Reflexiones
de un chico en una cárcel
UNA ROSA EN EL CENICERO
Monólogo redactado por Faider Alberto Mariño Díaz.
Grado 11-2/2011
Existe
alguien que rumora por ahí, que la vida es como una balanza, solo basta equilibrarla
para que este bien y tranquila, pero si le pones mucho peso hacia un lado se
descontrola y puede llegar a perder toda su carga, La cual necesitaba para su
propio equilibrio y supervivencia.
No
solo basta con mostrar la belleza de un país con sus grandiosas mujeres, sus
paisajes y lo bien que lo puedes llegar
a pasar en un burdel por unos cuantos pesos demás porque eso es lo que se
muestra ahora, ya no es… ven y disfruta un sabroso café, Mr. gringo
Si no,
ven y te comes una caleña, una paisita,
o mucho mejor, te damos una niña para
saber qué es lo que te conviene por bajos precios; en eso se está convirtiendo
la vida hoy en día, en un restaurante donde todo el mundo puede comer y qué
clase de comida.
No
miramos en lo que nos estamos convirtiendo cada
día en que la vida evoluciona o en que el sol sale y luego de varias
horas se esconde; estamos apartados de los problemas o de la escasés de
aquellos que no tienen un trabajo porque simplemente no tuvieron la oportunidad
de estudiar; o tal vez, fue de aquellos que
pensaron que el estudio no servía para nada porque un compinche suyo se
lo dijo; pero es peor cuando no los aceptamos ni les damos la mano para que se
puedan levantar; simplemente les volteamos la cara cuando piden ayuda, porque lo que buscamos es algo mejor, como si fuéramos diferentes a
ellos o tuvieran una sangre que los hace mas fuertes o de mayor clase o
simplemente de sangre azul.
Que
provoca este rechazo?
Los
obligamos a que se escondan en un oscuro mundo, un mundo cargado de maldad
lleno de drogas, robo, prostitución y muerte solo para sobrevivir y sacar
adelante a sus familias. Así como lo haríamos cada uno de nosotros para que mi
mama o hermanas no mueran de hambre; a veces, no comprendemos lo que está
pasando en el exterior porque estoy encerrado en mi oficina o con mis amigos,
en un bar lógicamente, uno de los más caros,
porque no me conformo con algo barato ni sencillo no soy un humilde ni
conmigo ni con los que me rodean.
Nos la
pasamos encerrados en un mundo, pensando
solo en sí y si me sobra un poco de tiempo, en mi padres y hermanos; pero hay
quienes se las pasan encerrados privados de su libertad, y la de ver a sus
familias, solo en ciertas fechas, las cuales, no son las que ellos quieran, sino,
las que se les ordene.
Ellos no están ahí porque quieran, sino, porque los obligan a estarlo; son aquellos que se les
negó la oportunidad de salir adelante; claro que hay otros que son inocentes de
lo que se les acusa, pero, para los inocentes y pobres si no hay peros que valgan.
Son de
aquellos que tiene que levantarse temprano, no para salir al trabajo, o, ir al
colegio, sino, para salir al patio junto a los demás compañeros, enemigos, y
en muchos casos, con el novio que
le tocó por obligación, o si no, lo mataban al pobre, que en muchos casos, era el más duro afuera,
el que decía que con él, nadie podía porque era el manda más o simplemente era
el más malo.
Muchos
son privados de su libertad porque se lo buscaron, porque andaban con alguien
que no le convenía, o, se les negó el derecho al trabajo y eso los obligó a
salir a robar, matar, y en muchas ocasiones, a ahogar sus penas de la pobreza
en la droga y el alcohol llevándolos a cometer actos salvajes y escandalosos
para satisfacer cada una de estas necesidades, obligándolos a cometer cosas que
no querían, conduciéndolos finalmente a un rincón oscuro del cual no se puede
abrir sino hasta que sean las 6:00 de la mañana.
Un
rincón que a duras penas cabe el colchón
y un sanitario, y por un roto, o bueno, su ventana se adentran unos
pocos rayos de sol. También hay una puerta con un número, el cual, marca la
vida de cada uno de los presos para siempre, el número de celda es el que los
acompaña en sus días de alegría o de tristeza, incluso llanto, y en muchos
casos, el día en que ya no aguantan más, EL DE LA MUERTE.
