Violeta proviene de
una familia campesina. Única mujer en una familia con cuatro varones. Cursó el bachillerato pedagógico en
Guadalupe, Santander, gracias a la insistencia de la madre y al esfuerzo
económico del hogar.
Gozaba de una
cabellera de oro que caía en moño hasta la cintura doblando suavemente para
cubrir uno de sus corpiños dando una imagen de ternura y gallardía femenina,
sin pasar desapercibida ante los ojos escrutadores de quienes la contemplaban al
caminar. Tenia tez blanca, ojos de alta mar, cejas delicadas que armonizaban
con los labios carmesí epicúreos y vivaces. Su armónico rostro, lucia cual luna
llena, en noches oscuras en una sociedad hedonista y machista. Cual gacela,
Violeta tenía un cuerpo proporcionado que, al caminar por las calles empedradas
de Guadalupe, semejaba un sensual impala que pastaba libre al viento.
Fue nombrada maestra
en una escuela rural de Oiba. El alcalde, en ese momento, era un ganadero
acomodado y soltero. El cortejo de la primera autoridad local se desbordó en
atenciones y la inocente e ingenua campesina se abandonó en sus brazos,
azuzando un matrimonio engalanado que aún recuerdan quienes fueron invitados al
festejo, días antes de entregar el cargo.
Uno tras otro,
llegaron tres hijos. Violeta tuvo cuatro jornadas de trabajo: como docente,
como madre, como ama de casa y esposa abnegada. Algunos deberes, nunca
comprendió el marido, como obligaciones compartidas.
Alfonso, el ex alcalde,
se quedó con las ínfulas de primera autoridad, y el maltrato verbal, físico,
económico y moral se convirtieron en las tres comidas del día en el hogar.
Violeta llegaba a la
escuela, unas veces con moretones; otras, con llanto, y otras, con tristeza en
el rostro. Trabajaba sin descanso para cumplir cada jornada que asumió en
silencio, cual dolorosa para que los niños no se enterasen, del todo, de lo que
ocurría con el padre. Tampoco lo comentaba con los compañeros de la escuela
para mantener la imagen bonachona y demócrata del esposo que buscaría una
segunda elección.
Violeta madrugaba a
hacer el almuerzo, el desayuno y asear la casa. Daba con ternura el desayuno a
los hijos y con diligencia le servía la primera comida al señor de la casa.
Alfonso, siempre déspota, mostraba disgusto en cada desayuno. Y si olvidaba
Violeta no atenderlo de primero, recibía el primer golpe del día, en un brazo.
Una señora vecina,
acudía al medio día a calentar y suministrar el desayuno a los niños. Alfonso,
esperaba irritado que Violeta llegase del trabajo a servirle el almuerzo. Es
obligación de toda señora de la casa atender al marido; vociferaba.
Si el almuerzo estaba
en la mesa, un poco frío, usaba las palabras como dardos envenenados. Y si
estaba muy caliente, las saetas eran más certeras. Mientras Alfonso almorzaba
en el puesto principal de la mesa, como lo hacía su padre, Violeta hablaba con
los niños e iba adelantando oficios, para luego almorzar sola, cuando el
cónyuge abandonaba la casa a visitar amigos y seguidores políticos.
El consorte no era muy
propositivo en asuntos de comidas. En su hogar de origen, la madre decía que la
cocina es para las viejas, y los hijos varones, no frecuentaban la cocina.
Alfonso se jactaba de saber de sazones y gustos en la mesa, razones por las
cuales, no encontraba ninguno de los dos en las cenas que preparaba con amor,
Violeta, y que los hijos, consumían con agrado, mientras el padre agradecía a
la esposa con improperios machistas.
Alfonso ganó por
segunda vez las elecciones a alcalde. Esta vez ejercería con primera dama.
Logró la votación mayoritaria con la costumbre implementada por el partido
conservador, por años. Por plata baila el hambriento y el necesitado.
Por el cargo en el
municipio, usualmente desayunaba en casa. Las otras dos comidas las tomaba en
cualquier parte. Pero Violeta continúo ejerciendo las mismas tareas
oportunamente, pero no se libró de los maltratos del marido que se fueron agudizando
hasta tal exceso que el castigo físico, fue diario.
Violeta no aguantó
más. Solicitó a hurtadillas, traslado a una población vecina y se fue con los
tres niños, luego de instaurar demanda por agresión física, verbal, maltrato
psicológico contra la primera autoridad de la municipalidad donde fue su
primera experiencia laboral.
Alfonso usó las
influencias para apaciguar los efectos de la demanda que incluía, además, daños
morales e inasistencia alimenticia
Para evitar ir a la
cárcel, el burgomaestre cedió a las justas pretensiones de Violeta, y, mediante
escritura notariada, ella se libró del energúmeno burgomaestre dedicándose a la
enseñanza y a educar a los hijos.
Alfonso, en virtud al
cargo que tuvo, en un pueblo cercano conquistó a otra joven campesina, quien
cayó en sus brazos y las escenas de maltrato volvieron a presentarse en el
teatro del hogar.
San Gil, febrero 28 de
2.020
De la profesora Zarit Bautista. UNISANGIL:
ResponderEliminarNauro. Leí el relato, los tres golpes. Tristemente es la historia de cientos de mujeres valiosas y trabajadoras que caen en garras de hombres machistas, perversos. Afortunadamente, nunca es tarde, para buscar la libertad y dignidad que toda mujer merece.
