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jueves, 19 de mayo de 2022

Aquel hombre

 

Al regresar del mercado proveniente de Aratoca, aquel hombre, fornido, de dos metros de alto, con rostro de calabazo y arrugas prematuras hilvanadas por la rigidez del escaso balbuceo del lenguaje, lento y escondido, que emanaba a tirones desde la garganta y la nariz, sintió por tercera vez, muy cerca de él, la pelona.


En el tierrero del pórtico, bajo la enramada de nacuma que sombreaba el rancho de cuatro paredes de bareque, yacía tirado un engendro rodeado y vestido con una ronda de hormigas. Junto a él, estaba inanimada, tumbada y escurrida en sangre, su Juanita; la niña que tomó por esposa siete meses antes en la fiesta de la Pura y limpia, el 8 de diciembre de 1.953 en el incipiente poblado integrado por desplazados de la violencia bipartidista, despues de ocurrido el bogotazo por la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, joven político que se apersonó de los ideales del liberalismo y murió bajo las balas de un sicario con afinidades del gobierno godo empotrado en el poder.

 
Aquel hombre, con sombrero de jipa blanca, camisa de nieve en algodón y pantalón atezado, calzado con chocatos de suela de bovino y nívea capellada tejida y combinada con hilo negro, se desboronó cayendo de bruces confirmando la respiración de los dos cuerpos que yacían apareados por el dolor y la inconciencia bañados con sangre negruzca como las hormigas que pululaban en el nacido examine.


Corrió al rancho de los jechos paternos a pedir auxilio.


En un santiamén, más vecinos se juntaron al convite. Ellos, aprontaron un guando con sacos de fique, previamente tejidos por la mujer de cada rancho, y trasladaron a Juana al puesto de salud del poblado que brindaba la primera atención en salud. Y ellas, las mayoras, recogieron con lágrimas al sietemesino envolviéndolo en la bandera de la Virgen de la salud, y, en silenciosa procesión, mientras balbuceaban las cinco partes del rosario, lo trasladaron al destino final con la bendición del astro rey, único testigo del fruto del primer coito, abonando los lirios que se multiplicaron en el jardín del rancho de los padres de aquel hombre.


-      ¡Pérfidas hormigas¡ 

- ¡las pringaré con agua caliente en sus nidos y las desapareceré de mi casa¡


-      - ¿Dónde está mi hijo? 

- ¿Dónde?


Gritaba y preguntaba Juana, tirada y dormida en una camilla en el puesto de salud de Villanueva, Santander.


Aquel hombre y su padre, junto con un tío y una tía, en el corredor de la casa de tapia pisada que acogía a la enfermera, escuchaba sin pronunciar palabra y sin poner atención a los familiares que comentaban o inquirían.


 Lloraba, ¡lloraba¡ pero sus lágrimas las consumían sus ojos perdidos en las cuevas de sus pobladas pestañas que mojaban el arrepentimiento por haberla dejado sola ese día. El domingo, día del mercado de los empaques de fique en Aratoca. O se vendían los costales paperos, o no había manteca, ni sal, ni el pirincho para el piquete, ni la choco-suela para la mazamorra de la semana por comenzar.


Mientras caminaba sobre sus mismos pasos, de un lado al otro, en la mente de aquel hombre brotaron recuerdos tristes, alegres, dolorosos, y unos, felices.


Recordó que su tía Filomena le había contado que nació sietemesino; que logró vivir, gracias a las plegarias a la Virgen del Carmen, pues venía con el cordón umbilical enredado en el cuello. Sus padres, guardaban ese secreto. Recapituló la escena que de niño tuvo que vivir junto a su padre y un par de cosecheros de tabaco que transitaban el camino hacia Barichara a la misa mayor de un domingo, cuando fueron asaltados a tiros por desconocidos, dejando tres heridos, uno de ellos, su padre que recibió en la pierna un impacto que iba directo a la humidad del infante. Recreó la escena en la que conoció a Juana.


Había conocido a Concha un día, despues de misa en Villanueva. Ese domingo se hicieron novios. -Eso creyó aquel hombre-. Al siguiente festivo, decidió poner la cara en el rancho de los padres de Concha. Arribó a la media mañana. Ella no estaba en casa. Fue al pueblo a cumplir una diligencia ordenada por sus padres. Regresó antes del mediodía acompañada del novio que tenía.


