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domingo, 19 de junio de 2022

Amores encadenados

 

Los ocho de Colombia fue una orquesta que animó fiestas por dos décadas a finales del siglo XX en el país de Gabriel García Márquez. Con sus melodías se bailaba en todos los escenarios de la escala social del pais de las desigualdades. Los jóvenes se aprendían las canciones he imitaban a Eder Ortega, cantante estrella del grupo tropical internacional en esa época del auge del realismo mágico que se esparció desde las brisas caribeñas al mundo musical hispano.

Los ocho de las parrandas. Los ocho de las tareas. Los ocho de los ensayos. Los ocho del despertar de las emociones y goce de las mismas. Los ocho estudiantes de uno de los colegios guanentinos con nombre de provincia santandereana, se graduaron en el año y en el mes y año del desastre de Armero, producto de la erupción del nevado del Ruiz guindado en una cima del del departamento del rajaleña y el sanjuanero, bambucos bandera de la identidad de los andes con pollera colorada y piraguas guiadas por lancheros descendientes e imitadores de Mauricio Babilonia.


Nunca olvidaron ese noviembre cuyo grado ocurrió días después del incendio del palacio de Justicia de Colombia, producido por el Ejército Nacional para extirpar a los integrantes del M-19 que, ilusos quisieron manifestarse presionando la restauración de los diálogos con ese grupo guerrillero que ganó fama al actuar como Robin Hood a favor de los pobres, víctimas de quienes, por décadas, usufructúan el poder económico y político desde ambos bandos identificados con dos de los colores de la bandera nacional que usufructúa el amarillo, símbolo de la riqueza colombiana. 

Sumados las manifestaciones estéticas de los ocho egresados, sin honores costosos, tenía cada uno una habilidad estética que se convirtió en el imán que los juntó en sus vidas mozas.

Vistieron como varones en el colegio: Federico García, gustaba de la escritura, en particular, de la lírica. Salvador Oliva, se le recuerda por sus gustos por la pintura y su bigote mazamorrero. Oscar Fajardo, gustaba del escenario, integró el teatro “El Mazo” en la ciudad santandereana de los deportes extremos. Marcelo, fue el pensador del grupo. Leía todo lo relacionado con la razon y la verdad. Reinaldo Arenas, un moreno con aspecto caribeño, fue un admirador de la revolución cubana; vestía como el Ernesto Che Guevara. Silvia Rivera, fue la diva; la bailarina, la sensual estudiante, la bonita. Estuvo entre las mejores en resultados académicos de su salón. Marsha, la chica de las caricias fáciles; la de los afectos sin medida, la que no se perdía la corrida de un catre. Y Josefa, la niña que hacía la diferencia vistiendo como ellos; la que se le medía a todo reto con tal de ser tenida en cuenta; la que gustaba de ellos y ellas, para cualquier vaina.

En ese entonces, las danzas en el colegio no se conocían ni por referencias; menos unos quince años o un baile popular en el que los jóvenes pudiesen acudir, aprender y divertirse. Los varones, uno de ellos, se ganaba el pan lavando platos en el burdel de “la cara palante”. Fue el contacto para que el resto de los chicos fuesen en horas de descanso de “las mujeres de mala vida” a que ellas, o alguna, les enseñaran a bailar, rancheras, tangos, boleros; incluso, baladas. Y ellos, aplicados, se convirtieron en bailarines sociales con cierto aprecio y admiración entre las chicas del colegio.

Se esfumaron los años del bachillerato. El grado, en alguna medida. Dejaron de verse todos los dias, pero se frecuentaron cada semana. Los juntaron los sentimientos, los amores, incluso, los retos.

Federico, el escritor unió similitudes con Marsha, la chica de las caricias fáciles. Salvador, el pintor, por su forma de ser y sentir se juntó con Silvia, la bailarina, y Josefa, la chica del deporte masculino.  El admirador del Che Guevara y Oscar, el chico de los escenarios teatrales, junto con Marcelo, el libre pensador, fusionaron afinidades para convivir.

San Gil, ciudad señora desde antaño, es recordada por sus puentes sobre el río Fonce, y sobre sus quebradas. Cinco puentes, hasta ahora, sobre el río,  en menos de un kilómetro en el sector urbano. Otros tantos sobre la quebrada Curití. Dos sobre el arroyo la Magdalena y tres sobre la quebrada Las Ánimas.  De los puentes urbanos sobre el río, dos son peatonales; ambos metálicos. Uno, el más antiguo, se desprende uniendo la plaza de mercado con el otro lado -La sangrada familia- y el segundo, el colgante construido en 2013 para unir el centro histórico con el centro comercial El Puente.

Imitando costumbre que floreció en París-hoy prohibida por el daño al ornato- empezaron a aparecer, en los dos costados del puente peatonal del centro comercial, candados cerrados en los ojos de la malla destinada a disminuir intentos de volar hacia las profundas y veloces aguas del Fonce que golpean sin piedad las piedras milenarias.

