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lunes, 5 de octubre de 2020

Amor y odio. Poema de Nauro Torres Quintero

 

“Solo existen dos días en el año en los que nada puede ser hecho.

Uno se llama Ayer y el otro Mañana.

Por lo tanto, Hoy es el día ideal para amar, crecer y principalmente vivir”.
Dalai Lama

NAURO TORRES

2.020

D.R.A.

 

Nacimos con capacidad de amar y ser amados.

 

En una vereda integrada por familias pocas,

los niños que nacían

a los tres meses, quedaban ciegos.


 

Había una mosca que provocaba infección,

el sol, la luna, las estrellas y el universo

negro era para todos;

 la ceguera sellaba los ojos luego de nacer;

 ciegos eran, felices se sentían.

 

Con los años los niños preguntaban,

¿Qué son los ojos?

¿Qué es la visión?

¿Qué significa ver?

 

Allí, esas preguntas no tenían sentido;

 la respuesta siempre fue el silencio.

 

Nacemos con capacidad de amar y ser amados;

afloramos rebosados de amor y sabemos qué es amar;

estamos hechos de un material llamado amor;

emergemos con unos padres que no nos merecemos;

no fueron formados para ser padres,

pues muchos no recibieron de sus progenitores, amor.

 

Entre los abuelos, hubo posesión;

entre los padres, dominación;

el dominar es posesión, celos son,

y como la mosca producía infección,

ceguera en la población;

los celos igual, destruyen el amor.

 

El amor es una frágil flor;

protegerlo, regarlo, desyerbarlo;

es una labranza entre dos y mas. 

 

Mis bisabuelos, padres y mis hijos

fueron víctimas del desamor;

soy un hijo del desamor.

 

Con arcilla, Adán respiró;

de una costilla, Eva resultó,

un paraíso hubo con una prohibición:

“no comáis del fruto de este árbol”;

ya ella, ya él, lo comieron;

 por prohibición,

fueron expulsados, los dos.

 

El Dios bueno, el Dios creador,

por la pérdida de las frutas, se enfadó;

igual proceden los padres con sus hijos,

el amenazarlos y echarlos de la casa

si los preceptos y consejos omiten;

 el miedo es el pan de cada día.

 

Dios y los padres expulsan al niño

a la jungla de la vida;

él para lograr sobrevivir,

el transigir, es el sendero para proseguir.

 

Retorcido y manipulador se torna

para obtener el alimento, sonreír es la táctica,

y en un santiamén el abecé

de la política se asume.


 

Y el odio empieza a anidarse

en la pureza de los niños cuando crecen;

nadie los ama como son,

ni les respetan su valor intrínseco.

 

Para amarlos le imponen condiciones

y en la escuela, para enseñarle, ocurren igual,

en el juego los compañeros hacen su parte;

el niño asume que para ser aceptado

tienen que hacer lo que otros determinan;

y ese amor que nació con él,

se torna en odio y falsedad para sobrevivir

en la jungla de la vida.

 

El amor solo crece con amor;

un jardín sin flores, no lo es;

un huerto sin frutales menos es;

un bosque sin árboles, aves no pululan.

 

Los amores y desamores,

las peleas y los conflictos,

la envidia y la venganza;

el hogar, escuela son.

 

El amor es un crecimiento personal;

hay que desaprender

de los caminos del desamor

eliminar los estorbos del camino

destruir los obstáculos del sendero;

y el amor brota espontaneo y al natural.

 


El amor espontaneo y al natural,

es el espejo del ser;

 cuando amas sin condición y sin medida,

el ego de las personas se desvanece

y la muerte del ego es la posibilidad de vida,

sin dependencia  e indefensión,

el amor sin condiciones florece sin medida.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

ZORRAS, ZORRAS ¡ZORRAS ¡

 NAURO TORRES

2.020

D.R.A.

 

Trapezoidal era su forma,

 una trompa más angosta que la cola;

le permitía escabullirse en los descensos sin impulso,

y en lo plano, desplazarse por inercia;

en las subidas, demandaba halada.

 

En dos ejes principales paralelos

descansaba la estructura;

en el hocico, el más corto y movible;

en eterno coito con tornillo giratorio en el centro;

en el pompis, el más largo y fijo.


