“LAS COSAS ESTÁN HECHAS
DE PEDAZOS DE OTRAS COSAS”.
En la década del setenta del siglo XX tuve la fortuna de conocer
en un paraje de la provincia de Vélez en Santander a Pedro Antonio Matéus
Marín, un maestro poeta y escritor, y, desde ese entonces, había perdido sus
rastros hasta hace pocos años cuando recibí en mi residencia un par de
publicaciones de su autoría, las cuales forman parte de un decenio, unas
publicadas y otras listas para la editorial una vez consiga los recursos para
editar.
Pedro
es un poeta y escritor poco conocido en el ámbito nacional, pero su riqueza
poética y narrativa es florida, original y agradable al oído, al corazón y a la
razón.
Rindo
un homenaje al maestro, difundiendo este
poema que invita a reflexionar y ver la cuidad como una sábana de retazos de
vergüenzas humanas. Fue tomado del poemario: “Llama y Ceniza”
HE AHÍ LA CIUDAD, ESE HUECO.
Las cosas
están hechas
de pedazos
de otras cosas.
La ciudad
está hecha
de pedazos
de basura,
de pedazos
de cemento,
de pedazos
de asfalto,
de pedazos
de vidrio,
de pedazos
de personas,
de pedazos
de ruido,
de pedazos
de silencio,
de pedazos
de esmog,
de pedazos
de riqueza,
de pedazos
de pobreza,
de pedazos
de miseria,
de pedazos
de hombres,
y mujeres,
que se han
resignado
para siempre
a no ser más
que
pedazos de
pedazos.
La vida
corre en automóvil
o va a pie
por el asfalto
o se
encierra en la torre de cemento,
o se esconde
en la casucha de cartón,
o se profana
en el prostíbulo,
o se recupera
en el hospital,
o se quema
en la fábrica,
o se
arrodilla en la Iglesia,
o se olvida
en el cementerio,
o se pudre
en la cárcel,
o se pone
firme en el cuartel,
o se
adiestra en la escuela,
o se
enloquece en el estadio,
o se pierde
en el aire raro
de la multitud
anónima.
De sur a
norte
y de oriente
a occidente
se cruzan
diariamente,
en la
ciudad,
el
industrial con el obrero,
el policía
con el ladrón
la
prostituta con la señora,
el cura con
el ateo,
El pobre con
el rico,
el negro con
el blanco,
el
intelectual con el idiota,
el mendigo
con el avaro,
el gamín con
el cachaco,
la
secretaria con el jefe,
el recluta
con el sargento,
el
estudiante con el rector,
la monja con
el bandido,
el ciclista
con el piloto,
el capitán
con el chofer,
el de arriba
con el de abajo,
oh inmensa
confusión
de credos y
de razas,
de dioses y
de héroes,
de ángeles y
de demonios,
poblando
todos juntos
el pedestal
de la ciudad.
He
ahí la ciudad
como
un collage inmenso
de
remiendos
para
cubrir la desnudez
de
sus vergüenzas.
El remiendo
de la Universidad, la escuela
y el colegio
para cubrir
el agujero de la ignorancia.
el remiendo
de las mansiones, los palacios
las avenidas
y los parques
para cubrir
el agujero de la inopia
de los
cordones de miseria.
el remiendo
del comercio organizado
en lujosos
supermercados
para cubrir
el agujero del hambre.
el remiendo
de la banca
para cubrir
el agujero de la pobreza.
el remiendo
de la política
para cubrir
el agujero del desorden.
el remiendo
de la policía
para cubrir
el agujero de la inseguridad.
el remiendo
de los hospitales y las clínicas
para cubrir
el agujero de la salud.
el remiendo
de las cárceles
para cubrir
el agujero de la justicia.
el remiendo
de los teatros, los estadios
y los ruedos
para cubrir
la necesidad de pan y circo
que mantiene
al pueblo.
El remiendo
de la radio, la prensa y la TV,
para cubrir
el agujero de la incapacidad
para
comunicarnos.
El remiendo
de los cuarteles
para cubrir
el agujero de la paz.
el remiendo
del aseo
para cubrir
el agujero de la basura.
el remiendo
de los buses y los taxis
para cubrir
el agujero del transporte.
El remiendo
de los templos
para cubrir
el agujero de los indiferentes,
los
incrédulos y los ateos.
El remiendo de la vida
para tapar el hueco de la muerte.
La ciudad es un remiendo
para tapar el agujero de la civilización.
Dic.12.91