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martes, 21 de febrero de 2017

A mi profe no le gusto mi escuela

A mi profe no le gustó mi escuela por estar en medio de una hermosa vega del rio Opón, por estar rodeada de colinas ocultas por árboles frondosos, gruesos y altos en los que juegan los micos aulladores, cantan  las guacharacas, se esconden las manadas de cafuches, cazan las culebras y hacen sus madrigueras los tinajos y armadillos. A mi profe no le gustó mi escuela por estar levantada por los mismos padres de familia en medio de una hacienda en la que pastan novillos de engorde y tener cerca un bosque de solera, una madera apetecida para construir muebles que embellece la playa del río en el que pescamos en verano cada año.

 Estudio de caso: Huerto escolar y finca de café | UNICEF Honduras

Mi profe llegó a mi escuela después de dos intentos por lograrlo, y se regresó tres días después para nunca mas volver. Era un jueves de una semana de octubre del año en el que el gobierno de Colombia, firmó unos acuerdos de paz con un grupo alzado en armas desde que nació mi abuelito Serafín, quien me ha contado de la violencia que sembraron y los jóvenes que reclutaron sin contemplación en las veredas de Velez, Landazuri y Cimitarra en Santander. 

Ese ultimo día de mi profe, o sea el tercero de ella en mi escuela, ella, nos esperaba en el improvisado patio de la casa de material, -la única que existe en la vereda con algunas comodidades para vivir- nos recibió con amor anunciándonos que nos quería mucho y que nosotros debíamos corresponderle porque se encontraba sola  y triste. En ese momento arribaba a las orillas del río Opón, la Toyota, que cada día, llueva o truene, llega como el único automotor, a recoger la leche que las señoras o los niños que no alcanzaron a hacer el quinto de primaria, transportan en bestias desde sus finquitas en canecas azules plásticas que  cargan sobre un jais de tubo o amarradas a la cabeza de la silla de montar en las bestias que son el único medio para movilizarnos con alguna rapidez o para trasladar el cacao, el plátano, la yuca, el maíz y el mercado de tienda..

Ella, mi profe, ese día estaba vestida de blusa blanca con manga corta con un yin pre-lavado desteñido tirando a azul; tenía el pelo recogido y usaba unos tenis también azules.   Al ver la lechera, ella pensó en su hogar, en sus hijas, en su tierra y unas lagrimas aparecieron en sus tostadas mejillas, y sin  comprender, ella me ordenó ir hasta el carro a solicitarle a Cesar, -el chofer de la lechera- que la esperara. –Yo pensé que iba a solicitar un favor o a encargar algo del pueblo que esta a tres horas, en la misma lechera-.

Mientras yo observaba desde el bosque de solera en donde el carro acababa de cargar la leche de las fincas vecinas, mis compañeros de escuela, salieron en procesión con mi profesora. En romería hacia la Toyota encabezada por mi profesora. Ella llevaba colgando del hombro derecho un bolso de tela con flores impresas; el mismo bolso, tal vez, con el mismo contenido que traía el día lunes cuando arribo a la escuela a la misma hora en que había decidido abandonaba.

Los demás niños de la escuela, al igual que yo, no alcanzamos a comprender lo que estaba pensando y decidiendo la profesora, pues estábamos muy felices de regresar a la escuela, luego de dos meses sin maestra; la que había llegado a principio del año, concursó y fue nombrada cerca a la capital del departamento.



Mi profesora, abrazó llorando a quienes encontró cerca y se despidió justificando su partida de la escuela porque  ella venía de la capital de Valle de Upar, nunca había estado en el campo, tenía una familia amaba y extrañaba y tenia miedo de vivir sola en la habitación de la escuela porque la batería de baño era la misma de los niños, debía bañarse a la intemperie, la cama es cuatro tablas sobres unos bloques, no había fluido eléctrico y la casa mas cercana estaba a unos cien metros.

Las setenta y dos horas que estuvo mi profesora en la escuela fueron suficientes para regresarse a Bucaramanga. 

Ella nos contó el primer día que estuvo en la escuela que la Secretaría de Educación de Santander le había dado la oportunidad de trabajar en el departamento, y ella, había escogido una escuela del municipio de Vélez con el nombre “Puerto Rico” que, en el mapa, aparecía muy cerca al casco urbano. Luego de cinco horas de viaje desde Bucaramanga había llegado a Vélez, y ese mismo día se presentó al jefe de núcleo escolar, quien, luego de contestarle el saludo, le recriminó por presentarse tres días después de posesionarse como empleada oficial de libre remoción. En esa oficina fue informada  que para llegar a la escuela escogida tenía que viajar a la vereda del mismo nombre, la vereda Puerto Rico.