Observando en detalle la disposición de los candados, en ojos se observan dos candados cerrados, separados. En otros ojos, dos candados asidos entre sí. En otros, candados atados en trio.  Hay diversos tamaños, colores, marcas y óxidos en las cerraduras. Todos los candados están marcadas individualmente, con letras, corazones, rosarios, arabescos y símbolos diversos. Pero todos están cerrados y amontonados, cada vez más, en el mismo trayecto a ambos costados.

Con los años, Oscar Fajardo, luego de andareguear por ciudades y países, en virtud de su oficio de teatrero, retornó a San Gil. Muy cerca de allí en un cafetería cercana al “Matachito del Paraguas” se encontró con Reinaldo. Recorrieron el puente peatonal cargado de candados. Continuaron la charla en la "Polita", cafetería en el primer piso de histórica casa de los Massey en el marco del parque la Libertad de San Gil.



Según la disposición de los candados, -registraron en su charla-, tienen significación diferente, según el sentir de quienes pactan o sellan un compromiso, supuestamente para siempre. Dos candados separados en un ojo de la malla, es un pacto de amor con la libertad de cada uno de dejarse, sin agredirse. Dos candados atados y cerrados uno con el otro, es un pacto de amor que solo se deshace con la muerte. Tres candados atados entre sí, revelan el amor compartido entre tres en el silencio de los espacios sin puentes. Y las llaves, arrojadas a las umbrías aguas del río Fonce, sellan el acuerdo verbal y amoroso que los ata dejando una evidencia pública que solo interesa a quienes colocaron el o los candados.

Los candados del amor tienen algún significado para los enamorados y posesivos. Para los transeúntes que viven corriendo para ganarse el pan, son simplemente candados oxidados que están deteriorando el puente y afectando su estructura.

Las llaves de los candados del amor colocados en puentes en diferentes lugares del mundo son arrojadas a las aguas que discurren bajo el puente precipitándose cargadas de basuras de la ciudad. Significan que lo pactado, no tiene reversa,  como no la tiene el agua del río que no retorna por el mismo lecho, así como el pasado se esfuma en las espumas del trasegar de cada quien.

 

San Gil, mayo 31 de 2022.

jueves, 16 de junio de 2022

Evocada imaginación

 

Sexalescencia 

Pertenezco a la franja de población que no tiene entre los planes, envejecer y arrumarse en casa. Soy uno de tantos que trabajó desde niño, generó conocimiento, emprendimiento, empresa, familia, y desperté en miles de jóvenes los talentos para que volaran, por sí mismos, a partir de sus empeños, estudios e iniciativas haciendo siempre lo que más les gustaba y producía satisfacciones. 


Somos mayores que no vimos lo que hacíamos, como un trabajo, sino como actividades lúdicas; y hoy, gozamos el existir y el vivir cada día y cada noche, como si fuese el último, reconociendo y asumiendo los deterioros normales de la tercera edad.


No me considero sexagenario. Soy sexalescente. Y como tal, hago lo que disfruto hacer: disfrutar la naturaleza, el escribir y amar sin condiciones. 

Con un centenar de poetas de habla hispana, acogimos la invitación a participar en una antología digital con Sabor a sexalescencia. En ella, participé con el poema que hoy comparto con usted en mi blog.

Evocada imaginación


Imaginemos que nuestras miradas inevitablemente se cruzaron;

imaginemos que nuestros ojos se fijaron, unos en los otros;

imaginemos que nuestras voces, 

mudas quedaron al mirarnos en silencio;

imaginemos que nos enamoramos sin hablarnos.

 

Supongamos que nos seducimos mirándonos;

supongamos que nos fusionamos con los rayos del mañanero sol;

supongamos que nos acariciamos con los desnudos rayos de la luna;

supongamos que fuimos novios pasajeros y amantes eternos.

 

Fantaseamos que vivimos en la brisa de la aurora,

fantaseamos que navegamos en las espumas del infinito mar;

fantaseamos que nos convertimos en arreboles;

fantaseamos que convertimos el ocaso en cama nupcial.

 

Imaginemos que nuestro amor se acrisoló en rocío,

 nos fundimos en el aroma de las flores,

 nos difuminamos en el verde de las hojas,

 y las cenizas de nuestro escondido amor

pululan en los fulgurantes rayos de sol

y en la tenue luz de la luna primaveral.

 

Somos, evocada imaginación. 




Algunos de mis lectores se preguntarán el porqué siempre estoy

 haciendo algo. La razón es simple. No me siento a esperar la

 muerte.  Ella llegará en su tiempo. En ese entretiempo, continuo con

 mi artesanía de la palabra escrita. Con mi narrativa y mis poemas,

 estaré con usted en la cuarta edad; entendida ésta, como el estar en

 la memoria de los lectores.






martes, 14 de junio de 2022

CAS-Vélez, requiere a difunto por contaminar y alterar flujo normal de fuente hídrica, en Jarantivá, Puente Nacional.

