca, carne asada y limonada fría.


domingo, 7 de marzo de 2021

Atrapadas, confinadas, violentadas


"Si te retienen, insultan, atacan, pegan o amenazan; 

no te confundas. No es amor".


Dadora de vida, la mujer

actor de violencia, el varón;

ella, manantial de amor,

él, preservador del manantial.


 

Atrapada en el hogar, ella;

él, el acosador y agresor;

la posesión del feroz,

el manantial, seca.

 

Nacen, crecen los hijos en el desamor;

la violenta sociedad se nutre

de la agresión y acoso familiar.

 

Espiral es la violencia y acoso familiar,

en el arrebol del atropello macho,

los niños las víctimas inocentes, son.

 

El covid-19 nos confinó,

a la mujer en el hogar, atrapó;

y el varón violentó a Eva,

 sin medida y condición,

con el silencio cómplice

de una sociedad machista, agresiva e hipócrita.

 

Las pandemias pasan,

los países en conflicto hacen tratados de paz

las guerras, cesan dialogando,

pero el macho, no deja de serlo

y continúa cortando flores,

cegando vidas

y replicando en hijos, el maltrato a la mujer.


NAURO TORRES

Marzo 8 de 2.021

D.R.A.

  

lunes, 22 de febrero de 2021

El cerquero Jarantivá

 

Era gañán y guía a la vez. Dos castrados novillos blancos orejinegros era la yunta con los que trabajaba, sacando, tirando, arrastrando y acomodando piedras, unas cubiertas de hongos parásitos que cambiaban de tono según el clima, y otras, cenizas como la niebla matutina que transporta en diminutas gotas de agua para renovar el ciclo natural de la lluvia y mantener la tierra húmeda y productiva.

Una pica, una pala, una pate cabra, una barra, varias cuñas de hierro y tres palancas de arrayán eran las herramientas con las que destapaba, desenterraba, removía, montaba y acomodaba las piedras sobre una horqueta de champo que posaba atada sobre el yugo que los mansos bueyes tiraban tras el gañan quien iba regando la carga con la que reemplazaría los vallados por una cerca de piedra que convertía en cimiento, cual muralla indígena para separar los predios rurales y los solares para que ni los perros ni las aves molestaran la labranza que en cada hogar se erguía con verduras, granos o tubérculos para el consumo familiar.

Nació y se crio en la vereda Jarantivá y murió a los 94 años arrumado en la capital colombiana. Las tres terceras partes de su vida la dedicó a cuidar bovinos. En el siglo XX fue el primer ganadero que tuvo en la vereda Jarantivá de Puente Nacional, Santander, la cría el levante y el engorde de ganado criollo blanco orejinegro, hoy conocido como Bond traído por los españoles en la colonia.  De los seis hermanos varones, junto con uno menor fueron los únicos de su estirpe que triplicaron la herencia en tierras que recibieron de la progenitora, viuda joven que, una vez cada hijo cumplía la edad mayor, les fue entregando la herencia representada en predios rurales que convirtieron con los años en pastizales para ganados.



Católico fue, precepto que guardaba en la semana mayor. La única en la que no trabajaba todos los dias. Engendró diez hijos, dos varones y los demás, alcancías. A ellas, fue las únicas que envió a la escuela a terminar la primaria. Él estaba convencido que la mujer debía instruirse para conseguir un marido decente, respetuoso y trabajador. A Álvaro y Miguel, sus hijos varones, una vez aprendieron a leer y escribir, trabajaron al lado del cerquero. 

Álvaro fue el mas alto conservando la genética de los González; con la práctica se hizo experto en hacer adobe, trabajar la madera y construir casas y hornos en tierra. Murió antes de cumplir los noventa años en la capital dejando 4 hijos.