Para arribar a la escuela, debía tomar desde Vélez una buseta hibrida, es decir, una buseta con estructura de madera y motor de camión armadas en San Gil y aptas para transitar por las trochas de la provincia de Vélez, atravesar el municipio de Landazuri y llegar a Cimitarra a abordar otra buseta de similares características, a las doce del día, y luego de tres horas de viaje, llegar a un punto conocido como la Tienda, y de allí, caminar dos horas largas hasta la escuela de la vereda Puerto Rico del municipio de Vélez.

Mi profe hizo el primer  recorrido, pero cuando llegó a Cimitarra, ya la buseta había partido a la vereda. Como mi profe llegaba con poca plata, tomó la decisión de regresarse a Bucaramanga para intentarlo una segunda vez, al otro día. 

Mi profe tenía interés en trabajar, pero en el segundo intento, regresó a Cimitarra, otra vez después de las doce del día. Mi profe lloró nuevamente al ver su suerte, o mejor, el descuido. En la agencia de Cotransricaurte, buscó ayuda, y allí le pusieron en contacto con el presidente de la Junta Comunal que ocasionalmente acababa de llegar al casco urbano. Jorge Medina, el joven dirigente, le ofreció apoyo económico para cenar o hospedarse, y le informó como llegar a la escuela en camioneta

Una camioneta que recoge leche en la vereda, parte de Cimitarra a las tres de la mañana. Mi profe, estaba lista desde las dos de la mañana, y de esa manera llegó al lugar del trabajo y conoció nuestra escuela, pero no le gusto a mi profe mi escuela. 

No quiero nunca irme a la ciudad, quienes viven allí, no conocen ni disfrutan la belleza del campo, pero quienes vivimos en las montañas de Colombia, pocas oportunidades tenemos de estudiar para ser maestros, pues en nuestro caso, en la provincia de Vélez no hay escuela normal cercana, y son contados con los dedos de las manos los maestros que llegan a las escuelas dispersas en las montañas del Opón, que se amañen y se estén un par de años en la escuela a donde llegan por necesidad de trabajar.

NOTA: las ilustraciones que acompañan este texto, son de propiedad del diseñador gráfico, Luis Domingo Rincón: Domingó, publicadas con su consentimiento.


Puente Nacional, finca la Margarita, enero 8 de 2017.


17 comentarios:

  1. DEL PINTOR CHARALEÑO, MANOLO DIAZ:

    En semejante paraíso yo me graduó ya de profesor para quedarme....

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    1. UN PINTOR DE SU TALLA, CONTINUARÍA HACIENDO EL BIEN A LOS NIÑOS EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO DONDE ENCARNE.

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  2. DE LA PROFESORA JAEL SARMIENTO PATIÑO:

    Excelente texto Profe Nauro, es realmente triste la realidad que refleja y como nuestra visión errada lleva a los niños y a los jóvenes a marcharse a la ciudad a engrosar los cordones de pobreza y a olvidarse se su región invadidos por el consumismo que los empobrece no solo monetariamente sino a nivel humano. Gracias por compartir.

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  3. una situacion patetica de la eduacion y el campo colombiano !!

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    1. Buen día amable lector.

      En mi blog encontrará espejos como este que pone al descubierto la desatención a la población infantil campesina, y las falencias que ocurren en los entornos de los colegios.

      Igual, encontrará relatos de corte literario, historias de personas que con su vidas han dejado historia, pero tambien anhelos personales.

      Bienvenido al blog, siempre. Gracias por comentar. Los comentarios nutren a quien escribe. Feliz domingo.

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  4. Que triste la situación de la educación rural, siempre tan olvidada, sin garantías, sin ningún compromiso, no culpo a los docentes, que tienen que sortear grandes desafíos para poder obtener entre comillas un trabajo estable en estos tiempos...

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    1. Mi apreciada profe Lorena Diaz.

      Bienvenida al blog. En particular a la sección de los comentarios. Las opiniones de los lectores, animan a quienes escriben.

      Al igual que usted, trabajé en el campo. Tanto niños como los maestros dan, lo mejor de si. Pero las circunstancias de la marginalidad, las distancias entre los hogares en zonas ganaderas colombianas, hacen mas riesgozo la labor y el traslado de los estudiantes.

      En esa vereda donde esta la escuela Puerto Rico esta ubicada cerca a un puerto que otrora, por la abundancia de agua, abundaron las chalupas y lanchas a motor para sacar el platano y el pescado.

      Hoy en nivel del río ha bajado tanto que los padres con sus hijos, pasan el rio a pie. Y en la escuela, las madres solas, esperan a sus hijos para retornar al rancho de madera, las viviendas usuales en la zona. LA ÚNICA VIVIENDA EN MATERIAL ES LA ESCUELA.

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  5. PROFESORA RUTH ANAYA. MALAGA, SANTANDER.

    Buenas tardes yo también quiero compartir mi historia al iniciar esta noble labor q me llevo a amarla, tan solo las vicisitudes de la vida me obligaron a dejarla a un lado, pero con gran orgullo de ser docente añoro mi trabajo.