El eje del parachoques mantenía empachado

con balinera en cada extremo,

y en ellas, el eje mayor copulaba

sin descanso con otras balineras,

gracias a la grasa que el zorrero inyectaba

antes de cada viaje, loma abajo.

 

Y como todas las colas,

el cigüeñal era más holgado;

cerca al remate derecho,

una suela de alpargate

hacia de apéndice y de freno.

 

Acaballados sobre los dos ejes atravesados,

posaban otros dos ejes más placidos

de igual largor,  más dilatados,

armonizando el esqueleto trapezoidal del velocípedo

que hubo en las calles de los pueblos

cuando ni las ciclas ni los taxis, ni los carros,

irrumpían el silencio y la tranquilidad de los pablados.

 

Un tendal de livianas tablas

eran la carpa y el piso que sobre el chasis

podían trasladarse, ya la carga, los amigos,

o el dueño del velocípedo de palo.

 

Un lazo en U ataba a los extremos del eje de la jeta

que servían de cabrilla y volante

al piloto que ya, sentado o de pie; 

conducía la zorra a su albedrio.

 

Era un deleite construir la zorra;

era un gozo viajar en ella;

era un embeleco impulsarse con el pie en la cima

y escurrirse hasta el atrio del templo a misa;

era un disfrute viajar hasta la galería

y cargar la zorra con canastos con los productos 

del toldo o de la plaza

de las señoras que confiaban al zorrero, sus mercados.

 

Y la paga, no la establecía el piloto ni la zorra;

era a voluntad de la señora que contemplaba

el esfuerzo y el gusto por hacerlo del zorrero.


 

Hoy estas zorras, solo están en memoria de los viejos;

en Manizales y Bogotá les identifican como carritos de balineras,

y anualmente hay una competencia;

en Sansano, Italia, es patrimonio folclórico

en evento anual;

en los hipermercados lo rebautizaron, zorros;

otras, en los bosques y granjas las persiguen

por alimentarse de gallinas hurtadas en las noches;

y en el mundo del eros, imputan zorras,

a las hembras que, en celo, provocan a los machos.

sábado, 26 de septiembre de 2020

¡BRINDEMOS CON UN CHIRRINCHI ¡: Poema de Nauro Torres Quintero


  

¡Un tapetusa ¡

¡un barzalero ¡

¡un don Juan ¡

¡un mano de gancho ¡

¡un viche ¡

¡un ñeque ¡

¡un palito ¡

y para mí, un ¡chirrinchi ¡

Alambique usado en 1.990

Brindemos por usted y por mí;

                       por la vida, brindemos;

hasta que nos la preste Dios.

 

Cada vez que se visitaban, 

los compadres brindaban,

con un aguardiente artesanal

que en cada vereda y poblado

una familia destila para conservar la tradición

de beber un par de chirrinchis 

después de la oración,

para empezar la jornada

con salud, ánimo y buen humor.

 

En la peregrinación,

en los pagamentos,

en las fiestas de mi pueblo,

en las parrandas veleñas

y en cualquier ocasión,

                   con un chirrinchi brindamos

como escusa y celebración.

 

Es que nosotros los veleños,

por todo celebramos;

la vida es tan cortica

que no todo es trabajo y rezo,

hay que echar una cana al aire

en cualquier parrandón.

 

Con zupias de un guarapo

curado en un porrón,

endulzado con miel de caña

y anís por montón,

esta alista la materia prima

para destilar el licor.

 



En un alambique muisca

destilamos el brebaje;

usamos una olla 100

de barro bien cocinado;

en ella el guarapo echamos

tapándolo con otra olla desculada

cortada como tambor.

 

 Unimos con papelón

sellando con ceniza mojada

para conservar y destilar el vapor.

 

A la olla tambor

un hueco se hace con mañita,

y cual glande de chin

sin nudos en su interior,

se penetra el tambor;

al igual que las dos ollas,

se faja con ceniza y papelón

                       en la punta de la caña,

se coloca lana blanca en mechón.

 

En las orejas del tambor

esta la cuchara colgada

para recaudar el vapor

y por el chin al interior,

y gota a gota se enfría 

al escurrir al botellón.