De regreso, estando en la talanquera, observó a aquel hombre sentado en un taburete en el corredor del rancho. Junto con el novio, extraviaron y entraron por el corral de los chivos y accedieron sigilosamente a la cocina.


La niña Juana despuntaba los 13 años. Estaba en el tendal fregando los trastos. Concha cariñosamente le solicitó que saliera al corredor y acompañara a aquel hombre que permanecía expectante solitario en el pórtico. Obediente a la orden de la tía Concha, Juana abandonó el oficio. Salió. Saludó a aquel hombre mayor, con rostro de calabazo, llevándole un guándolo.


Cinco meses despues, ese hombre desposó a Juana. Concha y su novió asistieron al matrimonio. Ella se ganó el ramo de cirios rifado por la novia. La tía de Juana se casó pocos años despues con el primer novio que tuvo en la escuela y estaba trabajando en Barranquilla.


Decenas de años despues, uno de los hijos vivos, de los 14 que parió Juana, quiso saber las razones que le asistieron para casarse muy niña con un hombre mayor.


Juana, poco hablaba de asuntos de familia. Sin embargo, esa tarde, gracias al hijo que había logrado estudiar con méritos propios, decidió responderle a Manuel. El cuarto Manuel en sus cuentas maternas.


-      Mijo, en ese tiempo, en el campo, las cosas se hacían con afanes. Dependíamos de las fases de la luna y de las cosechas sembradas en los tiempos acostumbrados. Aquel hombre, ya tenía gracia con mis padres, y decir no, era contradecir a mis mayores.


-      ¿Madre, y una vez casados, se quedaron a vivir con los abuelos?


-      ¡No mijo¡ ¡El que se casa, quiere casa¡ 


-      Con el apoyo de mis padres y suegros, ahí, en hato Viejo, nos fuimos para la finca Capachora y armamos rancho aparte. Él, a sembrar tabaco y comida, y yo, a darle al oficio del tejido de sacos. Como regalo de bodas, mis padres me entregaron un telar para hilar fique y hacer costales paperos; oficio que ya conocía, porque en la casa, como en todas las casas de Villanueva, es la mujer la que tiene que proveer lo que se compra en la tienda con el producto de la venta de los empaques que ejecuta el hombre por costumbre y peso para transportar. 


-      Madre, sabemos que tuvo 14 hijos, pero solo vivimos, 9. ¡Qué pasó con los otros? ¿Por qué murieron?


Juana, bajó la cabeza. No miró al hijo preguntón. Las lágrimas brotaron sin quejidos y se escurrieron por las arrugas del rostro tostado por la vida de trabajos y silencios. Inicialmente pensó en no responder las preguntas. Pero sabía que, si no lo hacía, vendrían más preguntas. Y el curioso era Manuel, el hijo que decidió abandonar el mocho e invertir el producto de la venta de unas cargas de tabaco e irse a cursar el quinto de primaria, lejos de la parroquia, gracias al apoyo de un párroco amante de la promoción campesina. Luego el bachillerato técnico agropecuario; mas tarde como capataz en una empresa de palma de aceite, se tituló de ingeniero agrónomo.


Mientras caminaban a la huerta para sacar unas yucas para el piquete, Juana se explayó en cada pregunta que hacía Manuel.


-      Mijo, las razones por las cuales perdí a cinco hijos, no las conozco aún. Lo cierto es que, ni aquel hombre, ni yo, sabíamos que había quedado embarazada recién casados. Él, se fue para Aratoca muy temprano a vender la tarea de la semana, y yo, quedé sola en el rancho. Cómo a la hora, en mi soledad, sentí un dolor de barriga muy fuerte. Fui al tendal. Tomé agua. Me calmé un poco.  Los dolores bajos regresaron.

 -¡Sentí mucho miedo¡


-      Caminaba alrededor del rancho con una mano teniéndome la panza, y la otra, recargándome contra la pared del rancho. Respiraba profundo para intentar dominar el dolor. Noté que estaba sangrando. Entré al rancho y me tiré en la estera. Me quité la ropa interior con dificultad; pero el dolor aumentaba. Por instinto empecé a pujar y apareció la cabeza de un bebé entre mis piernas lavadas de sangre y se rodó a la tierra. Quise arrullarlo, darle pecho, pero, pero, perdí la noción del tiempo y del espacio.