Miguel es el hijo díscolo. Por correspondencia aprendió electrónica y se convirtió en el radiotécnico de la región con servicio a domicilio. Si no lograba arreglar el radio o el tocadiscos, afirmaba que ya no era útil y solicitaba al dueño que se lo regalase para sacar piezas para otros arreglos posteriores a otros transistores. Para ofrecer sus servicios y que lo viesen trabajar, armó con madera una casa en el aire a la vera de la carretera veredal a la que se trepaba por una escalera la que recogía para que nadie lo visitara ni interrumpiera cuando estaba revisando los radios y tocadiscos que funcionaban con pilas Eveready. Fue prolífico como el padre, engendró 10 hijos.

Las hijas que poco salían de la casa levantada en una moya entre dos quebradas se fueron casando volantonas con el primero que las enamorara. Según un nieto que es abogado y ganadero como el abuelo y padres, suman sesenta nietos, el doble de biznietos y un par de docenas los tataranietos, la descendencia de Antonio González Pacheco y Arminda Alarcón Rodríguez, un año mayor que él quien nació el 13 de marzo de 1.913 y falleció el 27 de marzo de 1.993. Antonio había nacido un 18 de marzo de 1914 y falleció el 9 de septiembre de 2009.

Antonio fue un varón campesino muy metódico y particular. Poco interactuaba con los hermanos a quienes consideraba manilimpios y atenidos, algunos se dedicaron a vivir de la herencia mas no a multiplicarla. Usaba sombrero de fieltro y ruana de lana de las que tejía su hermano mayor, Tobías o el primo Ananías González, los dos últimos tejedores muiscas que contó la vereda y que murieron a mediados del ultimo cuarto de siglo del XX acosados por los años.



Vendía cada cinco años unos veinte novillos de unas veinte arrobas cada uno cuyo recaudo recogía en una capotera vieja tejida en fique, y sin calentar los billetes, caminaba al Banco Popular a depositar en una cuenta de ahorros y en Cdts. que luego convirtió en lotes en la capital que fue construyendo holgadamente hasta dejar viviendas con servicios que fue arrendando para obtener renta que fue reinvirtiendo hasta que ya no pudo trabajar y decidió entregar a los hijos el fruto de su herencia y trabajo. 

Antonio usó zapatos cumplidos los setenta años, cuando la hija menor, María de los Ángeles, decide cuidar de los padres y administrar las rentas hasta el fallecimiento de los centenarios padres. Las hermanas: Elvira, Leonor, Barbara, Transito, Margarita, Trinidad y Gloria tuvieron progenie que repobló la vereda Jarantivá pero con los años, los nietos y biznietos de Antonio González, abandonaron el campo y se volvieron citadinos, igual que los padres vivos que han regresado a la vereda luego de la cuarentena requerida para evitar el efecto temprano del covid-19.

Los cimientos de piedra levantados por Antonio, algunos existen cuidados por un nieto que decidió regresar a la vereda y recomprar un pedazo donde creció la madre, conocida aún como la Moya en la vereda Jarantivá. Un buen tramo de esta riqueza cultural se observa al margen derecho de la carreteable que une a Providencia con la finca la palma, en un predio identificado como La Calle que pertenece a los herederos de Álvaro;  y vestigios de otro cimiento, saqueado por uno de los sobrinos cuando el dueño del predio estaba muriéndose en cama en una clínica en la capital del país, yace al margen derecho de la carretera que une a Providencia con Quebrada Negra, metros arriba de lo que fue la centenaria tienda La Esperanza.

 

Puente Nacional, Eco Posada La Margarita, noviembre 02 de 2.020

Vida u oro: Un poema histórico de Nauro Torres Quintero


 

 

“Para tener, primero hay que hacer.

Para hacer, antes hay que ser”.


Oro, especias y expansión de la cristiandad;

promesas hizo a los reyes de España

 el supuesto descubridor de América que murió creyendo

que había llegado a las indias.

 

A raudales, cumplió la primera; la segunda, no las encontró;

la tercera, a medias.

Exasperando, asolando, matando, mutilando y destrozando

La peste blanca en menos de cien años la nativa población

 disminuyó de 100 a menos de 3 millones,

cual moscas murieron por enfermedades que trajeron los blancos,

muchos, prefirieron suicidarse a someterse,

otros de la tristeza y el abuso.