 

Miguel Agustín Torres Torres, fallecido el 4 de agosto de 2011, según consta en el registro civil de defunción 07197024 firmada en Bogotá el 05 de agosto de 2011, fue conminado por la CAS-VÉLEZ, -según consta en la resolución RZV No. 039/22 expedida el 9 de marzo de 2.022-, perentoriamente para que suspenda la captación de la quebrada Azahares, retire una manguera de 4 pulgadas que tiene instalada en labores de riego de cultivos de tomate de árbol, lulo y granadillo y para lagos piscícolas. Además, le ordena al difunto, realizar el aislamiento de la misma fuente a no menos de treinta metros en una extensión de cien metros.   



La CAS procedió a corroborar la denuncia, por solicitud de la Secretaría de Agricultura de la municipalidad, por queja de Gustavo Ávila Lancheros. La Corporación ordenó inspección con un funcionario contratista, quien visitó Alto Jarantivá y -el supuesto predio del difunto-, acompañado por el presidente de la Junta comunal de Quebrada Negra y presidente de ASOLAGUNANEGRA, John Velandia Torres; y los pensionados de la policía: Víctor Julio Pinzón y Víctor Ávila Lancheros, residentes en la vereda Jarantivá en los últimos cinco años, según consta en la misma resolución del requerimiento.


Uno de los deudos del finado fue notificado de la determinación de la CAS-Vélez. En el tiempo estipulado por la ley, el hijo del enterado presentó recurso de reposición a la resolución, con los siguientes argumentos: 1. El requerido, está muerto hace 11 años. 2. El finado no tiene predios rurales cercanos a la quebrada Azahares. 3. El proteger una fuente hídrica a 30 metros al lado y lado, es obligatorio para el quejoso y los testigos cuyos predios, si lindan con el humedal la quebrada la Honda. 4. El periodo de siembra y cosecha del lulo, tomate de árbol y granadillo, no es mayor a cinco años y el notificado murió hace 11 años. 5. Los testigos en la inspección ocular y el quejoso, al sindicar a un muerto, están encubriendo a alguien, a algunos vecinos, y a ellos mismos. 4. Los mismos, engañaron a la funcionaria de la Corporación, quien no verificó técnicamente las coordenadas del yacimiento de la quebrada Azahares confundiéndose con el humedal donde brota la quebrada la Honda que no está aislado en los tres predios, en cuyo vértice, brota la fuente de agua que tributa a la quebrada Agua Blanca.


Abogados del notificado iniciarán proceso penal contra quienes actuaron como testigos en la visita técnica de la CAS y contra el quejoso. Igualmente, contra la Corporación, si ésta, no hace nueva inspección para corroborar la certeza de los argumentos del recurso de reposición, y sanciona a quienes-supuestamente- contaminan y desvían aguas de la quebrada Honda afectando el normal recurso de la fuente hídrica.
 

domingo, 12 de junio de 2022

El paladín

Conocía los desechos, senderos, caminos y carreteras para acceder al reducido casco urbano de las ruinas de la estación del tren de Providencia. Los había transitado siendo niño para visitar abuelos maternos y tíos -comentaron quienes lo distinguieron y se enteraron de sus escondidas andanzas. Para no dejar rastros en su fuga, escogió una ruta para sumarse -desapercibido- en la clausura del evento deportivo del grupo juvenil y del bazar de la acción comunal para mejoras en la escuela del lugar. Seleccionó la ruta más corta y con penumbras para abandonar el poblado -por la abandonada ruta del tren que no regresó en 1.976-, la zona y el departamento en una flota intermunicipal para esfumarse entre las casuchas asentadas en uno de los cerros poblados de Soacha, Cundinamarca. Años despues, transitando por una de las empinadas y escarpadas calles de uno de los improvisados barrios, cayó sin resuello, por medio similar a los que usó, siendo borradas sus huellas en algún expediente judicial del pais del Sagrado Corazón.

El balón de microfútbol fue remplazado por la cerveza para calentar los ánimos de los vecinos que se juntaron con los jugadores y comunales bajo las carpas que guarecían las ollas, las escasas mesas y sillas plásticas en donde celebraban el encuentro veredal y se escuchaban opiniones y percepciones sobre el auge del conflicto armado y las propuestas del exgobernador de Antioquia, aspirante a la presidencia y los proyectos del joven alcalde recién de origen liberal que tambien fue elegido como otra opción a la enraizada en la municipalidad para administrar la cosa pública vista como un fortín político familiar.


El esbirro no tenia afán. Era calculador y relajado. Llegó al escenario del bazar en las postreras horas del día 9 de septiembre de 2001. Ya tenía identificada el objetivo. Ya había escogido el lugar y el momento de cumplir la misión por la cual había recibido otra paga. El lote donde se construyeron las seis aulas en tres bloques de un piso en 1.964 con ayuda de la Alianza para el Progreso que, entonces acogieron a más de 150 niños de seis veredas circunvecinas, solo ha tenido un portón metálico de dos hojas. Es el único acceso a la zona escolar.