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    1. Y continuo la profe Ruth...

      Inicie a mis 19 años en una vereda de un pueblo lejano llamado la Belleza y allí en una vereda llamada el Tesoro distante del pueblo en ese entonces a 20 horas a pie o a lomo de mula, región hermosa condiciones distantes, me fui embarazada y allí nació mi tesoro de hija fue una historia llena de muchas lágrimas, pero a la vez feliz de poder servirle a esa comunidad tan sufrida y olvidada por el estado,

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    2. DE LA PROFE LORENA DIAZ

      Inicie a mis 19 años en una vereda de un pueblo lejano llamado la Belleza y allí en una vereda llamada el Tesoro distante del pueblo en ese entonces a 20 horas a pie o a lomo de mula, región hermosa condiciones distantes, me fui embarazada y allí nació mi tesoro de hija fue una historia llena de muchas lágrimas, pero a la vez feliz de poder servirle a esa comunidad tan sufrida y olvidada por el estado,

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  6. PROFESORA GRACIELA RODRIGEZ. SAN GIL SANTANDER.

    Ese relato se parece un poco al mío cuando inicié en la docencia en una vereda de San Benito, Santander en 1.982.

    En la verde la carrera no había luz eléctrica. Viví en una casa donde me dejaron una habitación que quedaba al lado de la pieza del guarapo como le decían. Habían muchos mosquitos. en esa casa tenían una planta eléctrica, pero solo la prendían una hora y tocaba acostarse a las 7 y 30 de la noche.

    Se hacían, a veces, muy largas las horas; pero como yo estaba Joven no sentía.

    Al siguiente año cambié de casa, era más agradable. Habían varios muchachos y muchachas. Y por las noches, a la luz de la luna y las estrellas, nos poníamos a cantar, por ahí hasta las nueve, pues la gente del campo madruga a trabajar y no podíamos trasnocharlos

    Yo sí me amañé en la escuela. se llama La Carrera. Allí trabajé 4 años y medio.

    No sigo, pues ya me saldría el libro con las anécdotas de mis 37 años y medio que trabaje con niños del campo.

    Me disculpan de pronto algún errR.

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    1. PROFESORA GRACIELA RODRIGUEZ, CORDIAL SALUDO:

      En mi caso, como maestro, hoy dedicado a la escritura, estoy complacido al leer su comentario y comprobar que este relato le haya animado a compararse con su experiencia de docente en una vereda del municipio de San Benito, Santander.


      Su experiencia como maestra en el sector rural, ya en San Benito, luego en Charalá y posteriormente en Barichara, sumando 37 años de servicio a los niños campesinos, merece verse reflejada en un una memoria familiar que permita al lector dilucidar que nada en la vida es fácil, pero si se procede con amor, se disfruta lo que se hace.

      El nacer en la ciudad y formarse como maestra tiene como reto trabajar en donde sea nombrada por el Estado. Y en su caso, trabajó siempre en el campo.

      En la Cerrera fue su primer labor docente. Menos mal que pudo salir corriendo antes que llegase las FARC.

      En Charalá dejó gratas huellas. Igual labor hizo en Barichara.

      FELICITACIONES PROFESORA GRACIELA RODRIQUEZ

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    2. Muchas gracias por la motivación que me ha dado para escribir, siempre había pensado que cuando dejara la docencia escribir un libro donde pudiera plasmar todo lo bueno y malo que pasé en la labor docente con los niños campesinos.
      Graciela Rodríguez Piñeres

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  7. DE LA PROFESORA RAQUEL MONSALVE. SAN GIL

    Historia real de nuestro país. Así hay muchas que viven los docentes, pero sin derecho a renunciar por la necesidad económica.

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    1. El trabajo hay que tomarlo en donde salga. Ahora es mas difícil conseguir un trabajo, y si sale en una vereda distante, las niñas no lo toman.

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  8. En Puente nacional cada año cierran más escuelas no por falta de maestro sino que el campo se está quedando sin niños, ahí cerca a donde vives estaba el colegio de providencia que enseñaba hasta noveno, hoy tenemos unas instalaciones abandonadas. Con todo lo que las ciudades estan viviend lo esperamos que nuevamente los campos se llenen de niños y jóvenes y las escuelas vuelvan a abrir, familias jóvenes regresen con la esperanza de tener un vida más tranquila, saludable y sin el estrés que genera la caótica ciudad,

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  9. DE LA PROFESORA GEORGINA BARRAGAN

    Hermoso y triste relato a la vez . En cierto momento de mi vida laboral quería trabajar en el campo, en la flora y mis compañeras no me dejaron . Hubiese sido una experiencia enorme. Disfruté tu relato . Gracias por recrear mi tiempo. Bendiciones.

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Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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