Quise publicar mi comentario, pero no fue posible. Gracias por tus historias. 👌🏻👌🏻🌹
Mi apreciada Zarit:
EliminarLa historia cuenta que los logros de las mujeres, costaron lagrimas. Que los abusos de los varones, siguen ocurriendo desde antaño. Y ante es fenómeno, es la mujer la llamada a humanizarnos.
Quienes gozamos escribiendo, debemos usar la palabra como signo de comprensión, denuncia y esperanza.
Lectores de tu talla enorgullecen y animan al bloggero.
Cordial saludo.
Raúl Gómez Quintero
ResponderEliminarBien apreciado Nauro por la narración de uno de los innumerables casos de maltrato familiar, producto del machismo social, suele a su vez es parte de la subcultura heredada de los españoles y de la concepción patriarcal religiosa cristiana.
Si. Tiene razón, somos en costumbres los adalides del patriarcado religioso y el culto al señor heredado de los españoles.
EliminarEl maltrato familiar en Colombia, se entera uno cada ida en los periódicos. Solo las mujeres podrán enseñarnos equidad e igualdad de genero.
Su manera de interpretar mis historias es el anhelo de quien escribe. Generar consciencia de costumbres que hay que extirpar.
ResponderEliminarPedro A. Mateus M.
Al paso que vamos...y en vista de que los hombres son los causantes del maltrato familiar....llegará el momento en que serán desterrados del ámbito femenino ...las mujeres se aislarán en una especie de República de amazonas...limitarán el ingreso de los hombres solo para sus necesidades reproductivas...los serán como los zánganos en la colmena...para fecundar la reina cuando ella lo requiera...lo demás al destierro...el mundo cambia...el reinado de los machos está llegando a su fin...por eso ya no se acepta la figura de Dios por su imagen de varón...vendrá un matriarcado ....una civilización de l...
Y llegara el matriarcado? Mas tarde que nunca. Y serán abusivas? al igual que los machos en las manadas? Si. Ocurrirá.
EliminarPero es que los machos de los cuales he escrito, actúan como si estuviesen peleándose el terreno para el dominio de la manada.
Interesante seria una novela sobre sus profecías.
Miguel Puentes. Zipaquira.
ResponderEliminarTodavia existen casos como el del relato el error de violeta fue no asumir el rol de primera dama del hombre "por qué detrás de un hombre siempre debe existir una gran mujer "
Violeta provenía de un familia, también machista con una madre abnegada y súbdita.
EliminarJORGE ARDILA. SAN GIL
ResponderEliminarSaludos Nauro. Un triste caso, narrado magistralmente. Gracias.
PROFESORA DEBORA BAUTISTA.
ResponderEliminarEs una historia que refleja una triste realidad de muchas mujeres en Colombia quienes despue's de muchos maltratos al fin reaccionan. Gracias por recordarme.
En las historias contadas, Solo Violeta logro romper la espiral y salir de ella.
EliminarJENNY ZARIT BAUTISTA
ResponderEliminarGracias por tus textos, con un gran sentido social, en aras de un verdadero apoyo hacia la dignificacion de las mujeres. 👏🏻👏🏻🌹🌻
Gracias por sus opiniones.
EliminarGUSTAVO ARDILA
ResponderEliminarGracias Nauro por las lecturas
Será una excelente distracción mientras pasa la pandemia
Los libros y las historias, un buen camino para trasegar en estos tiempos de descanso y recogimiento
EliminarNauro, agradezco tu sensibilidad ante el círculo de violencia hacia la Mujer, me alegra enormemente que un hombre sabio, como tú en el ejercicio de la educación y desde sus escritos narrativos, formules historias reales del Departamento de Santander, para conocer y reconocer esta realidad social, llamada violencia intrafamiliar y/o domestica, física, psicológica, sexual y económica, cada vez más extensas, para motivarnos a actuar con equidad en la prevención y el tratamiento de la misma. Y obviamente, para aquellas Mujeres que estén viviendo la situación de maltrato, en actitud de amor, comunicación, entendimiento y respeto consigo mismas, sin ser tolerantes, determinen denunciar, solicitar tratamiento y apoyo. Que NO, se queden calladas.
ResponderEliminarSoy hijo de mujer y padre de tres mujeres. Y en mi diario traginar, ya como maestro, o como periodista, conocí de primera mano, numerosos casos de violencia intrafamiliar, y los medios masivos, están plagados de feminicidios, y noticias de agresiones a la mujer.
EliminarY aun así, esa herencia patriarcal que no dejo el credo católico, y los gentes de los españoles, persisten, con mayor impacto en Santander.
En mi vida como docente, luego de los años, he tenido que acompañar a hijos al funeral de madres que murieron bajo el látigo de machistas maridos, que se rezan y se arrepienten, cuando ya no hay nada que hacer en una cárcel.
Corresponde a la mujer, empoderarse. Apropiarse de si misma. Guindar los valores del respeto, la formación para no depender del macho, apropiarse de sus derechos, ganarse la equidad y denunciar a tiempo los abusos que cometen los varones en los hogares. Si no se hace, es en los mismos hogares en donde crece la espiral de violencia intrafamiliar.
Agradezco el comentario. El reconocimiento. Y la ampliación y precisión del fin de la presente historia.
Bienvenida al blog, apreciada Mariela Castro. Ahora ya sabes, tienes otro soldado para la causa que has defendido.