El objetivo, un joven estudiante de especialización de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja, creada e instituida por su admirado General Rojas Pinilla, cuando dirigió la junta militar, luego de un golpe de Estado al conservador nazi, Laureano Gómez. El militar se posesionó el 13 de junio de 1953 y fue derrocado -despues de diez dias un paro nacional-, por los partidos liberal y conservador, el 13 de mayo de 1957. El marcado, el coordinador de los grupos juveniles católicos de la parroquia Santa Bárbara, el fundador del “Movimiento Renovación puentana” con el que aspiró al concejo en 1.997 y le faltaron votos para ser elegido. Se convirtió en concejal en el 2.000 -en ese entonces el periodo era de tres años- y empezó a ejercer el 1º de enero de 2.001 siendo alcalde Yury García, el ciudadano que instauró la celebración del 8 de mayo como el día comunero para recordar la 1ª victoria comunera en 1.781 en esa localidad cuando los comuneros, sin quemar un tiro, atajaron a la guardia real española y la devolvieron a Santafé para notificar al Virrey español de las demandas de los caminantes . El nacido en la vereda Páramo,  había logrado terminar la primaria en la escuela de Quebrada Negra perteneciente a la vereda Páramo, cercana dos kilómetros de la casa de cuatro aguas en donde había nacido junto con sus diez hermanos-ocho mujeres- y obtenido el grado de bachiller técnico en la Industrial Francisco de Paula Santander asentada en la playa del rio Sarabita del casco urbano donde nació el extinto músico Lelio Olarte Pardo, muerto 61 años antes. Estaba terminando al carrera de Administración de Empresas en la UPTC, titulo que fue entregado a la esposa, luego del vil asesinato. 


El seguidor, vestía de negro con chamarra azabache. Usaba cachucha negra y un poncho de igual tonalidad. Calzaba tenis Croydon azules y llevaba consigo un bordón de algarrobo seco al calor del fogón con brincho ajado por agua y barro de los caminos abandonados por las recuas de mulas y jinetes sin zamarros y fuete. Sus ojos de búho escudriñaban en la oscuridad cualquier movimiento humano para evitar ser observado, sin perder de vista el portillo por el que tenía que salir el concejal, patrocinador del campeonato juvenil y propiciador del bazar pro-fondos escolares. Sentado una veces en los barrancos, otras caminando alrededor del campero, pensaba en su padre descolgándose a la cuarta edad que no ejerció la disciplina con la que crio a los hijos mayores del primer matrimonio décadas atrás borradas por las lluvias deslizadas a las negras aguas de la quebrada la Negra. Pensaba en los sufrimientos de su joven madre que no tenía ni idea donde estaba y en que andanzas caminaba en su mocedad incierta. Ella estaba contenta con su pobreza-pensaba- pero yo, no seré uno más de los mismos -se retaba. Una cosa es ganarse el jornal recogiendo guayaba, cortando y arrimando caña, tirando azadón, y otra, ganársela fácil apretando el gatillo. -Lo tenía muy claro. Igual de claro tenía los puntos en donde debía disparar con calma y precisión. Con tres tiros bastaba para cumplir la tarea; el resto de la carga es prevención para evitar sobresaltos, en caso de defensa-pensaba mientras acariciaba nervioso la pistola que siempre quiso tener y mostrar entre los chicos de la escuela en donde estudio a unos 30 kilómetros donde se encontraba. La misma arma que ya había estado en uso en la vía a la vereda Delicias en la que cayó otro líder del partido liberal, el joven, Mario Reinaldo gerena cuando partía de la casa de sus padres al trabajo en el casco urbano.


El concejal, un empleado del Banco Popular de la oficina de Puente Nacional, padre de dos niñas y un varón, revisó su Victorinox fieldForce portado en la mano izquierda. Marcaba las nueve pm. Es tarde -pensó- es hora de regresar a casa -decidió- la familia lo estaría aguardando. Empezó a despedirse de cada uno de los conocidos con quienes compartía unas cervezas. Lo hizo con un abrazo, un cruce de manos y un agradecimiento por confiar en él como vocero de la región en el Concejo Municipal y líder del "Movimiento de renovación puentana". No aceptó que lo acompañasen hasta el carro. Se encontraba en sus cabales. Las docena de cervezas no le habían hecho efecto, pues había contrarrestado el alcohol con un suculento piquete con gallina y carne asada en el mismo lugar donde estaba departiendo con seguidores de la “Movimiento Renovación puentana”.