Los recuerdos inundaron los ánimos de Juana. Las lagrimas se fusionaron con el calor. Las hojas de yuca intentaron convertirse en pañuelos. La nostalgia húmeda contagió a Manuel. Lloró solo imaginando la escena, y luego sollozó solidariamente con la madre, para ahogar la culpabilidad por provocar el retorno de los sufrimientos de Juana, quien, por años, no quiso traer a la memoria lo ocurrido ese domingo en el rancho donde levantó a la prole.


- Desperté muy confundida, horas despues en una cama bien tendida. Estaba adolorida y oliendo a alcohol y con una manguera en la parte superior de la mano izquierda conectada a una bolsa con suero. Estaba sola.


-¡Grité¡ ¡Pedí ayuda¡


Una joven mujer revestida de blanco se acercó a preguntar el ¿ por qué gritaba?


 -  ¿Dónde está mi hijo? ¿Donde? - Pregunté.


-  Ella indiferente me devolvió la pregunta. ¿Cuál hijo?  ¡La trajeron sola¡


- Me puse más triste. Lloraba sin calmarme. Luego me dormí nuevamente. Desperté, horas más tarde. Y frente a mí, estaba aquel hombre; su padre, mirándome con compasión y tristeza. Me cogió de la mano. Lo apreté inquiriéndolo por mi bebé. Él, solo se dobló sobre mi frente; me dio un beso y me dijo al oído:
-      El niño ya no está con nosotros. Despues le cuento lo ocurrido. Por ahora, descanse. Me ordenó abandonando la habitación.


Tres dias despues, regresó con un caballo aperado ayuntado al de él. Cogimos camino de regreso al rancho. Ya fuera del pueblo, intenté varias veces que su padre me contara qué había pasado con mi bebé.    

   
Ya en el rancho de regreso, una vez nos bajamos de los caballos, tomamos guándolo, reiteré las mismas preguntas. Él, con calma, dijo, me está obligando a contarle.  


- Al niño lo mataron las hormigas. Cuando regresé ya no respiraba. Usted, sí. Contó aquel hombre con la voz entrecortada, pero con el rostro rígido y sin doblegarse.


- Desde entonces nos pusimos de acuerdo y lo bautizamos Manuel, he hicimos una promesa: Si teníamos otro varoncito, le pondríamos el mismo nombre: Manuel.


 - Por otras razones, tal vez, perdí cuatro Manueles más. Pero usted vivió, mijo. Dijo con consuelo Juana, recordándole que tenía 9 hermanos; ocho hembras y cinco varones muertos.


Manuel, desde niño tuvo la curiosidad de saber la razón porqué Juana se refería a su padre como aquel hombre. Y preguntó.


-      ¿Madre, por qué llama a mi padre… aquel hombre?


-      Fue su abuela materna, mijo. Ese día que su tía Concha me mandó a acompañar llevándole un guándolo a su padre; ella vaticinó: aquel hombre le causará muchos dolores y sin sabores. Y desde entonces, me refiero a él, como aquel hombre. Su abuela paterna tuvo razón.


Aquel hombre no logró evitar la pelona en su cuarta visita. Regresando del mercado un domingo en la tarde montado en su caballo relámpago, éste, alebrestado, al encontrar en el camino, una coral, se levantó de manos arrojándolo hacia atrás en el camino empedrado. Una abandonada piedra filosa fue la almohada de aquel hombre en sus últimos suspiros camino al rancho.

Sus hijos y familiares regresaron a la casa materna, cortaron decenas de cirios, y con ellos, armaron numerosas coronas que acompañaron el féretro en la enramada de su casa donde fue velado. En el cortejo fúnebre desde la vereda al cementerio parroquial, lo encabezaron infantes en silencio portando ramos de lirios, mientras las mujeres artesanas del fique, en yunta, acompañaron a Juana portando una corona de cirios. 

