“Y así, sin tener nada que ver el uno con el otro, se encontraron.
Porque acaso para eso andaban en este mundo”
Julio Cortázar.
NAURO TORRES Q.
2.020
D.R.A.
Fue una noche con llena luna
de una navidad del sesenta,
que probé por primera vez,
un beso con sabor y aroma de mujer.
Fue por el camino real
jugando los aguinaldos;
temblaba como una rama
en los vientos de agosto.
Era el pago por ganar
un beso robado
en el juego de aguinaldos
en una navidad campesina
en tierras de Jarantivá.
Como fue un beso robado,
el deleite fue minúsculo
pero el sabor a pomarrrosa
y el olor a guayaba
persisten aun, así yo quiera,
solazarme con besos legales.
He intentado olvidar
porque robar es pecado
pero el gusto y el olfato
me mantienen enviciado.
Una vez intenté
besar a ojos cerrados
pero la luz de la luna
me trasladaron al pasado
aunque eran besos legales
no cataban ni olían a lo robado.
Tocará besar de día,
así sea imaginados
pues la distancia social
nos los tiene vedados.
Un beso sin gustillo y perfume,
insulso y desaborido
sea legal o robado;
es displicente besuqueo
que se olvida con suspiros.
Después no digan las doncellas
porque no apresan un amor;
la vida es un aguinaldo,
sin preguntar, pero responder;
no hay gardenias sin aromas
y piña sin sabor.