Salió sin preocupación. Solo pensando en manejar despacio de regreso al poblado. En su mano derecha portaba una bolsa plástica, y en ella, un suculento piquete abrigado en hojas de plátano para sus pequeños y adorable esposa a quien enamoró siendo niña y la desposó 9 años despues de un noviazgo juvenil. A la mano izquierda, pasó el presente y con la derecha buscó la llave en el bolsillo. Se dirigió al automotor cobijado por la oscuridad. Desde ella, le sorprendieron tres fogonazos que se apagaron en su tórax. Intentó trancarse en el chasis del carro, pero se desplomó sin poderlo evitar. Cayó como una guayaba bajada con un garrotazo. Sintió intenso dolor. Su respiración se agitó. Le escaseaba el aire. Quiso gritar, pero la voz se esfumó dentro de sí. Pensando en ella, quiso avisarle con un beso que la amenaza se había cumplido, pero sus pensamientos se esfumaron sintiéndose amado por la única chica que amó y con la que está eternamente.


Los disparos esparcieron a los asustados. Los curiosos salieron a verificar que había ocurrido; entre ellos, quienes departieron con él la ultima hora de su vida como líder juvenil. Lo encontraron en el piso sangrando y sin conocimiento, pero con respiración. Con premura consiguieron una camioneta y lo trasladaron con afán al hospital Integrado San Antonio de la localidad. Su novia eterna, guarecía a los hijos a una cuadra del centro hospitalario. Un joven del grupo juvenil de Providencia, golpeó la puerta con insistencia. La profe, dormida, soñaba auxiliando a un alumno herido nadando en un charco de sangre. Se levantó presurosa. Abrió la puerta. La noticia la embriagó en llanto, dolor y desespero. Se vistió en un santiamén y salió presurosa al hospital. La enfermera que atendía al herido le informó que no había algodón, ni jeringas, ni un bisturí para prestar atención médica. Ni la ambulancia tenía gasolina para el traslado a Vélez.  Ella regresó a la casa por dinero, luego corrió tres cuadras abajo a la droguería de Gabriel Murillo, el boticario amigo de todos en la región y disponible a cualquier hora, quien se solidarizó con la profe,  y agregó al pedido, medicamentos para atender al herido. La profe de Muralla -escuela donde laboraba- regresó en un santiamén al centro hospitalario. El adalid había muerto.

Fue el promotor inicial de las cabalgatas en Puente Nacional. En este registro lo acompañan hacia Santa Sofía, los caballistas: Arístides Contreras(q.e.p.d.), Agapito Castro, Miguel Sanchez(q.e.p.d.), y 4 jóvenes de Jarantivá. A la derecha, Rafael Pineda Gómez acompañados por tres mujeres amantes de los caballos.

La victima, hizo honor al nombre de su padre, Juan, quien fue un líder religioso y comunal, misericordioso y servicial, adoptado por un par de ancianos campesinos de la vereda Montes que le conservaron el apellido. El apellido Pineda. El caído, hermano de ocho damas recordadas en la comarca como las bellas blancas por su piel y cabello pardo. Cinco de ellas con profesión, pedagogía. Hoy, Juan, ronda un siglo de vida. Las nuevas generaciones no saben que él fue un promotor de los rosarios a la Virgen en cada hogar para recaudar dinero para levantar el templo de Quebrada Negra y la construcción de la escuela del mismo lugar donde el adalid cursó las primeras letras.


El líder social, gozó de una madre amorosa, trabajadora; partera y sobandera, horneadora de las mejores almojábanas de la comarca, quien asumió el hogar, mientras el marido, Juan, se fue a Venezuela a trabajar sin descanso para lograr educar con el bachillerato a seis de los hijos, comprando una casa esquinera en la vía del acceso antiguo a Puente Nacional paralela al rio Suárez, en la que Teresa organizó la panadería y cuidó de sus hijos, alternando su labor con los servicios en la parroquia como apóstol seglar.


En la casa de adobe con teja de barro posada en una planada a menos de cien metros del lecho de la quebrada Jarantivá, sombreada por un par de pinos, signo de los Pineda que allí vivieron, se deteriora lentamente arrugada por los vientos de agosto y mojada por las lluvias de abril y mayo que hinchen la quebrada que surte de agua a más de mil familias puentanas, sin que a la fecha, ningún burgomaestre se empeñe en comprar los dos predios en donde brotan humedales que conservan el origen de esta fuente hídrica que nutre a la quebrada Aguablanca para embellecer la cañada en la que asentaron el histórico Hotel Agua Blanca, construido en la dictadura del general Rojas Pinilla en la década del  cincuenta del siglo XX.