 

Corona el tambor

una paila de cobre

bien ayuntada a la jeta

y evitando vapor su fuga;

y para ello, lo mejor,

es la ceniza mojada sobre el papelón.

Alamique 2.020
 

Con la olla desposada

sobre tres piedras de quebrada,

entre sus piernas se prende el fogón;

atizar con arrayan para llamas a montón;

y con el despunte del día

y el cambio frecuente del agua en el pailón,

el vapor del alcohol

gota a gota se desprende por la lana

para reposar en el botellón.

 

Al gusto del destilador,

a la demanda del consumidor

se endulza y aromatiza el licor

para jartar con más gusto

en cualquier ocasión.

 

En botellas transparentes se añeja el barzalero

pues aún toca destilarlo a escondidas

por el miedo que dejaron los chirrincheros de azul

 que iban visitando casas rompiendo el porrón,

y deteniendo a las pailas

que se perdían en la inspección.

 

Si usted regresa a fiestas al pueblo

y a la vereda donde nació,

jártese un par de chirrinchis,

¡y brindemos los dos ¡


domingo, 20 de septiembre de 2020

El perfume de mi maestra: Poema de Nauro Torres Quintero

 

“Cada niño debería tener en sus vidas un adulto que se preocupe por ellos. Y no siempre es un padre biológico o un miembro de la familia. Puede ser un amigo o un vecino. A menudo es un maestro”.  (Joe Manchen)      

     

El olor a mejorana

inundó el salón,

una señorita recién graduada

pisó el dintel;

cuarenta inocentes ojos

la contemplaron sin cuartel.


                        
Nos llegó por fin la maestra,

ya en abril;

¿Qué importaban los meses transcurridos

sí maestra teníamos, al fin?

 

Nos saludó a cada uno en el pupitre

y yo me sentí acariciado, al fin;

nunca ocurrió con mi padre

que no conozco aún,

menos mi madre que por trabajar,

a mi abuela le endosó mi crianza

y con ella vivo, sin vivir.

 

Cuando su derecha posó

                      en mi hombro suavemente,

creí en los ángeles

por primera vez.

 

Su perfume, esta vez;

lo sentí mío;

era la mezcla de fragancias

del jardín de mi abuela

que yo cuidaba a diario

 para ganarme el pan.

 

Contemplaba el capullo de la mazorca,

igual al pelo de mi maestra

izado lo miraba en la caña del maíz.

 

Sacaba la mata de yuca

para el almuerzo del otro día,

y del seno de la tierra

brotaban las piernas

del ángel que me acarició

por primera vez.

 

Azucenas llevaba cada día a su salón;

las cortaba con cuidado cada lunes;

era la excusa perfecta

para empezar semana

inhalando su olor a mejorana,

mirando desde lejos el vaivén

de las olas que formaban

sus negros cabellos bailarines

que protegían su tersa piel.

 

Una aureola posaba sin posar

en su cabeza hermosa

tallada similar al rostro

de Afrodita ataviada

cual ninfa en el paraninfo

en el que cada día

los veinte, acudíamos sin faltar. 

 

Con las vocales empezó su encanto:

pintó la A y nos habló de amor;

enjalbegó la B y nos narró del bien;

trazó la E y contó del origen 

de la existencia humana;

perfiló la I y nos afirmó que somos imagen de Dios;

coloreó la O y nos contagió del orden;

encaló la U y nos dijo que creaturas somos del universo nuestro.

 

Al oler la albahaca, evoco a mi maestra;

al olisquear la hierbabuena, la recuerdo;

al husmear los jazmines, revivo su presencia;

al olfatear las gardenias, rememoro sus enseñanzas;

al notar las glicemias,

agradezco el apostolado de mi maestra.

 

Mi madre no me aguantó y se fue;

mi abuela, a regañadientes, me cuidó;

las maestras cuidan a los niños sin ser suyos;

trabajan sin descanso de sol a sol;

son amas de casa, amantes y señoras,

y aun, les queda tiempo para amar a veinte más

que no son de su sangre ni de su descendencia.

NAURO TORRES

2.020

D.R.A.



Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

      ¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...