A
veces nos quejamos porque no nos gusta lo que mamá sirvió a la hora del
almuerzo, en la comida o desayuno, mientras que los presos comen lo que se les
sirva sin posibilidad de quejarse o rechazar porque es lo que hay para digerir
y no morirse de hambre.
Se
arrepienten de lo que hicieron, y que si tuvieran una oportunidad de devolver
el tiempo, lo primero que harían seria cambiar su rumbo y seguir estudiando,
cosa que a veces los jóvenes desaprovechan
por el solo hecho de que no les gusta
o porque se sienten encerrados en un lugar como lo es el colegio y hacen lo
posible por llamar la atención cometiendo actos inmaduros y fuera de base y
después decimos que somos los más duros y que somos inmunes a lo que está afuera.
Lo que
no sabemos es que nadie es inmune a
nada. Así como la enfermedad penetra nuestro cuerpo con dolor, así también
puede llegar a entrar la maldad a nuestras vidas; simplemente porque no quiero
quedar mal con mis amigos “SI NO ME LA METO” o por robar un bolso, no quiero ser el malo del paseo.
Siguen
esperando el día de su libertad para cruzar esa puerta que vieron al entrar al
infierno porque es así como ellos la denominan, es lo peor, y más, cuando
tienes que estar pendiente que no te maten o te violen no se puede vivir
tranquilo.
Ellos
se sienten con fuerzas y aguantan solo por el hecho de saber que sus familias
están con ellos porque todavía reciben las
visitas cada vez que pueden; pero hay otros, que se tienen que conformar con
solo escuchar lo que cuenta el otro
sobre su familia.. Luego de esto solo se espera la salida que cada vez se hace
más distante y más, cuando se sabe que hay alguien fuera esperándolo.
Pero
ellos, los marcados, si así le podemos llamar porque luego de salir de la
cárcel aún no termina el tormento porque tienen que salir a buscar un empleo
para poder vivir, pero saben que muchos patronos los van a rechazar y les darán
la espalda por la marca que llevan en su brazo, pero tienen la fe en que van a
salir adelante porque quieren cambiar, y eso, a que es lo que cuenta.
A
veces nos quejamos de lo que tenemos porque a veces no nos gusta o porque ya
pasó de moda, pero lo que no sabemos es que de pronto la vida pueda dar un giro,
puede ser que un día se puede llegar a estar en los zapatos de estas personas,
tal vez por un amigo o por sacar adelante a la familia. Así que no hay que
juzgar, sin primero pensar por qué es que ellos están allí, en ese lugar, la
cárcel.
Debemos
tomar un tiempo y pensar en que estoy fallando como persona y qué debo cambiar,
siendo un poco comprensivo con las personas que me rodean y más razonable en
las cosas que hago cada día, para así,
no llegar a cometer errores que en un futuro me pueda llegar a
arrepentir.
Así es que cuidemos lo que tenemos, amemos a
los nuestros y llevemos nuestras cargas con delicadeza y cuidado para que
permanezca equilibrada nuestra balanza y de paso mi vida y la de las personas que amo y que no
quiero perder por un error.
MONLOGO HECHO POR:
FAIDER ALBERTO MARIÑO DIAZ-grado
11-2/2011
Posdata: Faider Alberto
Mariño, trabaja y estudia actualmente en San Gil. Fue alumno del Colegio Luis
Camacho Rueda de San Gil. Es el acudiente de una hermana menor en el mismo
colegio donde cursa el grado décimo.
Fue mi alumno en el área de lengua
castellana en los últimos tres años del bachillerato. En el aula mostró empeño
en aprender y humildad en el trato. Por ser el mayor de la familia, ha tenido
que suplir obligaciones materiales y afectivas del padre en el hogar para
mantenerlo estable, unido y vigente.
Este monologo redactado por él, fue el resultado tarea para la clase, luego que el alumno
participó del programa “Delinquir no paga” que implementó hace un par de años
la comandancia de la cárcel de San Gil.
Faider, como otros tantos alumnos estuvieron una
jornada dentro del penal, y lo visto y oído allí, los cuestionó para reorientar
las creencias y dar sentido a la vida. Decidí colgarlo en el blog como un
testimonio escrito de un alumno para otros que actualmente lo son. Y para los
mayores, para demostrar que a los jóvenes, no es sino incentivarlos y logran lo
que se proponen. No es más que darles afecto y brindarles seguridad y lo
sentimientos y la sensibilidad afloran. Y al hacerlo, dan sentidos a sus vidas.
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