En el lapso que fue eliminado el adalid -por usar la palabra dicha y pensar diferente a los incrustados en el poder local-, cayeron en iguales circunstancias y motivo, los hermanos: Siervo Tulio y Samuel Gamboa Supelano en Sabaneta - vereda Montes- y Mario Reinaldo Gerena, en la vereda Delicias del mismo municipio de la guabina y el tiple.  En el libro. “Tras las huellas del maestro”, el sacerdote Benjamín Pelayo, promotor de la pastoral juvenil diocesana, en ese entonces, narra que por igual causa -usar la palabra ducha- cayeron bajo las balas defensoras del estatus quo: Jacinto Quiroga en la vereda Guayabal de Bolívar; una familia fue asesinada en la vereda Alto Nogales de Sucre, salvándose tres niñas que estaban en el aljibe trayendo agua para el consumo doméstico. Las niñas fueron acogidas por Ben posta, organización no gubernamental que les brindó estudios universitarios. El mismo sacerdote, y el hoy, sacerdote Fredy Gamboa natural de  Providencia y que ejercían su misión pastoral en la parroquia de Puente Nacional, debieron abandonar la Diócesis para salvaguardar sus vidas. Mientras transitaba entre Puente Nacional y Barbosa, Pelayo fue advertido con una llamada telefónica, que lo estaban sesteando para eliminarlo del camino de la doctrina social de la Iglesia.  No tuvo la misma suerte el misionero secular José Antonio Beltrán-un gigante en miniatura-, ultimado y martirizado en la vereda Cucuchonal del municipio de San Ignacio el 2 de octubre de 1.991 bajo las balas de una célula de las Farc, por asistir litúrgicamente a campesinos de veredas patrulladas por los tiznados de San Bosco de Laverde, en igual servicio pastoral a los habitantes de veredas controladas por la misma guerrilla. 32 años despues, el padre Beltrán es considerado un mártir de la paz y se está aunando información para declararlo beato de la paz.


Varios jóvenes campesinos veredales, familias campesinas y profesionales simpatizantes del movimiento de "Renovación Puentana", debieron abandonar la municipalidad para preservar sus vidas. Entre los profesionales, la abogada y ex-personera,  María Luz Rozo González, oriunda de la vereda Páramo y su esposo, construyeron patrimonio y se desarrollaron exitosamente en una ciudad capital fuera de Santander. 


Según a JEP desde 2.016 luego de firmar los acuerdos de paz en Colombia, a la fecha, se han asesinado 904 lideres sociales, personas que usaron “la palabra dicha” en sus comunidades. Las estadísticas registran que en Colombia se han asesinado a 163 personas cuyo medio de trabajo fue “la palabra escrita”. 163 periodistas que usaron la palabra para denunciar. En menos de 70 años, he leído en la prensa, el sacrificio de más de un millar de adalides cuya única espada fue la palabra: “La palabra dicha” y “La palabra escrita”.

Un artesano de la palabra refiriéndose a ella, un mes antes del martirio del padre Beltrán, escribió: “Ella es vida o muerte; es materia o espíritu; es verdad o mentira; es propia o ajena; es rica y pobre. Se puede prestar o vender; es todo y es parte; es libre, pero puede encadenarse; es arma o escudo; es bella o inmunda; es Dios o demonio… ¡Es la palabra¡”.


   San Gil, junio 13 de 2022

Nauro Torres Quintero


A LA MEMORIA DE RAFAEL PINEDA GÓMEZ


Con las palabras entrecortadas que produce este vil asesinato, presento este saludo en nombre de la comunidad universitaria Upetecista de la facultad seccional Chiquinquirá que siempre fue su casa, su lugar, su campo de encuentro con la vida y la palabra.


A su familia y a sus compañeros de trabajo, al pueblo de Puente Nacional que lo vio crecer, estudiar y defender las causas justas, estas palabras solo alcanzan a llevar una pequeña parte de nuestro afecto.

No alcanza el dolor para lamentar la perdida de Rafael, el estudiante, el hombre que con su serenidad y responsabilidad universitaria convocó a la comunidad académica  cuando se hizo necesario  contribuyendo para que ésta recobrara  su unidad institucional y el orden que reconoce la legitimidad del reconocimiento volviera a su lugar, al justo lugar en donde solo puede habitar el debate y la palabra.


 No alcanzará el dolor, ya lo sabemos para encontrar respuesta que colocaron los asesinos  en sus armas. No nos alcanzará el dolor para lamentar la partida inesperada de Rafael, menos las balas en complicidad con las mismas oligarquías que Gaitán condenara hace 80 años, siguen llevando su barbarie a los campos y veredas  donde la voz de los que luchan se levantan en justicia. 

No nos alcanzará el dolor ni la tristeza. siquiera para ultrajar al asesino, en cambio nos sobrará alegría para recordar a Rafael, al mejor estudiante graduado en nuestra universidad en el nuevo siglo, al compañero que convirtió la solidaridad en afecto e hizo del conocimiento, y la palabra, su herramienta de trabajo cotidiano para el ejercicio de la politica y el apoyo de la construcción de ciudadanos libres. 

Rafael se ha quedado con nosotros, está en el corazón de todos los hombres  y mujeres que hacemos parte de esta universidad como profesores, estudiantes y trabajadores, pero tambien está en el mío propio, acorazado con palabras. 