Los matones de cirios, se secaron en un intenso verano del año en que fue aprobada la nueva constitución de Colombia. Los descendientes de Juana, una vez muerta por las arrugas que la ahogaron con sus recuerdos, vendieron la finca tabacalera y se convirtieron en citadinos. El telar de Juana, lo consumió el gorgojo del olvido. 

Ocasionalmente los biznietos, cuando visitan la tumba de sus mayores, la adornan con flores plásticas para que acompañen sus cenizas fundidas en el color terracota de las tierras de Villanueva.
 
San Gil, mayo 4 de 2.022

14 comentarios:

  1. Hola, buenas tardes Nauro. Me llamó la atención a leer yu página. Evidentemente, la lectura abre la imaginación, solo que cuando vi la foto, se me fue la imagen que yo tenía en mi cabeza y tuve que acomodarla a la foto. La historia está muy interesante, tanto.... que tuve que leer rápido a ver qué pasaba después. A pesar de ser historias que se sucede en la vida real se hace irresistible. En Colombia hay tantas Juanas y tantos "aquellos hombres" que faltan las palabras para contar.
    Fuera ya de la historia te felicito por tu escritura, muy amena para leer. No olvides que que la escritura se hace as interesante cada vez que no hayan errores en la escritura.
    Buen día y felicitaciones.

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    1. Apreciada poeta, cordial saludo. Bienvenida al blog. entonces interactuaste con la publicación. Y ello, me alegra. Las fuentes de mis creaciones literarias son los espejos que están botados en la realidad que nos acoge en leemos en el periódico. Acojo la recomendación, escribo, leo, reviso, releo, y uso el corrector de Word.

      Elba, mínimo al mes, comparto tres escritos. Alterno prosa y poesía. Siempre es un honor confirmar que ahora, además de oírme en eventos, tambien lees.

      Bienvenida colega al blog.

      Agradezco tu oportuno y enriquecido comentario. Un abrazo desde San Gil.

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  2. Aquel hombre por Nauro W Torres.
    Recordor es vivir dos veces las mismas emosiones en citios diferentes y con nuevas lágrimas de amor y dolor y recordando el pasado en presente. Interesante la convinación de imagenes que mueven sentimientos en el lector. Me regresaste el tiempo y encanto de leer sus historias sin contar...

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    1. Mi apreciado bloguero, cordial saludo. Si. Se vive una y mas veces. Y entre esas vivencias, se existe. Y en ese trance entre el existir y el vivir, las cobijas del amor, unas veces tornan en costales ralos; otras veces, en redes con huecos inmensos por los cuales, uno intenta dejar que las corrientes del rio en que nadamos, se lleven y borren los recuerdos ingratos. Pero, muchas veces, esos ingratos recuerdos son los que como la arena, fundieron con el cemento del trabajo y el sufrimiento, ese ser y ese cuerpo que nos sirve de escupitajo para continuar existiendo y viviendo, tal vez, por los que vienen en la cola de la familia que conformamos.

      Cuando una pieza en prosa o en verso, logra engancharnos, y a la vez, convertirnos en un personaje de la historia, ésta ya es del lector, que el objeto del escritor.

      Un abrazo desde tu tierra guanentina.

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    2. La alegría de leer siempre se ve compensada con la semilla que lentamente germina en el corazon del escritor y sobre todo en el artesano de la palabra escrita aveces en prosa y otras en versos populares que llegan al alma del lector. Felicitaciones acompañado de brisas del río grande de la magdalena. El cementerio Nacional de Colombia.

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    3. Ese rio. El mas extenso. El más caudaloso. El mas contaminado. La vena arteria del pais, tristemente convertido en un cementerio con cuerpos de inocentes eliminados para otros cometidos.

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  3. MARAVILLOSO RELATO! con gran dinámica que no permite levantar la vista hasta que se termina de leer. Es un tema de las realidades y vivencias de los campesinos de nuestro país, y a pesar de haber pasado tantos años, todo sigue igual. Felicitaciones. UNA SUGERENCIA: EXTIÉNDELO UNPOCO MAS Y TRATA DE CONVERTIRLO EN UNA NOVELA. TE QUEDARÍA MUY INTERESANTE.

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    1. Bienvenido al blog. amigo Mimi Juliao Vargas.