Fue el genocidio mayor en la humanidad.


 

El oro fue para nuestros ancestros, elemento decorativo;

para los blancos, el fin de su conquista y colonia;

como en los tres primeros viajes mujeres no trajeron,

fornicaron y violaron a su paso, sin condición determinada;

otra genética se engendró y pobló el continente nuevo.

 

Criollos, mestizos, pardos y negros

el oro y sus equivalentes los convirtieron,

igual que los blancos, en el fin existencial.

 

Los indígenas por su condición y creencia

la madre naturaleza saben preservar y proteger;

pero la expansión poblacional y urbana

la ganadería y agricultura extensiva, la minería ilegal y el narcotráfico,

sumado al calentamiento global y la contaminación ambiental;

fuentes hídricas, bosques y selvas

rápidamente agotan las fuentes de vida;

y como hace 530 años, la voz de indígena se ignora,

 guardianes de vida fueron, y son.

 

La naturaleza, infinita no es;

más sí, su sabiduría;

si no aprendemos de ella,

con ella y el hombre perecemos.

 

 

 

 

Eres luz y compañía: Un poema de Nauro Torres Quintero

  

 “Hay sólo tres cosas a hacer con una mujer.

Se puede amarla, sufrir por ella, o convertirla en literatura”. 

Lawrence Durrell.

Te conocí en la nostalgia, la tristeza, el dolor y el llanto

que acompaña al esposo y padre

 al despedir para siempre a la madre de mis hijos.


Estabas en la funeraria acompañando a Cristian

mitigando en algo la perdida de la madre,

estuviste pendiente de él en momentos

aciagos e inciertos al despedir los restos fúnebres

de su progenitora, Margarita.

 

Los dias, los meses en cascada se esfumaban

y ocasionalmente fuiste compañía

en la soledad que vivía en mí.

 

Me prodigaste comprensión y escucha

paciencia, afecto y compañía,

tuviste la paciencia y la prudencia

de enamorarme y adherirme a ti.

 

Sin planearlo, no soñarlo;

un hijo engendramos, sin pensar;

en la esquina de la vejez

Él es nuestra compañía y aliciente

Para vivir y trabajar.

 

Gracias María Teresa

por compartir tu existencia

en el ocaso de los años;

gracias por el amor

y comprensión brindada

y convertirse en mi bastón en la vejez.

 

 

 

domingo, 21 de febrero de 2021

Mientras llueve: Un poema de Nauro Torres Quintero

 


 

En una de las ensenadas de centenares

conectadas entre las arrugas veleñas

que copulan, ya con el sol,

ya con la luna;

mientras empapada la tierra, contemplo,

en tenue lluvia de noviembre;       

 me extasío con el arco iris

que pintan las hojas de los árboles

y el jardín sembrado año a año

para abandonar la naturaleza 

mejor que al nacer, estaba.


 

Escribo estos versos,

cual gotas de rocío que acarician el follaje,

escuchando melodías diversas de las aves

que, expresivas y amorosas inundan el bosque

con sus canticos.

 

El cenit, techo que me cubre;

las crestas de las cimas,

 paredes son que me guarecen;

 el aroma de los árboles,

es el té mañanero de este viernes,

apropiado para compartir instantes

añorando el sol que me acaricia con sus rayos

 calentando y fertilizando el suelo.

 Transito abrazado por él

sobre la madre tierra

acariciado por el infinito

horizonte que me regala el amanecer

y dormito en el ocaso que brilla en el poniente

para que la oscurana me arrulle

asido a la vida que prodiga El Hacedor;

y cuando ella expire,

convertirme en una gota del rocío

que en cada amanecer colme

la sed de las plantas y los tominejos

que sin ausentarse en cada puesta del sol

pululan en hojas y flores de mi floresta

para volar en ellos al infinito sideral.

 

Mientras llueve reconozco

que soy menos que una gota de agua

que nutre la tierra suscitando vida.

esa vida que se desprecia

mientras llueve.

 

Ecoposada La Margarita, diciembre 2 de 2.020

Gratuidad, poema

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