Rafael, fue un hombre de lucha y valentía, por eso, para ustedes y nosotros, la solidaridad y el afecto será las eternas compañeras para entregarle, ahora y siempre, el mejor homenaje a Rafael; el de ustedes. el nuestro, aquel que para todos, alcanzaba la mirada hasta la más leve injusticia. 

En nombre de la comunidad universitaria Upetecista que siempre llevó muy adentro, defendió, asumió y respetó, queremos ofrendar a su memoria, desde hoy, a nombre de nuestra sala principal de actos culturales, como una señal que contribuya  a perpetuar su compañía, y en esa forma serena y tranquila de habitar entre nosotros.

Con el afecto de siempre recordamos nuevamente que los hombres que luchan no mueren, porque de ellos nace la idea de que para la vida miles de vidas y para la vida, la dignidad.  

"Pedimos castigo, clamó entre versos, Neruda, pedimos castigo y aun basta a la impunidad"

Manuel H. Restrepo Domínguez 
Decano UPTC- Chiquinquirá
Septiembre 10 de 2.001.

 

miércoles, 8 de junio de 2022

El capitán capotera

 

Nació el día y hora que empezó el bogotazo en una bahía camino al morro en el seno de una familia que alternaba la siembra de papa con la ganadería de leche y la atención a los campesinos que trepaban o descendían por el camino que unió a Puente nacional con Saboyá.

 Para cursar la primaria, caminaba cada día 10 kilómetros. Fue el segundo en una familia con 6 hijos que perdieron al padre, siendo niños. En cien años, fue el único del territorio que cursó la carrera militar y alcanzó el grato de capitán. Fue llamado a calificar servicio por no tener vara en la jerarquía militar.

Remplazó el sable por la macheta; el fusil por el azadón; la munición, por las semillas; el bastón de mando, por el rejo; la cachucha militar, por el sombrero de fieltro; las botas militares, por  La macha;   la alimentación en los casinos, por la caserita; las fiestas sociales, por las reuniones de la Junta Comunal; la ciudad, por el campo; el morral militar, por una capotera; la ostentación militar, por la vida apacible del campo.

Era flaco como un garabato; alto como un vástago de plátano tocaimero; Tenía nariz de estribo español; y hablaba mojando las palabras como notas de un saxofón. A pie trepaba a las carreritas y bajaba con afán: A caballo tomaba el camino como si fuese el desfile militar. Y en carro, saludaba a quienes encontraba a su paso como si fuese rey de carnaval.

Perteneció al batallón de ingenieros del Ejército Nacional. Su ejercicio militar se reflejó en las carreteras, puentes y alcantarillas que contribuyó a abrir y construir para conectar a los marginados campesinos con los cascos urbanos municipales. Siendo teniente efectivo fue comandante de reclutamiento, facilitando la libreta militar a quienes hablaban con la sencillez de un nacido en el campo.


Finca la Esperanza, vereda Páramo. Esta a la vera del camino indígena por el que treparon los comuneros en 1.781 rumbo a Zipaquirá. Aquí nació y murió el militar. 

En uso de buen retiro, regresó a vereda Páramo, donde nació. Acompañó a Zenaida, la madre y veló por sus hermanos menores. Retomó las costumbres productivas del padre que perdió siendo volantón; implementó la división de potreros para aumentar la carga bobina y amplió el área de pastos para mejorar el ingreso de la pensión con los ocasionales ingresos por ganadería y papicultura.

 Se juntó en la acción comunal veredal y contra viento y marea, abrió carretera con su propio peculio hasta predios lindantes a los del terreno de sus ancestros conectando la región con la vía a Peña Blanca y la carretera central para facilitar la movilidad con la capital del pais por Robles.

Con el contacto de Alberto Segura, lograron del alcalde Yuri García, de origen liberal, una góndola de las usadas por el tren de oriente, sobre la cual, el capitán calculó y dirigió la construcción de puente sobre la quebrada Jarantivá facilitando la conexión con otras veredas y Boyacá, por el paraje sabanetas.

Los vecinos del camino, al mirarlo descapotando, terraplenando y cuneteando para la carretera, corrían las cercas de alambre imaginando que los carros treparían como vacas en manga. Y el capitán, en el mantenimiento de la carreteable, levantaba los estacones, hasta que los propietarios, comprendieron la pertinencia de la vía para el transporte automotor rural cuando fueron las mujeres las que empezaron a salir a los convites comunales.

Con los años, la vía fue conectada con la 45A. Más luego, usada por empresas de gas y petróleo y en medio de conexión con Boyacá y Bogotá.

Pedro fue su nombradía y Alarcón su impronta de cuna. Nunca tuvo carro, pero los vecinos, y otrora enemigos de la carretera, son los únicos con automotores años despues.