      Si hojeas el blog, en él, hay numerosos relatos. Pero es la primera vez, -entre 2.650 comentarios- que un lector se toma el tiempo, no solo de leerlo, sino analizarlo, y a la vez, hacerme tan tamaña propuesta.

      Hermano, la acojo. Y empezaré a hilvanar la novela con el mismo titulo.

      Un abrazo de agradecimiento desde Colombia

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  4. Hermes Miguel Garcia Ruiz

    Leyendo esta historia, triste de principio a final, las vicisitudes que vivieron nuestros ancestros fueron más trágicas que alegres, se formaba una familia con la finalidad o propósito de reproducir y producir con el agravante que quienes más sufrían eran las mujeres, desde niñas víctimas de violación de todos sus derechos.

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  5. Nauro.....muy interesante relato de historias sin contar de ellos reales en nuestra población campesina,de niñas que se casan por complacer a sus mayores,ignorantes de muchas de lo que le espera en una relación matrimonial en aquellos tiempos dónde era un tabú todo lo relacionado a la vida íntima tanto de hombres como mujeres.
    Al leerte se hace más interesante al querer saber que pasará más adelante y como termina la historia.
    Me deleitó mucho al leerte eres un escritor que tienes muchas vivencias propias y
    he inventadas......mil y mil felicitaciones.....mi querido poeta y escritor.

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  6. Buenas tardes Nauro felicitaciones por este relato de la manera como se armaban las familias en el. Pasado como está hay muchas parejas que formaron hogares así.

    RAFAEL FORERO MONTAÑO

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  7. Muy buenas tardes, historias como está eran las qué los abuelos nos contaban, sentados junto a ellos narraban lo qué pasa a los vecinos y las propias, las cuales hacían qué nuestra imaginación volará, hiciera de todo esto películas que ni el mejor cineasta llegará a realizar.

    AMPARO GOMEZ

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  8. Sí, da tristeza ver a nuestro alrededor toda una familia donde cada persona sostiene con tanta fuerza y amor un aparato que dice mucho pero no enseña nada, nuestra generación es la única qué con sus recuerdos y palabras puede decir historias como está, desaparecemos y junto a nosotros los recuerdos, historias y narraciones contadas por nuestros ancestros.

    AMPARO GOMEZ

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  9. Buenas noches, mi hijo comparte este comentario al relato titulado: Aquel hombre

    La Estética de la Recepción, como una de las escuelas que mayor ahínco ha puesto en el papel que juega el lector, al enfrentarse al texto, propone que el trabajo de escritura sea complementario al trabajo de lectura; en ese sentido, lo que se espera del autor es que comparta sus más trabajados saberes, con el lector. Por consiguiente, cada lectura completa los significados abiertos que pone el autor en su relato. Y los significados, según esa escuela, no son —solamente— de tipo explicativo; también pueden serlo de tipo figurado. Hay, pues, imágenes que no necesitan ser explicadas, sino que su mismo impacto (proveniente de la forma en que están construídas) debería transmitir un mensaje de tipo alusivo a cada lector, que varía de acuerdo a una sensibilidad, en la que se fusionan tanto las expectativas como las experiencias.

    El relato de Aquel hombre, en su contenido, está compuesto de varios momentos narrativos, entre Aratoca, Barichara y Villanueva. Entre tanto, hay una línea histórica que se mantiene constante, que simboliza la forma en que Juanita y Aquel hombre tejiron su relación, de tantos abismos, como oberturas tiene un costal de fique. En mi caso, como lector busco cierta economía en el lenguaje, en otras palabras, prefiero un lenguaje breve y cosechado, que uno convulso, o repleto de palabras medio articuladas. De acuerdo con esto, al relato le hace falta fuerza narrativa y, en especial, a la imagen que, según veo, tiene unos alcances poéticos no explorados aún. Me refiero a la imagen del niño recién parido, expuesto al abandono y al ataque de un batallón de hormigas extasiado entre esas gelatinas color carmesí. Centenares en movimiento que, con el correr de las horas, lograron que la presa dejara de patalear, arrebatándole su energía.

    Saludos, espero el comentario sea tenido en cuenta y agradezco a Nauro por compartir una parte de su trabajo literario.

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El parasitismo del plagio intelectual

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