Recorriendo los tugurios de la gran ciudad de cualquier
urbe en cualquier lugar del mundo, me encontré con ÉL . FUI ÉL. SOY ÉL... SOY EL HIJO DE LA CALLE
De viaje estoy.
Voy de regreso
al río,
a la fuente de la espina del hastío
Voy hacia el vientre
que engendró un día
la suerte de mi sangre,
la arteria que vertió
la dicha de mi Vida
y la tragedia de sufrirla.
Voy al ímpetu voraz de sus pasiones,
al mismo instante
cuando no fui ni un suspiro
ni un lamento, ni un quejido...
cuando nadie me creyó un lucero
ni fui un sueño de amor
en la hora de su entrega-
la de cualquier mujer-
Voy a descubrir mi origen
en la entraña misma
de la noche de placer
que albergó la fantasía
de una hembra consumida
por la fuerza de un deber.
Soy la semilla
que sembró en sus eras
el pirata de su dicha...
¡Soy! ¡Existo!
pero nada se
de si hubo alguien
que quisiera que existiese.
No tengo nombre alguno.
Me llamo: ¡Hijo de la Calle!
Yo la llamo ¡Madre!
Tiene senos pétreos,
por sus
tortuosas venas
corren manantiales de concreto,
vinagre cementado,
jugos negros desechados
brotan bajo mis pies desnudos--
por su cauce voy
sin rumbo y sin cariño ...
Soy la multitud sin rostro
que marcha por la tierra
reclamando cuna, apellido, etnia,
frutos a las rocas
un racimo de uvas
al espino
y una gota de agua dulce
a la salina inmensidad del mar.
...
Soy el viajero de la estepa
que marcha la ventisca
del tiempo y de la arena
sonriéndole al olvido
que acompaña la tristeza.
...
Soy... porque una vez
en un secreto ayer
me concibió el despecho,
me parió el misterio,
me bautizó un duende
y me otorgó ciudadanía
la calle donde vi la luz del día.
Soy el hijo de nadie...
Soy el hijo de un instante
que en la sombra
de un insólito paraje
vio llegar la Vida
y vio pasar su sombra
y ni siquiera sombra hizo
cuando pasó de largo.
Mi madre no tiene nombre...
Solo se que duerme bajo cielo abierto
y se abriga con las nubes del desierto...
Solo sé que me parió
como paren los volcanes--
su lava me arrastró
al confín de mis pesares.
Pero tengo Madre...
y a cada instante pare
y no me deja solo...
¡Tengo hermanos tantos
que ya no caben
en el feudo de mi calle!
Soy la multitud
de arrojos
que la llaman Madre...
Soy aquel que concibió la noche...
SOY EL HIJO DE LA CALLE.
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