Al capitán lo recuerdan en el territorio porque el uniforme y las armas no le quitaron la sencillez y don de gentes. Ni el uniforme, ni las armas usó para ejercer dominio del otro. Ya a pie, ya en carro, el capitán Alarcón siempre terció su capotera, ya con el mercado, ya con las pertenencias.

El capitán, se infartó una oscura y lluviosa noche de abril, en la misma fecha que nació. Sus hermanos gestionaron para que algún locomotor viniese por él para llevarlo al hospital más cercano. Ningún vecino se ofreció a prestar el servicio. Murió sobre las tres de la madrugada en la habitación que lo acogió en su existencia campesina.


 La capotera, hoy solo usada en tierras guajiras. 

 Los campesinos no lo recuerdan por el trazado de la vía y cálculo del puente sobre la quebrada Jarantivá, ni por su aporte pecuniario para trazar la carretera, pero sí, como el capitán capotera, un militar que murió en el 2.008 con la tristeza que muere un soldado que sirvió a su patria y se fue con su honorabilidad y patriotismo al pais del olvido.

Jarantivá, Junio 8 de 2.022

martes, 24 de mayo de 2022

Pactaré, pactaré: Poema de Nauro Torres Quintero

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24/05/2022

Puedo pactar

con la luna, una noche sin estrellas,

con el sol, un día sin rayos solares,

con el mar, una noche sin olas,

con la tierra, amaneceres sin auroras,

con el viento, brisas sin rostros.

 

                                                          fotografía del maestro Domingó

Puedo pactar:

con los indígenas del amazonas,

con "los nadie" de Colombia,

con los desplazados de sus ranchos,

con los guerrilleros amnistiados,

con las mujeres del burdel.

 

Pero no nunca pactaré:

con flecheros del ser,

con piratas del ciberespacio,

con infanticidas y feminicidas,

con mosén que se escuda en Dios 

para doblegar al otro,

con arcabuceros de la otredad.

 

Nunca me reconciliaré :

con fusileros de sus hermanos,

con e cocidas, feminicidas e infanticidas,

con aprovechados de los dineros públicos,

con desmemoriados de los falsos positivos,

con despojadores de las tierras campesinas,

con los tierreros que estafan 

desplazados en la ciudad,

con los que desprecian a los nadie,

con los que usan la violencia para gobernar,

con los que siembran injusticias para gobernar.

 

Pacto con los seres de buena voluntad:

con las personas que siembran equidad,

fraternidad, igualdad, justicia y solidaridad;

pactos con los humanos que siembran hermandad.   

lunes, 23 de mayo de 2022

El retrato de la tatarabuela

 

El viejo relator de historias murió a los 88 años en una cama de hospital extrañando su estera de papelón, a su perro capitán, al camino por donde anduvo sin descanso y sin final. Murió en la capital a donde lo llevaron buscando una cura de un mal que no tenía cura porque el cáncer viajaba cauteloso en cada gota de sangre que irrigó sus brazos atenazados y sus piernas de can acosado por los años.

No murió en el lugar que siempre quiso morir. Una pieza de adobe y techo de caña atada con cuan sobre unas tablas de pino acerradas con su serrucho cuatro manos, herencia del abuelo que nunca conoció y del padre que solo recordaba vagamente, pues solo tenía 4 años cuando lo dejó junto a su hermano, el mayor cuando despuntaba los 24 años.



Por años añoró tener una fotografía de su padre, Miguel, para imaginar el rostro de quien lo engendró. Ya era volantón cuando murió su abuela, Ana Rosa Gómez. Al fiado logró que su prima, Trinidad, le hiciera una fotografía al rostro de los restos mortales de su abuela paterna, Ana Rosa.

El retrato lo mandó enmarcar en madera de zapan. Inicialmente lo colgó en la pieza que fue su refugio de joven, recamara marital y la pieza en donde parió por primera vez su enamorada, Custodia; una boyacense de rostro angelical, pelo cuchumbeado y un genio irascible.

El rostro de la muerte fue el retrato principal en la sala de su casa que construyó adobe por adobe con su eterna novia en la que pasa el mayor tiempo su Custodia que rondó los 90 años para reencontrarse con su viejo, el viejo relator de historias.

Las mujeres viven más años que los varones; pero Custodia dobló el promedio nacional. Fueron 15 años de viudez solitaria masticando los recuerdos de su viejo, sus espacios, sus construcciones materiales e imaginarias.

El rostro de Ana Rosa yaciendo en un ataúd es la fotografía de la muerte. El pelo ya no lo es; semeja un ovillo de fique sin cardar. Los surcos de la piel esconden la vanidad del existir. Los parparos apagados esconden la miseria humana. Las pestañas de la vieja revelan lo banal de la belleza facial. Las fosas nasales semejan, los misterios de la vida. El angulado ataúd en el que reposa el rostro de la tatarabuela recuerda al observador lo limitado que somos en el universo. Hoy somos, mañana no seremos.

Eco posada La margarita, diciembre de 2.021

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

      ¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...